Mario Jaime

Reseña

Sobre Calígula se han escrito tratados, desde sádicos hasta psicoanalíticos forenses.

Cayo César Augusto, hijo del adorado Germánico, se ha convertido en un símbolo de demencia dictatorial; usado para resaltar el célebre apotegma de que todo poder corrompe; y el poder absoluto corrompe absolutamente.

Richard Pinzón Gil escribe y dirige “Calígula y sus engendros”, pieza que explora no sólo la corrupción del poder a manos de un loco sino la hipocresía y el veneno de aquellos mismos que lo sostienen y lo traicionan.

Como una versión libre –más que histórica, mítica-  Pinzón Gil bebe de Albert Camus, Suetonio, Robert Graves y hasta fuentes cinematográficas variadas para ofrecer un espectáculo de diversos cuadros, puesta en escena museográfica en dónde el drama fluye hacia el desvarío de sus personajes.

En una propuesta de teatro itinerante, el público camina para atestiguar estampas en la vida de la corte y sus miserias abyectas. Casi se puede tocar a las encarnaciones, ser partícipes de sus orgías y sus banquetes, como un teatro de cámara abierta.

Se asiste a niveles oníricos que escandalosamente nos remiten a una realidad contemporánea más que a sucesos de hace dos mil años, en donde el poder por el poder vuelve ciegos a sus representantes que poco a poco se bañan en la megalomanía y la psicosis.

El dramaturgo presenta una versión libre y variada de personajes que cargan sus propios infiernos. Un Claudio – que a diferencia de la persona real, tartamuda, pusilánime y contrahecha- es un demagogo cortesano traidor, con labia clara y contundente en pos de la corona. Una Mesalina –más que ninfómana- histérica, cómplice del complot contra el César. Lucila – que no Drusila- esposa y hermana de Cayo, desquiciada por el incesto y el crimen contra los dioses y contra el Derecho, al ser doblemente adúltera, que termina por fingir su muerte para intentar corregir una existencia sumida en el dolor.

Cuenta Suetonio que Calígula obligó a uno de los mimos más famosos de Roma ser sodomizado en su propia boda por él mismo; en esta versión es el propio cuñado, un Patricio afeminado es el objeto del deseo, el juguete sexual del emperador alienado por ese torbellino.

Senadores, mujeres usadas y fingidoras, guardias irracionales y una Sombra que representa el placer o la razón completan el círculo que rodea al protagonista, un Calígula que encarna todos los matices con que se le ha estigmatizado: infantil, berrinchudo, holgazán, lunático, megalómano, homicida, egocéntrico, lujurioso y al final…víctima de sus propio engendros –no sus pasiones internas- sino los buitres que le rodean fraguando su caída.

La obra explora varias tesis; el afán por ser amado, el deseo arrollador por lo inefable, lo imposible, una crítica política evidente y al final, la contradicción del vacío en la vida humana.

Si desea reflexionar sobre estos temas; “Calígula y sus engendros” se presentará este 17 de diciembre en el Pabellón Cultural de la República en Cabo San Lucas a las 19: 30 horas y el 18 de diciembre en La Circo, Centro de San José del Cabo.