Por Mario Jaime

La tierra hace 55 millones de años.

Hace calor en el mundo. Sonidos tropicales se expanden al ritmo de palmeras rebosantes de cocos, pantanos, cocodrilos y tortugas que anidan cerca del polo norte.

La frontera del Paleoceno-Eoceno observa un calentamiento global que se ha desarrollado por más de 150 millones de años y ahora alcanza un máximo. En milenios ha disminuido dramáticamente el carbono disuelto en el océano. La vida resurge con el calor. Bienvenido el verano perpetuo. Los quistes eclosionan, las semillas despiertan de su letargo y las planicies se pintan de verde. Otra vez, miríadas de insectos salen a revolotear y ha ser tragados por hordas de roedores. Las flores se expanden. La selva es un óleo psicodélico y rejuvencido pero aquellos chiquitines acostumbrados al frío sufrirán un genocidio. Los foraminíferos, eternas bolitas enconchadas, llorarán de nuevo. Miles de especies con estos diseños artesanales microscópicos morirán debido a las elevadas temperaturas.

Tan solo en la Antártida se puede registrar 20° C en la superficie del agua. Los peces loro y los tiburones puntas negras son felices mas el plancton de armadura sucumbe ahíto. Los foraminíferos Nattalides truempy caen como héroes carbonizados ¡A 2000 metros de profundidad! Hasta allá se expande la onda térmica. Lo que no hizo el meteorito hace 5 millones de años ahora lo hace un efecto invernadero. El calor no sólo es el problema, las altas concentraciones de CO2 vuelven ácida el agua. Eso quema pequeños organismos, los disuelve.  Cientos de invertebrados se despiden de la historia, casi la mitad de todas las especies bentónicas de foraminíferos ¡Hola de nuevo, extinciones masivas! Más requiems.

El aparente verano productivo es una falacia. La fotosíntesis decae y la diversificación de mamíferos terrestres y grupos planctónicos se van al demonio con ella. Demasiado calor tampoco es bueno para el orden.

¿Qué ha pasado para soportar un aliento a dragón? Química. La clave del universo se encuentra en los procesos químicos. Todo es molécula, todo se rige por los elementos y las reacciones. Las enormes cantidades de carbono acumulado en los sedimentos marinos como gases hidratados y cristales de metano han sufrido una desestabilización debido al lento pero efectivo aumento de la temperatura. Esto provoca la liberación del metano que al oxidarse se convierte en CO2. La atmósfera se está llenando y el CO2 impide que la radiación del centro de la tierra salga al espacio exterior además que atrapa el calor solar. El planeta es un invernadero.  Lo ha sido antes pero hoy el efecto conlleva a la exageración. No hay un verdadero balance de calor en la Tierra.

¡Este metano enriquecido por la luz tuvo su formación en el metabolismo de las bacterias! ¿La biosfera regula el clima? ¿Acaso todo el planeta es un ser palpitante?

 1500 gigatones de metano son lanzados del mar al cielo. ¡Fumarolas invisibles! Las aves mueren de enfísemas pulmonares. Los amblípodos sacan la lengua, echados sobre las praderas. Los lemúridos se bañan en los riachuelos. Rige el humo en la selva. Las corrientes oceánicas se frenan, los nutrientes se hunden. Altamar es un desierto y el plancton muere por falta de plantas microscópicas flotantes. Los ecosistemas se asfixian.

No hay capas de hielo en los polos. Los eternos supervivientes aguantan pero no se puede calentar más el planeta. Las aguas hirvientes cruzan impunemente el enorme boquete entre Sudamérica y Norteamérica provocando cambios en la flora y la fauna de ambos litorales.

Se sufre pero se sigue. Día a día, semana a semana, mes con mes, año con año, década a década, siglo a siglo, el gas aumenta. La Tierra no es Venus pero empieza a emularlo. Sí esto llega al límite se tendrán temperaturas donde no es posible la vida conocida. ¡En un exceso cósmico podría llegar hasta 470° C! La emisión de anhídrido carbónico a la atmósfera no tiene ningún tipo de control.

¿Será el principio del fin? ¿El sueño tiende al ocaso? ¿Qué héroes o que fuerzas serán capaces de contrarrestar el efecto invernadero? ¿Acaso los dioses genéticos nos han abandonado?

El polluelo azul que agoniza en su nido así lo cree y cierra sus ojitos ante la fatalidad.

Paciencia. Los continentes se mueven. Arcos insulares que serán el edén de Nueva Zelanda terminan de separarse de Australia y el mar de Tasmania se forma. Este planeta respira y purificará su cáncer. El calor exacerbado provoca que el clima se vuelva muy húmedo. Esto incrementa la lluvia. La lluvia causa erosión continental. El agua arrastra, lima, pule y desgaja. Remueve químicos que al desprenderse se convierten en…¿en? ¡Nutrientes! Y estos corren hacia el océano por los vientos y los ríos. Cargamentos de sales minerales y vitaminas van rumbo al enfermo. Esta materia orgánica se deposita en el fondo del mar. Los volcanes hacen su parte. Lanzan ceniza y destellos infernales pero cuando su ira se apacienta logran fertilizar los suelos. Los pimpollos glaucos nacen. El CO2 favorece la abundancia de la flora terrestre y tanto en las aguas como en el campo, los nutrientes se expanden. Las microalgas y el fitoplancton realizan su función. La maleza y los ejércitos verdes se han unido para otra vez, enfriar al mundo. La vieja amiga fotosíntesis vuelve gracias al fósforo, nitrógeno e hidrógeno que regresan a la superficie marítima.

Durante ese mágico proceso, el fitoplancton incorpora el anhídrido a sus tejidos y sus tejidos algún día perecerán por lo que el carbono se reintegrará al fondo del piélago. Este proceso renueva los ánimos, las cadenas alimenticias y el reciclaje son la solución.

En la tierra los bosques, las selvas y las praderas; en el agua, los pastos marinos, las algas sempiternas y nuestras amigas, la tribu verdi- azul, las cianobacterias siempre protagonistas.

Mudas, sobrias, perfectas, inmóviles, las hijas de Flora producen oxígeno, se tragan el carbono, renuevan los suelos, depositan el contaminante.

Vastos pulmones medicinales no sólo son hábitats y alimentos sino la base, que enraizada y humilde es capaz de cambiar un astro.

Allí, desde sus hojas cargadas de rocío matinal, tardan 60, 000 años. Lentas y sin embargo efectivas. Desde el tímido musgo y la tóxica diatomea hasta los imponentes árboles de pimienta en la jungla de Egipto, los plátanos en Asia, los robles, los laureles olímpicos; cada estoma y cada tallo dan lo mejor de sí. El esfuerzo es titánico y soplo refrescante. La retroalimentación botánica reduce la concentración de gases que provocaron el efecto invernadero.

Una mañana de septiembre, un viejo Baluchitherium, tatarabuelo de los rinocerontes, de más de 5 metros del suelo al hombro y de otros 5 metros de largo, termina de ramonear su dosis de hojas. Este día consumirá más de 2 toneladas de follaje alcanzándolo con su largo cuello. Su cuerpo de 17 toneladas, blanco, fláccido, repleto de moscardones y garrapatas siente en su pelaje una brisa fría. El Baluchitherium se extraña. Aspira profundo y un aire fresco invade sus pulmones. La paciente mole vegetariana sonríe y su rostro de tapir amable se ilumina. Todos los miembros de la manada que ramonea por allí sienten el cambio. Son nuevos en el planeta y ya sufren el calor agobiante que no sienten los pequeños ratones. Recordemos que, aún cuando ambos tengan la sangre a la misma temperatura, el animal más grande sufre más calor porque mientras la temperatura es sólo una medida intensiva, el calor es una energía extensiva.

Las aves del paraíso saltan de rama en rama. Algunas montañas lejanas pintan ya el hielo del amanecer en sus cumbres.

Otra vez bajó la temperatura. La fotosíntesis se normaliza y hay buenos indicios de vientos purificados.

Tardaron 60 000 años en limpiar la atmósfera y al fin salvaron al mundo.

La alfombra verde de los montes y el oleaje han rectificado la historia. Así es. La biósfera regula el clima. Gaia es la Tierra, la Naturaleza un ser completo y las plantas sus anticuerpos y sus heroínas.

La vida es una locura, un caos, la célula debe pervertirse, destrozar el equilibrio para sobrevivir. Y, sin embargo, cuando se congrega destina a su planeta al equilibrio. Algunos le llaman flujo, nosotros inteligencia épica.

El desequilibrio del efecto invernadero fue resuelto por las plantas. ¿Acaso alguien duda que el máximo poder del universo no se encuentra más allá de las galaxias sino en una molécula de clorofila?