Pablo Chiw Díaz

Para responder la pregunta afirmativamente se necesita reunir los siguientes criterios: aversión, rechazo intenso, deseo del mal, enemistad y repulsión. Si la forma en que la compañía le ha tratado, le ha llevado experimentar las emociones anteriores entonces podemos sostener que, en efecto, usted odia a Telcel, o más bien dicho, ha llegado a odiar a Telcel. Porque seamos sinceros, somos buenas personas y perdonamos, dejamos ir, olvidamos relativamente pronto, así nos pasa en las relaciones amorosas y también nos sucede en las relaciones con las empresas. No valen tanto la pena amargarse la existencia porque ya le robaron el saldo, le cobraron servicios que usted no contrató o el internet se cayó a mitad de su presentación.

Yo soy mal pensado por experiencia de vida. Ya había un historial de injusticias entre Telcel y yo. En una ocasión, por ejemplo, le puse 200 pesos de saldo, apagué el teléfono y al día siguiente lo prendí, intenté llamar y ¿qué creen que pasó?: “Estimado usuario, el saldo de su amigo se ha acabado…” Llamé a atención al cliente y la amable señorita me confirmó que, en efecto, mi saldo se había agotado y nada más, la única alternativa era poner más saldo. Expliqué la situación, la imposibilidad de que me hubiera acabado el saldo con el teléfono apagado y te la pellizcas papi, no pude hacer nada, más que sentir aversión, rechazo intenso, enemistad, repulsión; odio contra Telcel.

Desde aquella vez hasta el día de hoy habrán pasado algunos cinco años, creo que he madurado un poco en este tiempo y ahora cuando tengo emociones así de intensas me siento a platicar con ellas, las escucho y tomo las decisiones que sean necesarias para transitar a un lugar mejor.

Tropecé de nuevo

Había jurado jamás tener algo que ver con Telcel de nuevo, pero la pandemia cambió las cosas, me vi obligado a contratar el famoso modem inalámbrico, tuve que decir sí a huevo a una relación de dos años con alguien que ya me había engañado tantas veces, habría de tropezar de nuevo y con la misma piedra.

Uno es ingenuo por naturaleza, pensé que ya estaba maleado, que ya tenía calle, que ahora si iba a revisar el contrato exhaustivamente, que iba a leer todas las letras chiquitas y en verdad que así lo hice, de hecho, me detuve en una clausula que me pareció sospechosa; la ubicación del modem.

Le pregunté al ejecutivo cual era la distancia en que podía mover el modem sin ser penalizado, él me dijo que podía hacerlo en mi vecindario; “una vez que registras la ubicación, el modem detecta cual es la antena con la señal más fuerte, tendrías que irte a otro vecindario en donde encontrara una antena con la señal más fuerte para que se registrara otra ubicación”. La explicación era contundente, pero mis heridas del pasado me obligaron a indagar más. O sea, ¿puedo moverlo dentro de mi casa? “Efectivamente, sin lugar a dudas, definitivamente” repetía confiadamente el ejecutivo.

Claro, los primeros días cuando regresas con tu ex son maravillosos, llegué a pensar que Telcel había cambiado, incluso fantaseaba con las cosas buenas que estaban por venir entre nosotros, reflexioné sobre el perdón y las segundas oportunidades, quizá ahora con el gobierno de AMLO Telcel había entrado en cintura. Pero los cristales de mi ilusión se rompieron en pedazos.

Tenía que limpiar la mesa en donde estaba ubicado el modem, así que lo moví a la orilla de la mesa, recuerdo muy bien ese momento, porque en ese instante supe en dónde me había metido, estaba encerrado en un contrato de dos años con un mentiroso compulsivo, él era el mismo de siempre, no había cambiado nada.

Regresé el modem al centro y me llegó la notificación al teléfono celular, “se ha detectado un cambio de ubicación en su modem inalámbrico”, “tienes que pagar 100 pesos”. No quise entrar en pánico, quería engañarme a mi mismo, quería negar la realidad, así que traté de mantener la calma y llamé a soporte técnico, presioné el número uno para atención en español, escuché el menú de opciones y elegí la opción 6, asesoría técnica para el equipo, me contestó Telcel, le expliqué la situación y me dijo; “Entiendo, en ese caso tiene que pagar cien pesos para poder seguir disfrutando del servicio”, le dije que no, que no había movido el modem fuera del vecindario, ni siquiera fuera de mi hogar, le dije que lo había movido de un lado de la mesa al otro.

Telcel me dijo, “A ver, imagina que tienes dos cuadros de vitro piso, ¿sí? Si tu mueves el modem de un cuadro al otro, entonces la ubicación del modem ya cambió, ¿cierto? En el contrato dice muy claramente que, si se registra un cambio de ubicación, tú tienes que pagar cien pesos, es muy claro”.

Su tono de voz, esa amabilidad fingida diciéndome; “te chingué, te chingas y me pagas” me hizo sentir una rabia tan visceral que me hizo hervir la sangre, “tengo que hacer algo, tengo que hacer algo, me repetía compulsivamente”. Así que tomé las llaves de la camioneta y me lancé a la sucursal donde había hecho el contrato, Soriana Forjadores, justo a lado del Burger King abandonado.

Soy una persona medianamente inteligente, tengo estudios, he visto un chingo de veces la película de V de Vendetta y un chingo de episodios de Doctor House y Sherlock Holmes, los cuales me enseñaron que pensando se pueden resolver los problemas más difíciles. Así que ideé un plan maestro (de ahora en adelante imagínate lo que te voy a contar con musiquita acá bien misión imposible).

Llegué al establecimiento y estaba un agente con saco negro y camisa blanca en la entrada, estaba armado con su pistola térmica infrarrójica, llegó mi turno de pasar y el agente me detuvo, me puso la pistola en la cabeza y mi corazón galopaba salvajemente, no podía permitir que me traicionaran los nervios, recuerda tu entrenamiento, me repetía Morpheus de Matrix en mi inconsciente. El agente, me miró fijamente y le sostuve la mirada, ¿a qué viene? Me preguntó, muy seriamente le dije, quiero información sobre el servicio de modem inalámbrico y el tipo jaló el gatillo, cerré mis ojos, el bajó su mirada para revisar la lectura que le arrojó la pistola… “pase por su turno”, estaba adentro.

Dentro de Telcel, todos los ejecutivos están programados para hacerte daño, cada mañana son sometidos a un proceso de estilización corporativa sistemática, baño, afeitada perfecta, peinado impecable, saco, corbata, camisa, zapatos relucientes, son perfectos. Pero su belleza exterior es plástica, por dentro, todos y todas, han sido programadxs para una sola cosa; vender productos y servicios de mala calidad a sobreprecios y bajo términos y condiciones infames.

Llegó mi turno y me atendió el ejecutivo, le dije que me gustaría tener información sobre el servicio del modem inalámbrico, me habló de los paquetes, los datos, los costos y entonces, cuando creyó que me tenía convencido, le pregunté, así como desinteresadamente y volteando para otro lado ¿Oye y puedo mover el modem?  se trataba de mi jugada maestra, estaba haciendo el jaque y el ejecutivo tenía la posibilidad de descubrirlo, de ver la amenaza, pero no lo hizo, tal vez subestimó mi camisa descolorida o mi piel quemada por el sol, un pobretón insignificante.

Claro que sí me contestó, lo puede ubicar en cualquier parte de su casa… ¿Si lo puedo cambiar de un cuarto a otro? Sin ningún problema, me dijo. ¿Y si lo cambio de un lugar a otro en mi propia casa, no me cobrarían? No, claro que no. El cobro se hace en caso de que se mueva a otro sector, donde la señal se pierda y encuentre una nueva, pero de ninguna manera va a pasar dentro de su casa. ¿Y si pasa? Insistí, “no va a pasar” exclamó haciéndose acompañar de una exhalación risueña y confiada.

El juego había terminado, jaque mate

Háblale al gerente, le dije al muchacho de manera imperativa. Se quedó pasmado por un segundo ¿Perdón? Nunca, le respondí. Pero él se refería a que le repitiera lo que había dicho, no se estaba disculpando. Ah, que le hables al gerente por favor porque acabo de llamar a servicio al cliente por haber movido el modem de un lado al otro de la mesa de la casa y me dijeron que a huevo tenía que pagar cien pesos y tu me estas diciendo todo lo contrario y cuando contraté el servicio me dijeron lo que tu me dijiste y eso que tu me has dicho, son mentiras, cochinas mentiras.

Llegó el gerente y le dije todo, todo, todo. Él no podía defenderse, porque allí estaba su empleado aceptando que me había dicho lo que me había dicho, pretextos, contradicciones, tartamudeos. Yo estaba empoderado, pues tenía a la verdad y a la razón de mi parte y ellos tenían el cuerpo de la mentira allí acostado sobre la superficie de su cubículo. Por fin, había descubierto infraganti a Telcel en la cama con su amante el engaño, revolcándose como puercos, disfrutando de la riqueza hecha a fuerza de robos, mentiras, fraudes y engaños.  Practicas que volvieron a su propietario el hombre más rico del mundo entero.

Me regresaron el internet, borraron el registro de mi modem e hicieron uno nuevo, me dijeron que, si volvía a pasar, regresara y no me iban a cobrar ni un peso. Yo sobreviví al cargo injusto, pero sé que hay muchos otros y otras que no lo harán, sé perfectamente que muchas personas habrán de pagar esos cien pesos, quizá cuando el gato tumbe el modem, o cuando el hijo adolescente lo cambie de cuarto para tener mejor señal, es más, quizá el modem nunca será movido pero la notificación llegará y el cobro lo aceptarán a regañadientes, maldiciendo al gato, al adolescente y sintiendo esa aversión, repulsión, rechazo intenso, ese odio contra Telcel.

Las empresas telefónicas son como los hombres

Se lo que muchos van a decir; ATT está peor, a mi Unefón me hizo más daño que ninguna, Movistar se las gana a todas y por mucho y sé que tienen razón. Aquí en México, las empresas telefónicas son como los hombres, todas son iguales. Pero nosotras ya no somos las misas personas que antes, México está cambiando por primera vez en la historia reciente de nuestro país las y los ricos están pagando impuestos, hoy que existen condiciones para el cambio, necesitamos hacerla de pedo más que nunca, por eso hice esta página en el feis; https://web.facebook.com/Odio-contra-Telcel-258345268071659/ una plataforma para planear más jugadas maestras que traigan justicia a nuestras vidas, podemos soñar con un internet más rápido, más barato y sin engaños, ni mentiras.