Mar Guerrera

¿A quién no le gusta fantasear? ¿Quién no ha pasado largos ratos disfrutando de sus fantasías eróticas?

Sí, sé que en nuestro contexto hay más culpa que gozo, a menos eso dicta la política sexual imperante, y ¿quién no ha sentido culpa alguna vez por fantasear sexualmente con tal o cuales personas, tal o cuales situaciones? Sin embargo, hoy no me enfocaré en las censuras, los temores y/o la vergüenza. Quiero darle vuelo a la fantasía que gusta.

¿Lo más interesante de las fantasías eróticas, sexuales y amorosas, es que son o que no son realizables?

Si nos preguntamos por el terreno de las fantasías eróticas-sexuales-amorosas actualmente, no solo en las parejas, sino en cada una de nosotras, como individuas interconectadas que somos, ¿cuáles serían las reflexiones más apremiantes? ¿las “tareas” pendientes? ¿los placeres compartidos? ¿Las feministas mexicanas, las de treinta, cuarenta, cincuenta y más, hablamos de nuestras fantasías sexuales entre nosotras? ¿y con nuestros amantes/parejas?

¿Qué es una fantasía erótica-sexual-amorosa? ¿cómo se compone? ¿cómo intervienen los sistemas de opresión en la producción de nuestras fantasías?

Marcela Lagarde, en sus Claves feministas para la negociación en el amor (2001), cuando habla de fantasías se refiere a una de las formas en la que los mitos románticos se organizan, se introyectan y se expresan en nosotras. Esta feminista se enfoca en las fantasías amorosas, sin embargo, aquí extenderé la definición u obviaré la interrelación entre el amor, la erótica y la sexualidad.

Parafraseando a Lagarde, las fantasías son relatos, diversos, que cambian según cada etapa de nuestra vida, que forman parte de nuestra subjetividad y se nutren de la mítica de nuestro contexto sociopolítico y cultural. En específico, una fantasía se trata de imaginar escenarios, cosas que suceden en nuestra imaginación y se encadenan formando historias con distintos personajes, acontecimientos amorosos, eróticos y/o sexuales, tramas, desenlaces, etc.

Por otro lado, siguiendo a Freud, las fantasías son aquellas “representaciones mentales creadas en el inconsciente, que tienen como tema principal las prácticas sexuales, y que están destinadas a no ejecutarse”. Sin embargo, para mí hablar de “fantasías eróticas-sexuales-amorosas” implica ir más allá, primero, de pensar las prácticas sexuales como mero coito (cogida heterosexual), además involucra los tintes amorosos, así como de conexión profunda, gozo, creatividad, aventura con otros seres o contigo en distintos escenarios. Por ejemplo, fantasear con que alguien nos masajee los pies durante horas, gemir por el placer que nos genera ese acto compartido.

Me queda claro que las fantasías eróticas-sexuales-amorosas son estas representaciones mentales de algo que hemos vivido o creamos imaginariamente. La naturaleza de estas fantasías tiene una raíz individual y subjetiva, aunque no debemos dejar de lado la influencia del contexto, así como la combinación de factores como la personalidad, las experiencias, las creencias, etc. Estas recreaciones pueden ser muy realistas o completamente surreales, pueden involucrar personas conocidas o desconocidas, pero la clave está en que estimulan y/o acompañan actos que para cada persona son sexuales, eróticos y/o amorosos. 

En general, estas fantasías tienen un papel relevante en nuestra sexualidad, pues a través de ellas se trasciende la realidad y se crean situaciones que favorecen nuestros deseos. Además, al analizarlas encontramos mucho de nuestras concepciones románticas y sexuales, y –de acuerdo con Lagarde- esta podría ser una vía de acceso a nuestro inconsciente, sobre todo sobre aquello que se oculta o se niega. “El analizar las propias fantasías y distanciarnos de ellas, nos puede ayudar a vivir menos desilusiones, pues entre más fantaseamos, más grandes serán las desilusiones.” (Lagarde, 2001)

Esta autora también nos dice que las fantasías pueden tener alguna utilidad positiva, pues muchas mujeres sobreviven a situaciones de enorme dureza en relaciones de pareja, ayudadas de estos ensueños. Claro, es importante no caer en la evasión total de la realidad, ya que la fantasía también trae consigo el riesgo de brindar cierta satisfacción imaginaria que no sacia la sed amorosa de la vida cotidiana, pero que nos encierra en esos universos.

Para Lagarde, reconocer que las fantasías son solo fantasías, puede ayudarnos muchísimo a separar lo que vivimos en nuestras relaciones de lo que nos imaginamos como realidades. De hecho, esta autora advierte sobre el peligro que hay una relación inversamente proporcional entre la capacidad de fantasear más y mejor y el deterioro de las condiciones reales de las relaciones amorosas. “Las fantasías repercuten siempre en la calidad de las relaciones de pareja en las que estamos inmersas. Y hasta puede repercutir en la imposibilidad de encontrar pareja, porque la fantasía se va haciendo tan grande que nadie se parece al ser fantasioso que vive en nuestra imaginación y todos los que encontramos quedan descalificados.” (2001; 70)

¿Nos cuesta distinguir fantasía de realidad?, ¿qué lugar ocupan las fantasías en nuestro presente?

Mapa íntimo de las fantasías

Hasta donde llega mi memoria siempre he sido apasionada de fantasear, me ha gustado dedicar tiempo a la fantasía, de todo tipo. Disfruto incluso inventariar mis fantasías cada tanto cierto tiempo. Por periodos, por etapas vitales. Más cuando noto una transformación evidente en las fantasías eróticas-sexuales recurrentes.

Me encanta fantasear, así como saberme parte de la fantasía de alguien más. Sin duda, cuando alguien me cuenta sus fantasías sexuales, y estas me parecen atractivas, me excito doblemente. También me da cierta satisfacción enterarme de que soy parte de las fantasías de otras personas, de las que me gustan.  

Cuando era niña, me encantaba jugar con Barbie’s justo porque me permitía fantasear con ser adulta y tener una vida fuera del ejido; una vida donde vivía con mis amigas, tenía un trabajo poco común como diseñadora de modas o locutora de radio (sin duda tener modelos y referentes profesionistas nos provocan fantasías, nos inspiran), y podía salir a donde y cuando quisiera.

Mi deseos y fantasías sexuales en la pubertad y la adolescencia básicamente estuvieron vinculadas a ideas románticas, no necesariamente soñaba con casarme, aunque a veces sí, pero mayormente con un hombre que me llevara a vivir con él, que me deseara profundamente, que me “salvara”, etc.

De unos años para acá, fantaseaba mucho sexualmente y siempre derivaba en masturbarme, en conseguirme orgasmos, al menos un par por sesión; aunque siempre tenía que ser en un tiempo reservado a ello. Sin embargo, recientemente me gusta fantasear mientras realizo otras actividades, es como una travesura, un permiso que me doy por mero disfrute, evidentemente no deriva en sexo solitario, pero sí me resulta excitante. Por otro lado, desde que tengo el simulador oral, las sesiones de masturbación son más conmigo, en el presente, reencontrándome con mi cuerpa y con muchos orgasmos intensos que parecen no tener fin. Sí, el simulador oral llegó a multiplicar los orgasmos en el sexo conmigo misma, y a desterrar las fantasías de esos momentos.

¿qué tanto nos dicen las fantasías? Sobre nosotras, sobre el momento vital que atravesamos, sobre el contexto, sobre las narrativas y los deseos inoculados por el sistema, sobre la forma de vivir la sexualidad, etc.

¿Cómo influye el feminismo en nuestra manera de fantasear?

Actualmente fantaseo más de lo que quisiera, eso también es un indicador. Me gusta hablar de esto con mis amigas, saber qué historias habitan su territorio de la fantasía erótica-sexual-amorosa. Me gusta saber que muchas sentimos pena, pero aun así nos atrevemos y gozamos pícaramente de contarnos eso.

Mapa colectivo sobre las fantasías

Cuando comencé estas contra-cartografías, convoqué a amigas, compañeras y conocidas a responder una entrevista sobre fantasías sexuales. Doce mujeres aceptaron, respondieron. Me he dado a la tarea de leerlas pausadamente, profundamente. Ha sido una delicia conversar con ellas y sus fantasías, a través de esa especie de epístolas virtuales. Sus historias y reflexiones en torno a las fantasías de antes y las de ahora, me llevaron a cavilar algunos asuntos que quisiera mapear acá a manera de microrrelatos. Más que para sacar conclusiones, para trazar juntas algunas ideas sobre las fantasías eróticas-sexuales-amorosas.

Algunas fantasías de “antes”:

  • En mi adolescencia siempre fantaseé con mi primera vez, claro desde el modelo conservador. Mi fantasía se basaba en ser penetrada y besada apasionadamente por alguno de mis novios. Recuerdo que también deseaba tener sexo con un amigo de mi hermano, ya que fue el primer hombre al que le envié una foto semidesnuda.
  •  Soñaba con el cuento completo, desde conocer un hombre guapo, hasta casarme, comprar una casa juntos, tener hijos y ser felices hasta la vejez. Sí, vi muchas comedias románticas.
  • Con frecuencia añoraba sentirme deseada por el chico del que estaba enamorada en ese momento. Fantaseaba con que me buscaba, me invitaba a salir, me cogía y me pedía que no nos separáramos.
  • Tenía fantasías sexuales con algunas de mis amigas u otras compañeras de la escuela, digo sexuales porque me gustaba imaginar que nos besábamos, que nos tocábamos, que nos abrazábamos desnudas. Ahora creo que tanto fantasear respondía a una gran negación o al silencio que me imponía por pura pena de saberme lesbiana.  
  • Pensaba en cosas que ahora considero bobaliconas. Creo que no eran fantasías sexuales, pero el sexo sí tenía qué ver porque así me lo enseñaron: fantaseaba con un hombre que me deseara mucho y que me conociera tan bien que pareciera que me leyera el pensamiento, antelándose a que yo expresara mis deseos de todo tipo, sexuales incluidos. Que leyera mis reacciones y que con base en ellas se condujera. Que me brindara seguridad y estabilidad en la vida y en la cama. Que me cuidara. Vaya, que termino de escribir esto y llego a la conclusión que no tuve fantasías propiamente sexuales, sino la reproducción propia del mito del amor romántico…

Algunas de las fantasías actuales:

  • Quisiera que mientras leo algún poema escrito por mí, alguien me acaricie, que me recorra entera con sus labios, que la vibración de mis cuerdas vocales se acople a sus caricias.
  • De un tiempo a acá fantaseo con poder compartir momentos eróticos con más de un vínculo a la vez. Me identifico como pansexual y como anarca relacional y creo que con ello también vino la colectivización del afecto y del compartir experiencias eróticas. Conozco a mis vínculos y sé que entre ellos hay compatibilidad; creo que eso le ha brindado la pauta a mi cabeza para imaginar situaciones donde podrían relacionarse entre ellos eróticamente, con o sin mi presencia. He fantaseado con ambas situaciones un par de veces. Fuera de eso creo que no fantaseo con nada más. No suelo fantasear con rollos erótico-sexuales.
  • Últimamente me cacho fantaseando con amigas u otras mujeres con las que tengo una conexión profunda. Creo que cada vez tengo menos ilusiones románticas, pero sin duda sí hay muchas fantasías sexuales, aunque siempre vinculadas al cariño y la admiración.
  • Me gustaría tener un amante, alguien que cumpliera todos mis deseos sexuales. Que verbalice que desea cumplirme antojos y fantasías.
  • Me gusta imaginar que algún hombre que me gusta, me da lengüetazos en el clítoris al ritmo de una canción, así sin parar, en una habitación totalmente iluminada por la luz de la mañana. Me gusta pensar que me despiertan así, con música y sexo oral.
  • Una que viene regularmente a mi mente es tener sexo con dos hombres al mismo tiempo o como llamamos comúnmente un trío.
  • Otra de mis fantasías es tener sexo con un motociclista de chopper, que esté súper barbón y vista de cuero negro. Deseo que primero me haga sentir adrenalina viajando en motocicleta y posteriormente tener sexo.

Una de las ideas que surgen después de leernos, de conversar con diversas mujeres respecto al tema de las fantasías “sexuales”, es la evidente transformación de los deseos, ahora inevitablemente atravesados por la consciencia feminista; bueno, si no los deseos, al menos sí la reflexión respecto a las fantasías y anhelos pasados, así como las de la actualidad.

Como vemos en las fantasías relatadas, antes estaban imbuidas en el amor romántico, la monogamia y/o la heterosexualidad obligatoria. Curiosamente ahora, la mayoría de estas mujeres fantasea con escenas o situaciones vinculadas con la anarquía relacional o los múltiples vínculos, los encuentros sexuales con más de una persona, sexo entre amigas y mucha responsabilidad afectiva ligada a la exploración de nuevas formas de quererse y cogerse. En todo sentido.

Esa consciencia feminista y el constante cuestionamiento que implica, hace evidente cómo algunas mujeres intentamos subvertir roles. Interpelamos las formas de relacionarnos desde la equidad, o probamos nuevas formas de expresar el deseo y buscar el placer. Ahora tenemos una serie de palabras entrelazadas con la erótica, la sexualidad y el amor: deseo, consentimiento, autonomía, vínculo, límites, acuerdos, etc. Palabras importantes para nosotras, pero que para otros no siempre resultan una combinación excitante o seductora. Quizá compartir más las fantasías y los análisis de estas nos permita encontrar puntos comunes, conocernos más entre vínculos, y llegar a terrenos inexplorados de la “calentura”.

Sabemos que la fantasía no se decide conscientemente, pero sí que el contexto en el que estemos influirá bastante, incluso un entorno lleno de cuestionamientos. Por eso es momento de repensar y reescribir imaginarios excitantes, también desde aquellos parámetros que impliquen autocuidado. Es necesario hablar de esto y buscar, aunque sea en juegos dialógicos, otras formas de explorar la carne, de compartir el gozo. Sin duda las fantasías tienen un gran papel en la creación de esas nuevas narrativas.

Parece evidente la influencia del feminismo en nuestras fantasías, en la forma de experimentarlas y expresarlas, he ahí la importancia de continuar este diálogo, en lo íntimo/político, como se nos antoje y con quien(es) deseemos.

Lagarde, Marcela. “Claves feministas para la negociación en el amor” Memoria del curso Managua 5 y 6 de diciembre, Managua, Nicaragua, Puntos de Encuentro, 2001.