EN EL TINTERO

Alfredo Zuloaga González

El pasado viernes 25 de marzo, nos amaneció con la noticia de que algunos historiadores del norte de la Península de BAJA California, no les gusta el nombre y están promoviendo cambiárselo. Mencionan que el contexto que se le da de “BAJA” ha ido incrementando su popularidad con el tiempo y que son muchas las personas que la reconocen más así y que no tanto por el nombre de California. ¿Y?

Uno de los personajes que más avienta piedras al arroyo es el espeleólogo Carlos Lazcano, quien es director del Museo de Historia de “Ensenada, California” …

¿Por qué cosas habrán pasado aquellos personajes que le dieron forma y forja a lo que hoy se le conoce como nuestra entidad? Baja California y Baja California Sur, pero la historia de verdad, la que no quedó plasmada. Sin embargo, esta ya hizo su papel, los juzgó –de buena o mala manera-, y a raíz de ello queda todo eso que nos caracteriza. Es por eso que me atrevo a decir, que como bien lo menciona Carlos Lazcano, los Bajacalifornianos y Sudcalifornianos siempre hemos defendido nuestra entidad. Es por eso que aunque se hayan apoderado de una larga extensión mexicana, quisimos darle ese toque que nos identifica, la autenticidad y el amor por nuestra tierra: ¡Única e intocable!

En aquél entonces no se tuvo opción – y no será en esta ocasión que la haya-, debido a las circunstancias y la poca conciencia social de aquellos años, pero simplemente los grupos sociales del entonces quisieron separar sus tierras de quienes habían hecho tanto daño, de quienes con la ayuda de los mandatarios en turno –a traición–, cedieron grandes kilómetros de territorio.

Lazcano Sahagún crea una obra en la que, apoyado por un grupo de cercanos, fue propuesta para el premio Miguel Cervantes en el 2020, del cual no fue poseedor, pero hace la promoción a las instituciones legislativas sobre el cambio de nombre a Baja California y Baja California Sur, a la primera que se le llame el Norte de California y a la segunda “California”, así sin su primer nombre ni apellido.

Es cierto que a la Península de Baja California, tanto norte como sur, se le conoce como la “Baja”, pero jurídica y legamente esa onomástica no interfiere en las cuestiones legislativas. Debido a su gran auge en la participación de extranjeros en los eventos de OFF ROAD, en la gastronomía que se ha internacionalizado bastante, en sus cuestiones turísticas, a los Estados de Baja California y Baja California Sur, se les nombra de “cariño” “La Baja”, y lo volvemos a repetir, algo que no interfiere en nuestras cuestiones políticas ni económicas.

Que no se olvide Lazcano que cada pueblo y cada individuo es el producto de su circunstancia a su tiempo. Por un capricho sin suelo quiere poner el mapamundi al revés, y de eso no se trata. Se trata de mantener y preservar aquellas luchas, aquello que nos dejaron nuestros antepasados, nuestra gente. El esfuerzo que conllevó, que fue causa de algunos trágicos decesos, pues no fue algo de la tarde a la noche, sino que al través de los años junto a la suma de más personajes, del coraje y el deseo de salvaguardar las tierras para aquellos que descenderían de ellos. Por nosotros. Pues la historia nomas marca un hecho, un paso por el tiempo que nos tocó, y en este tránsito que nos corresponde hay cosas más importantes y por las cuales los gobiernos tienen que hacer hincapié.

Y así como lo mencionó en su exposición, habrá grupos con intereses que se van a oponer. Obviamente los ciudadanos también defenderemos el nombre, ya que como lo expresa, es nuestro elemento más significativo, nuestra identidad.  

Seguramente los antiguos habitantes de estas tierras como lo Guaycuras, Cochimies, Kiwilas, los Cucapá, o rieños  no querían tampoco el nombre de “California”, pero como digo, todo es un producto de la circunstancia y el tiempo.

Entendemos la inquietud de Lazcano, asimismo entendemos lo que trata de explicarnos en su solitaria lucha. Los mexicanos somos serviciales, y ofrecemos casa, pero no somos nada brutos ni dejados. Y ojo, es bien sabido que los seres humanos vivimos en una batalla por dejar algo a la posteridad, a existir siempre y rondar por los infinitos relatos de la historia, pero esta no es la forma de hacerlo.

Como lo he mencionado en párrafos anteriores, la historia marca un paso por el tiempo, y es esa herramienta que nos ayuda a guardar los momentos más significativos de un lugar, de algún personaje o un suceso de relevancia. Nos sirve para hacer comparación de los actos y hechos, para analizar y poder hacer un criterio, para no volver a repetir o sencillamente para hacer homenaje a esos que  impusieron pautas que hasta el día de hoy mantienen el engranaje social y cultural. Es por eso que esas personas que amen con vehemencia a su pueblo, a su entidad, y que conozcan un gajo de su historia, harán todo para la protección de su patrimonio. ¡Ni siquiera se debería de pensar en meterse con la historia de un pueblo!

Una breve historia…

Un joven paseaba alegremente por las inmediaciones de la serranía, al adentrarse un tanto más, se topó con una cueva. En ella, encontró un objeto que en su vida había visto. Él lo describió como un círculo de madera con de dos partes, y una larga piola en medio. Al paso de las horas descubrió cuál era su función. Enrolló el pedacito de piola alrededor de las dos partes, y se dio cuenta que en la punta de la piola había un pequeño nudo que formaba una circunferencia.

El joven estaba feliz por su gran descubrimiento. Corrió con la gente de su pueblo y al primero que veía pasar le comentaba que él era el inventor de ese objeto, y que estaba por encontrarle un nombre para referírsele. El pueblo lo miraba como un loco, pues el objeto que había encontrado era un yo-yo. El  joven, junto con su grupo de amigos, estaban lanzando una propuesta para cambiarle de nombre al yo-yo. Le querían poner el tú-tú…