Aseguró la diputada Gabriela Montoya que desde el Congreso del Estado se están buscando mayores oportunidades para las madres de familia, e hizo una lista de algunas de las circunstancias que enfrentan unas y otras al ser muchas veces trabajadoras y no sólo amas de casa, lo cual ya implica un gran trabajo de por sí.

Hacer de comer, ir por los ingredientes para preparar esa comida, limpiar, lavar la ropa, propia, de los niños y de la pareja, en caso de tenerla, así como llevar infantes a la escuela y atender las necesidades que, eventualmente, se requieren desde esa institución. Agréguese a ello que la madre tenga un empleo en –supongamos– otra casa, en una tienda, oficina, o por cuenta propia en toda –toda– clase de profesiones.

Esta mirada presentada en el párrafo anterior parece chocante, tomando en cuenta el esfuerzo que se ha hecho desde los diversos feminismos para ir erradicando una visión uniforme y convencional de la mujer; y sin embargo, quién podría negar que esa circunstancia todavía envuelve a la gran, gran mayoría de «amas de casa». Dudar sobre el machismo imperante en un ecosistema de feminicidios es peor que un insulto.

Aunado a estas prácticas añejas, acaso centenarias, la pandemia ha aumentado una serie de labores, entre ellas las jornadas de las mujeres al interior de los hogares, según lo enfatizó la diputada Gabriela Montoya y a las que precisamente abordaba como un conflicto a resolver; un conflicto de género, y de situación económica nacional también.

Se dijo comprometida a trabajar desde el Congreso del Estado «para lograr una igualdad sustantiva, porque no se puede alcanzar en lo individual, sino a través del trabajo en conjunto para construir un estado, país y un mundo democrático». Agregó que «en una sociedad que se ha transformado» es un reto mayor para quienes trabajan fuera del hogar cumplir además con los roles con los que han cargado.

Dijo que las madres, «por instinto o por herencia social, quieren proteger, permanecer con sus hijos e hijas, pero se enfrentan ante la necesidad de proveerlos de lo necesario, a veces por ser cabeza de familia, por contribuir al gasto familiar o por ejercicio profesional, debiendo salir a trabajar fuera del hogar durante interminables horas al día, lo que propicia frustración y hasta sentimiento de culpa».

E insistió en que en relación a ello y en la función que le corresponde impulsará «leyes, programas y acciones estratégicas, encaminados a fortalecer a las madres de familia de Baja California Sur». Y afirmó que «En el ámbito de los derechos de las mujeres, no hay avances sin contribuciones multinivel».

Por último hizo un reconocimiento a las madres de familia «solteras, separadas, viudas, divorciadas y a quienes tienen una familia tradicional, porque cada día cumplen varios roles trabajando arduamente varias jornadas de trabajo (incluso no remuneradas), para sacar adelante a sus hijos e hijas».