Soy lector permanente de El Organismo. Desde que me topé con él, me llamó mucho la atención tres secciones con títulos muy sugerentes: Academia, EcoTerritorio y Mi Opinión de Mierda; no sabía cómo decir a sus editores que quería ser colaborador en alguna de esas secciones. Fue después de que terminó un programa virtual con periodistas que organizó la Brigada Ricardo Flores Magón en memoria del compañero Ezequiel Lizalde Rodríguez donde participaron Daniela Pérez, Noemí Zamora, Témoris Grecko, Alan Flores, Carlos Ibarra, Marco Mejía; pregunté al Bróko Lee si podía colaborar en la sección Mi Opinión de Mierda; la respuesta fue inmediata y afirmativa y empecé una nueva etapa de escribidor de artículos de opinión, espero seguir haciendo lo que empecé hace 45 años por voluntad propia, por pensamiento y sentimiento, la inmensa mayoría artículos de opinión contra el poder de arriba, contra el poder político, contra el poder del dinero, contra el poder universitario, contra el poder del charrismo sindical, en suma, contra el capitalismo opresor, explotador y depredador; aunque también fui muy recurrente en artículos de opinión relacionados con la historia sudcaliforniana y el patrimonio cultural, sobre todo en esta última década, y más recientemente artículos de la memoria (movimientos sociales y genealogía).
¿Por qué seleccioné Mi Opinión de Mierda como la sección principal de mis colaboraciones en El Organismo?: en esas cuatro décadas, no pocas personas representativas del poder de arriba pensaban que mis artículos, además de extensos y tediosos, “enfadosos” como decimos popularmente, eran también una opinión de mierda, así lo escuche directamente por varios de ellos de manera despectiva o por interpósita persona, sobre todo cuando se ponía el punto sobre la íes o se ponía el dedo en la llaga, que era lo más común. No tengo ninguna duda que la inmensa mayoría de los artículos que escribí fueron discordantes con la clase política gobernante en el estado y en la Universidad, pero sobre todo incomodaban mucho al poder de arriba, aunque debo reconocer que en más de una ocasión cometí excesos, como me lo hicieron saber en su momento, propios y extraños.
Empecé elaborando artículos de opinión contra el poder en algo que llamábamos periódico , eso era para nosotros y nosotras, jóvenes irreverentes. pero que era tamaño carta, llamado El Militante, órgano de información del Grupo de Acción Popular simpatizante del Grupo Comunista Internacionalista, que a su vez era simpatizante de la Cuarta Internacional, allá por el año de 1975, “tipeado” con máquina de escribir sobre un stencial que después servía de molde para imprimirse en un mimeógrafo manual, pocos años después utilizamos stenciles para quemador electrónico, impreso con mimeógrafo eléctrico; y más adelante, solo se formaban en galeras con máquina de escribir o con las primeras computadoras de pantalla verde y amarilla que había, y se llevaba con un conocido impresor del movimiento, que nosotros llamábamos “Don Nacho”, hasta que concluyó la etapa de El Militante como órgano de la regional Baja California Sur del Partido Revolucionario de Los Trabajadores, sección mexicana de la Cuarta Internacional, a finales de la década de los noventa.
Durante casi 10 años nuestros artículos de opinión fueron vetados en la prensa comercial, acceder a ella era una proeza, hasta que abrió la puerta la revista Compas donde escribía con regularidad artículos de opinión en una columna que llamé Punto de Vista Internacional acerca de la última parte de la guerra fría, de la perestroika, de las guerras imperialistas localizadas y del derrumbe del llamado campo socialista; por un tiempo, también en el periódico La Extra escribí artículos contra el poder político principalmente y por casi tres décadas en el periódico El Sudcaliforniano, donde alterné artículos contra el poder de arriba con artículos histórico-culturales.
En 2019, cuando el periódico local El Sudcaliforniano cumplió 50 años de haberse fundado escribí un artículo de opinión como el que ahora escribo, pero por alguna razón que desconozco nunca se publicó, y desde entonces fui excluido como colaborador, de hecho un año y medio antes se habían quedado en la redacción dos o tres artículos de opinión que nunca se publicaron.
No tengo claro en qué momento empecé a escribir artículos de opinión en El Sudcalforniano, pero debió haber sido hace casi tres décadas. No recuerdo que día ni qué año. Creo que fue porque un día salió una nota periodística en contra de alguno de los movimientos sociales independientes donde participaba y días o semanas después, no sé, me presente a la redacción a decir que quería escribir artículos de opinión de manera voluntaria, o sea sin paga. Nunca fui coincidente con la línea editorial de El Sudcaliforniano, pero a decir verdad diferentes directores que hubo en el periódico me permitieron escribir lo que yo quería, de la manera que quería y con la ideología que profesaba. Creo que sólo hubo una o dos veces que me dijeron que debía quitar una parte de mi artículo, no me acuerdo sobre qué temas, pero mejor les dije que no los publicaran.
Mis artículos publicados en El Sudcaliforniano siempre fueron firmados con mi nombre y apellidos, no eran siglas, ni seudónimos, como lo venía haciendo en el periódico artesanal El Militante. Al principio los artículos eran escritos en una vieja Olivetti de esas azules y los llevaba impresos a la redacción, después los escribí en esas computadoras de pantalla amarilla reproducidos en las antiguas impresoras de puntos, y en esta última década enviaba los artículos vía correo electrónico.
El contenido de los artículos publicados en El Sudcaliforniano no eran coincidentes, como dije, con la línea editorial, pero si era discordante con el poder: discordante con el poder público, con el poder del dinero, con el poder político, con el poder universitario, con el poder del charrismo sindical. A lo mejor esa discordancia que se firmaba con nombre y apellidos no le hacía mella a la línea editorial del periódico porque la responsabilidad recaía en el autor, y cualquier incomodidad con el poder por lo que publicaba, pues no había mayor problema para el periódico porque finalmente la responsabilidad del contenido era de quien escribía el artículo. Lo cierto es que muchos posicionamientos ideológicos desde la izquierda, muchos movimientos sociales disidentes y diversos movimientos de solidaridad con las revoluciones, con organizaciones y pueblos de México y el Mundo aparecieron publicados en El Sudcaliforniano como artículos de opinión que escribí.
Fue así que me mantuve en calidad de colaborador voluntario en El Sudcaliforniano con artículos de opinión durante alrededor de 30 años hasta 2018; y cuando cumplió 50 años de haberse fundado quise hacer memoria de cuándo y cuál fue el primer artículo que escribí, pero no lo recordé; no me queda claro si en los primeros 20 años de su existencia había en El Sudcaliforniano algún articulista de opinión que expresara la ideología declarada desde la izquierda y que intentara ver la realidad local, nacional e internacional con esta perspectiva, creo que no.


Hay un evidencia importante: en 1998 tuve la distinción de obtener el premio estatal de periodismo en la modalidad de Artículos de Opinión, esa distinción me permitió que la Universidad Autónoma de Baja California Sur, el Instituto Sudcaliforniano de Cultura y la Dirección de Cultura, Acción Cívica y Social del IX Ayuntamiento de La Paz publicara un libro titulado Notas para una historia sudcaliforniana de la década de los noventa con 83 artículos, la mayoría de ellos habían aparecido en la páginas de El Sudcaliforniano entre 1992 y 1998, organizados en tres partes con una diversidad de temas como Política, Elecciones y Otras Cosas; Economía, Precios y Salarios; y, Problemas Laborales y Sindicales.
Más tarde, en 2004, la Universidad Autónoma de Baja California Sur y la Universidad de Sonora publicaron mis artículos de opinión, en su mayoría también publicados en El Sudcaliforniano en un libro titulado Notas para una historia de la Universidad Autónoma de Baja California Sur 1996-2003 que contiene 75 artículos la mayoría de ellos publicados también en El Sudcaliforniano, que se convirtieron probablemente en la única historia de la UABCS desde la convulsión universitaria que se vivió en 1996 con la huelga general que duró casi un mes por la crisis de reelección del rector Jesús Druk hasta la reelección del Rector Jorge Alberto Vale Sánchez en 2002. Actualmente se encuentra todavía en imprenta de la Universidad (desde hace 5 años) los artículos de opinión que se agruparon en otro libro titulado Notas Para una historia de la Universidad Autónoma de Baja California Sur 2004-2015 con 100 artículos de opinión publicados en su mayoría en El Sudcaliforniano que es una continuidad del libro anterior desde las huelgas laborales y reforma a la Ley Orgánica que no permitía la reelección y elegía al Rector por voto universal, directo y secreto ponderado hasta la crisis de legalidad que vivió la Universidad después de la renuncia del Rector Rodrigo Guerrero Rivas en 2010 hasta la confrontación interna entre la mayoría del Consejo General Universitario y la Junta Consultiva quiénes cada uno y una por su lado cada nombraron su propio Rector (Javier Gaytán Moran /Gustavo Cruz Chávez y Carlos Villaviciencio Garayzar), motivo por el cual una docena de profesores-investigadores fueron denunciados penalmente por sedición, entre los que me cuento, después de una manifestación en la que participamos en el edificio de Rectoría.
Algo que nos llena de satisfacción fue la oportunidad que se nos brindó para publicar en dos planas de El Sudcaliforniano una serie artículos histórico-culturales en extenso a manera de crónicas sobre la historia de Baja California Sur, que dieron lugar a dos libros más: Breve historia de los pueblos mineros de Baja California Sur en coautoría con egresados y profesores de la UABCS y de la Escuela Normal Superior, y Brevísima historia de los municipios de Baja California Sur, en coautoría con egresadas de Historia y Economía de la UABCS, que ya fueron publicados por la Universidad Autónoma de Baja California Sur en 2017 y 2018.


En 30 de los 50 años de vida de El Sudcaliforniano tuve la oportunidad de expresar nuestra forma de pensar, nuestro estilo de escribir y una manera de dar voz a los que no tenían voz a través de muchos de los artículos que escribí. Lo hicimos voluntariamente, por pensamiento y sentimiento, por el gusto del deber cumplido. Ahora se abre un nuevo ciclo para que con Mi Opinión de Mierda quede mucho más claro ese pensamiento anticapitalista y antipatriarcal, en un medio alternativo como es El Organismo. Aprovecho para agradecer a los editores la oportunidad de tener nuevamente la voz de la palabra escrita en un medio de comunicación, y que mejor en una medio alternativo o como se llame.
La Paz, Baja California Sur, a 21 de febrero de 2021.