Un proyecto de localización de fosas clandestinas está siendo diseñado por el Programa de Derechos Humanos de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, Centro Geo, Data Cívica y Elementa DDHH, basado en los datos de desaparecidos en Baja California: 12 mil desde 2007; y 144 fosas.

El objetivo es desarrollar una base de datos con la que se puedan identificar patrones en los hallazgos, basados principalmente en dos conceptos clave: accesibilidad espacial y privacidad espacial de los sitios en los que se encuentran o pueden encontrarse las fosas.

Si bien es comprensible que el lugar para un entierro clandestino sea alejado, solitario, el identificarlo mediante datos concretos permitiría buscar en otros sitios donde presuntamente habría altas probabilidades de que haya una fosa.

La investigación está contenida en el documento «Hallazgos de fosas clandestinas: uso de análisis geoespacial para la búsqueda de personas desaparecidas en Baja California, México».

Este trabajo asume también que las fosas clandestinas, al estar en un grupo y en cierta zona, no obedecen a un orden aleatorio, sino a espacios específicos con los que se podría descubrir otros sitios de acuerdo a su proximidad, facilidad en el acceso y privacidad del terreno.

Aseguran que donde se ha hallado una fosa hay altas probabilidades de encontrar otra en un rango de 18 a 28 km, una distancia amplia pero que se va descartando de acuerdo a otras características.

El 32 por ciento del espacio de Baja California cumple con los elementos de clandestinidad, con baja visibilidad y de fácil acceso. Lo que quizá no facilite las búsquedas y por ello sea una necesidad esta base de datos.

Han ido más allá en cuanto a los rasgos, argumentando que la flora de un lugar en donde ha habido fosas clandestinas (o hay) presenta un verde más intenso en sus hojas debido al nivel de Nitrógeno que contiene un cuerpo humano, mucho más del necesario para una planta en un espacio de 3 metros cuadrados, lo que agrega otro rasgo referencial.