En El Litoral
Alfredo Zuloaga González
Honestidad y solidaridad, son actos que deben llevar arraigados los seres humanos para lograr llegar a la empatía. Ser honesto y solidario hace la diferencia si se predica como ejemplo. Decía Borges que hay que conocer la solidaridad en los hechos históricos de los poblados, para no dejar a cuestas su futuro.
Nuestro Estado, desde que era un territorio dividido por el distrito norte y sur, ha sido un ejemplo de administración social. Desde 1917, cuando surgen aquellas inquietudes y dudas del; ¡¿Por qué no había un jefe de territorio que fuera nativo y que se preocupara realmente por las necesidades de los y las sudcalifornianas?! Los dados del destino jugaron su papel y al ser asesinado Venustiano Carranza, entra a la contienda el grupo Sonora a cubrir los meses que quedaban de mandato. Precisamente a Adolfo de la Huerta. Se envió la petición telegráficamente, con la vehemencia de tener un gobernador nativo, que fuese amasado entre la gleba sudcaliforniana. De la Huerta recordando su visita hace algunos años a estas tierras, sin pensarlo mucho aprobó la petición.
Contendieron Agustín Arriola Martínez por el lado civil y el coronel Urbano Angulo, todo a las secuelas de la Revolución Mexicana. Ganó el civil. Se cuenta entre las viejas voces que el pretexto del interior de la República era que no teníamos gente capacitada para dichos cargos, como también se cuenta que le pidieron su opinión a un viejo ranchero, expresando; “¿Cómo vamos a saber si un caballo es ligero si no se cala?”.
Para 1924 vuelve la presencia del castrense. Lo demás, ahí sigue guardado en la historia. Personajes que dentro de sus aciertos y sus errores han forjado lo que hoy es el espíritu de Baja California Sur y mostraron que un pueblo que se mueve hacia una sola causa, comparte solo una idea: El bien común. No fue hasta 1970 que el territorio alcanza su mayoría de edad y se convierte en Estado libre y soberano.
En alguna ocasión, mandé la petición al Congreso del Estado dentro de un concurso de ensayos en el que obtuvimos mención honorífica, que aquellos que llevan la historia como vocación y profesión, tomaran ciertos puntos importantes de todos los ensayos participantes para que, en coordinación con las instituciones responsables, decretaran uso de los mismos y fortalecieran la historia sudcaliforniana en los niveles educativos del Estado. Dada la importancia a que los adolescentes conocieran más a fondo sobre la raíz de su región.
Ya por otros asuntos, escuchaba hace algunos días a un creador de contenido digital, el cuál lanzó una pregunta a un personaje que lo entrevistaba. La cuestión era, que si ¿A quién le gustaría que un mecánico le hiciera una operación en el hospital? O al revés, que una doctora le solucionara un asunto de motor. Lo mismo ocurre en la abogacía, ¿se imagina a un carpintero de profesión oponiéndose o a la defensa de los derechos y las leyes? Siendo estas mismas junto con el código deontológico, al igual que en varios rubros, una ciencia. Asimismo, tanto en política como en las ramas de la salud, hay que conocer la anatomía y la fisiología de los seres. El politólogo es el que conoce sobre la anatomía de los pueblos y la fisiología del ejercicio del poder. Ojalá que aquellos surjan.
Zona Literaria
“Todos en contra de Willy Casper”.
Capítulo I
¡Que lo haga Willy Casper!
El chasquido del encendedor en el rodaje, haciendo fricción con la piedra que sacaría la chispa para consumir en segundos las ramas secas de un pino navideño, la segunda semana de un enero: “Que lo haga Willy Casper”. Decían sus amigos. Willy era el más arrebatado de 3 jóvenes adolescentes, en aquellos tiempos cuando no importaba el dónde.
“Allá va el travieso de Willy Casper”, se escuchaba entre las voces de la pequeña ciudad de Santa Isabel de las Casas. Pero también viene con Rony Ríos el “Doble R” y Adán el “Curriqui” Almanso, quienes ya eran señalados desde corta edad por haber cometido algunas fechorías de mínimo castigo, aunque para algunos, eran focos de alerta puesto que estos jóvenes se iban criando para futuros maleantes de la zona.
Willy Casper había sido criado por su abuelo, el señor Lorenzo Mallaga, un ranchero que llegó a la gran urbana para emprender con su negocio de talabartería. Willy también había aprendido todo sobre el manejo de las pieles, tanto de costura como de sellado. Para su abuelo era pieza fundamental en la producción. Sin embargo, al ser un adolescente, Willy estaba más interesado por encajar a la índole social, conocer a amigos e ir a convivir a los parques o zonas más populares de la ciudad. Es ahí cerca de su barrio donde conoce a Rony Ríos y Adán Almanso, el primero dos años mayor que él, el otro de su misma edad. “Deja que lo haga Willy Casper”, entre ellos se escuchaba cada que iban a realizar algunas travesuras.
A la edad de seis años llega a la ciudad el pequeño Willy Casper. Su habilidad para relacionarse se destacó desde muy temprana edad. Sabía cómo llegarle a las personas para obtener su cometido, o simplemente adquirir su amistad. Desde niño se miró más interesado por las cuestiones de exploración con el descubrimiento. Analizaba las situaciones donde él mismo se creaba sus dudas y sus respuestas. Le gustaba conversar con los adultos y les lanzaba preguntas a diestra y siniestra. Es por eso que todos cerca de su barrio le denominaron “El Niño”.
Un siete de enero de mil novecientos noventa y cinco, los tres jóvenes rondaban por las cuadras del centro. Caminaban y tiraban charras entre ellos. Tocaban las puertas y salían corriendo. Reventaban algunos vidrios de viejas casas, les gritaban palabras altisonantes a las personas, <<parecía una competencia para ver quién realizaba más travesuras camino al muelle>> entre otras no menos molestas. De pronto, el “Double R (ar)” –como le decían sus amigos-, saca un encendedor de su bolsillo….