El gobernador dijo no poder tomar postura sin haber revisado los argumentos de ambas partes en cuanto a la ampliación de muelle Pichilingue, que daría entrada a cruceros con capacidad de hasta 6 mil pasajeros. Puso en entredicho si la contaminación de los cruceros es mayor a la de otras y dejó el tema en manos de Semarnat. Dijo que no participaría a favor de las empresas que promueven este modelo, en caso de que impliquen un riesgo al medio ambiente.

El gobernador Víctor Castro Cosío aseguró que si existe una actividad que dañe el medio ambiente en relación a los cruceros, él no va a participar a favor de esas empresas. Pero agregó que si las empresas logran justificar con documentos certificados «a nivel de las reglas nacionales e internacionales» no será opositor al desarrollo económico.

Sostuvo una reunión hace una semana con activistas representantes del frente ambientalista «Movimiento por la Sana Bahía de La Paz». Este frente es un conglomerado de ciudadanos preocupados y ocupados en defender la bahía de lo que consideran un ultraje con fines meramente económicos ajenos al beneficio de los paceños y en detrimento de la flora y fauna del llamado «Oasis del mundo».

Ante esta postura de los ambientalistas, y luego de que le entregaran personalmente documentos en los que se argumentaban los riesgos medioambientales y las omisiones de la empresa promotora del muelle para cruceros en Pichilingue, el gobernador dijo no poder tomar una postura sin escuchar las dos partes. Es decir que hace falta escuchar los contraargumentos de los empresarios, cosa que es inminente, dado que el día de hoy termina la consulta pública abierta por Semarnat para presentar las observaciones a la Manifestación de Impacto Ambiental del muelle en Pichilingue.

¿No es la Manifestación de Impacto Ambiental los argumentos técnicos de los promoventes del proyecto?

Los representantes del Movimiento por la Sana Bahía de La Paz, entregaron al gobernador, además de las observaciones hechas por especialistas, científicos, prestadores de servicios y organizaciones de la sociedad organizada, la lista con más de 9 mil firmas de ciudadanos radicados en la ciudad que están en contra del proyecto, delineando el asunto de API-BCS-Pichilingue-Cruceros no sólo como problema ambiental o económico, sino social.

«Ellos dan sus argumentos, pero hay que escucharlos todos, no puedo hacer compromisos con ustedes mientras no escuche al resto de los actores […] hay otras voces que sostienen que los cruceros son los menos, que perjudican más embarcaciones de otra índole que usan otro tipo de combustóleo, aceites en la bahía», declaró el mandatario cuando se le pidió que fijara una postura.

Ante la pregunta de si había que decidirse entre conservación del medio ambiente o desarrollo, contestó: «en el mundo entero han ido conviviendo estos dos aspectos». Sin embargo, habría que abundar más en esta declaración, poniendo ejemplos concretos de qué ciudades que han dejado entrar este tipo de proyectos han podido convivir realmente sin el detrimento de la vida social y del medio ambiente al que se introducen.

Pero estas son interrogaciones que no contempla un documento como la Manifestación de Impacto Ambiental, que funciona como un embudo que descarta todos los problemas que flotan alrededor de los proyectos, y se concentra sólo en el punto del impacto ambiental.

Aunque Víctor Castro dijo atenerse a lo que considerara la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), poniendo en manos de las autoridades competentes una decisión de este peso, no dio información sobre la opinión técnica que la Secretaría de Infraestructura, Planeación Urbana, Movilidad y Medio Ambiente (SEPUIMMA) pudo haber hecho llegar a la Semarnat, y ni siquiera si hubo una opinión técnica, o por lo menos el interés en emitirla.