La nota sobre el morro que se puso a escribir cosas en Whatsapp diciendo que podría «arremangar» a las mujeres que asistirían a conmemorar sus derechos adquiridos, necesita de una reflexión mucho mayor que la de algo pasajero. Las feministas lo saben muy bien y lo hacen muy bien con sus protestas y dichos que a algunos les parecen exageradas, tan exageradas que cometen la barbaridad de llamarles feminazis.

Este chiquillo quizá tenga entre 15 o 18 años, pues está en la prepa, y ya carga consigo un arma aunque sea de juguete para amedrentar [amedrentar es un eufemismo, cualquier palabra en este caso es un eufemismo] a sus compañeras de grupo.

En qué cabeza cabe. Bueno, pues vamos viendo. Todos podemos meternos en discusiones en Facebook y a partir de ellas darnos cuenta de cómo las posturas y pronunciamientos hierven de forma muy distinta en las redes, haciendo sacar declaraciones inverosímiles, pero también esas otras que abarcan a un joven que lleva una pistola de juguete a la escuela luego de haber dicho que no se quejen si aparecen con la cabeza cortada al lado de Soriana.

No estamos para nada. Estamos para todo. Y se tiene que señalar ese punto mucho más si surge en una institución educativa. Bravo por las chicas que plagaron de notas los baños y el periódico mural de su escuela.

No quiero ni imaginar qué sería yo a mis 15 años acomodando los libros en mi mochila pensando que a lo mejor ese día me topo con una exquisitez de estupidez como la que dijo ese compañero del Conalep, y que ya no pueda ni regresar a casa.

Bravo también por las chicas que dijeron: yo no voy a ir a la escuela hasta que se solucione lo que se va a hacer con este individuo.

Y además lo que se va hacer con nuestra cultura de donde salen este tipo de sujetos. No voy a agarrarlo a él y ponerlo en una hoguera, quiero ser comprensivo un poco sin quitarle ninguna responsabilidad –que quede claro– de lo que escribió en sus grupos de Whatsapp y sobre el arma que llevó.

Pero algo habría qué hacerse cuando nos llenamos la boca de toda esa paridad de género y respeto por las mujeres, si en una escuela un jovencito tiene la confianza como para decir que ojalá las maten a todas.

No quiero ni verlo eso. Por favor.

Ahora bien, no es que un «hecho aislado» que determine los porcentajes del INEGI respecto a Baja California Sur, es que por algo se deja ver la furia de las mujeres un 8 de marzo. ¿Vas a comparar este caso del chico del Conalep Los Cabos con un graffiti el Día Internacional de las Mujeres?

Es una violencia absoluta lo que acaba de pasar y no creo estar sobrevalorando unos dichos y unos audios de este joven. Porque probablemente tenga una madre, una hermana, y en el futuro hijas o sobrinas a las que les quitará el derecho moralmente de manifestarse contra la violencia que precisamente él está cometiendo. Y con cometerlo justifica todo contra lo que se está burlando de manera atroz e incluso amenazando de muerte con las características de la violencia organizada.