Un pasaje semanal: Demos y Kratos

Un gajo de la Revolución a las secuelas del poder.

Capítulo I, 2da parte de la novela; “Todos en Contra de Willy Casper”.

Alfredo Zuloaga González

Se advierten posibles desplomes en el ejercicio político local. En este rubro, como lo mencionó alguna vez un conocido profesor, “también hay efecto dominó”, o como en el ajedrez, donde cada una de las piezas que mueve quien maneja el tablero y no visualiza 4 pasos adelante o no coordina su jugada, le repercute de arriba hacia abajo, tanto como de un lado hacia el otro. Así como también es sabido que dentro de las contiendas por los puestos públicos, se debe de quitar al caballo y al alfil para el enroque del rey. Ahora viene al caso; se sigue la línea política desde la orden federal a la jugada en posición “T” para las venideras elecciones. Ya después, cuando los aspirantes con decisión propia, jalen el bocado para enderezarse por la mejor ruta, se hablará de personajes.

Por otro lado, cuando se menciona a la democracia, podemos decir a grandes rasgos que se trata del modelo político social, en donde el pueblo de una nación tiene la premisa, más bien el derecho de elegir a quienes serán sus representantes. Sin embargo, al través de los años el pueblo de México no ha tenido –entre sus males y bienes-, un sistema democrático que involucre totalmente la exigencia de sus representados. Es decir, la política clásica, obsoleta que ha incursado en México, ha tenido más de allá que pa’ acá.  Una vez más se pone en riesgo el bien común del país y esa facultad tan importante que tiene el ser humano: El derecho y obligación de plebiscitar a fondo,  quienes serán aquellos que estarán a cargo de administrar sus bienes económicos y que a la vez, en algún momento tendrán que rendir cuentas a la próxima puesta en marcha de la Comisión del Monitoreo Gubernamental, desde el total mando civil.

Un pasaje para la memoria en la historia de México;                                                                                                                                                                                                                                                       

En otro asunto, pero no lejos del ciruelo los chuniques, nos vino al recuerdo  aquellas clases en la primaria cuando comenzábamos a indagar entre los hechos históricos de la Revolución Mexicana. La familia y yo vivíamos en la colonia de dicho nombre, he ahí entonces el ímpetu por querer conocer a profundidad los hechos más importantes de esta misma. Cosa que exigió adentrarme… Díaz Mori, quien tomó la presidencia desde 1877, pero después de algunos años de permanecer en dicho cargo y  casi a finales de 1909, expresó que el país ya estaba preparado para una oposición que entrara a la contienda. Fue que comienza la campaña de Francisco I. Madero con su lema: “SUFRAGIO EFECTIVO, NO REELECCIÓN”, frase que acuñe a la que el modelo político de una nación debería de obedecer las exigencias y decisiones de los pueblos, tomando en cuenta sus exigencias e ideologías. Apostó a que la participación en los procesos justos, darían paso al desarrollo del país. La historia, que es la memoria de la humanidad, deja en claro aspectos que sacan las virtudes más tétricas de los seres. A la victoria de Madero, éste arropó en diversos puestos públicos a personajes que ocuparon cargos en la dictadura de Díaz, cosa que a Victoriano Huerta y un grupo de personajes no conformes con ello, en diez trágicos días ( lapso conocido como la Decena Trágica), derrocaron el gobierno de Madero y Pino Suárez  un 18 de febrero de 1913. Lo demás ahí quedó en la literatura; El modelo dictatorial de Huerta, las traiciones viles, los asesinatos por la gran malignidad de la suerte. Es por eso la frase que rondaba en esa época que entra bien por soleares; “¡Ay Carranza! más cercano a Reyes, que a Madero”.

Zona Literaria:  

“Todos en contra de Willy Casper”. Capítulo I

¡Que lo haga Willy Casper! (PARTE 2)

…De pronto, el “Double R (ar)”- como le decían sus amigos-, saca un encendedor de su bolsillo…

A que nadie se anima a encender ese pino que está en la esquina – dijo-.

Pero eso ya sería más peligroso – dijo el Curriqui-.

¡Yo lo haré!

Sí, deja que lo haga Willy Casper – dijo Rony Ríos-.

Willy le arrebato el encendedor inmediatamente de las manos, cruzó la calle mirando hacia los lados y observó de esquina a contra esquina. Se percató de que no se encontraba nadie cerca más que ellos, y mientras el sol ya en la última fase de la puesta, se inició la terrible llama que en pocos segundos alcanzarían el cableado y el transformador, ocasionando que este estallara  y toda la zona del centro se quedara sin luz. Los 3 adolescentes corrieron hacia el muelle. Los vecinos comenzaban a salir de sus casas, los negocios cercanos  perdían a sus comensales y las tiendas de abarrotes  cerraron.

“Debió haber sido una obra de Willy Casper y sus aliados”. Se murmuraba ya entre las cuadras. Incluso un señor anciano, dentro de su casa al ponerse todo en tinieblas entre dientes expresó:

  • “Ese maldito de Willy Casper”…

Así los días pasaban. La rutina de “El Niño” Casper era levantarse antes de los cabellos del alba. Ponía a calentar el agua para lavarse el rostro, y también para el café. Se cambiaba y tempranamente ya se levantaban las puertas de metal en la talabartería “Don Mallaga”. Willy era el que se encargaba de ir acomodando las pieles por tamaños y colores. Colocaba los cuchillos y afiladores en una mesa de madera vieja. Asimismo barría los cueros viejos y sacaba los estantes llenos de cintos, botas, bolsas y huaraches a la banqueta, junto al letrero de precios y más…

Para la hora de la comida, Willy Casper de 14 años de edad era un niño con mucha libertad de rondar por las estrechas arterias de la ciudad. No era común que los niños de su edad estuvieran tanto tiempo de ronda, puesto que algunos preferían ver caricaturas o estaban embelesados en sus consolas de videojuegos. Willy y sus dos amigos salían a rodar las calles en sus bicicletas, se hacían retos, acomodaban las rampas en medio de la calle para saltar y medir quién de los 3 era el que llegaba más lejos. En un intento de Adán Alonso, Willy Casper voltea a ver a Rony y éste solo asienta la cabeza como indicando algo.

En eso, Willy empuja la llanta que sostenía el triplay de madera y el “Curriqui” Alonso cae de su bicicleta causándose en la espalda una herida que abarcaba desde la séptima vértebra torácica a la tercera vértebra lumbar por el costado derecho. Rony y Willy solo se carcajeaban mientras en la ventana una vecina los miraba y en un tono de inconformidad se decía: “Ese Willy Casper es un maldito”…