Los gritos de las más de 5,000 mujeres sonaban como una ola que revienta con fuerza entre las piedras de la costa. Un sublime estruendo que llamaba la atención de los paseantes en el malecón, que detenían sus pasos para observar una de las marchas más emblemáticas de la historia de Baja California Sur. Organizadas. Cohesionadas. Listas para exigir terminar con la eterna violencia sistémica que sufren a diario.

Pasadas las cinco de la tarde, casi una hora después haber llegado, la desesperación se apoderaba de ellas. Las organizadoras de la marcha pedían calma. “Ya casi”, les decían por el megáfono. Así en varias ocasiones hasta que una enorme masa de mujeres comenzó a moverse del parque Cuauhtémoc a la calle Abasolo. Primero las mujeres, enseguida las mujeres con menores de 12 años, después las colectivas y organizaciones feministas y, al final, el grupo mixto.

La logística detrás de un evento de la magnitud del Paro Internacional de Mujeres fue un enorme esfuerzo. Por lo menos, me comentaron, dos meses de preparación sin protagonismos, concentradas en trabajar horizontalmente y de forma apartidista en una asamblea. Sin liderazgos verticales. Repartidas en comisiones de seguridad, de artística, de comunicación, entre otras. Todo para que saliera bien.

Era un arroyo lleno de estudiantes, amas de casa, madres, hijas, ambientalistas, activistas LGBTTTIQ, políticas, funcionarias, profesoras, investigadoras, arquitectas, ingenieras, abogadas, psicólogas, biólogas, comunicadoras, politólogas, enfermeras, mercadólogas, artistas, doctoras, fotógrafas y deportistas. Vestían de morado y verde. Bailaban al ritmo de las batucadas, pero dentro de la algarabía se asomaban cartelones o lonas que denunciaban discriminación, violaciones, agresiones sexuales y feminicidios.

Todas marcharon juntas como hermanas y, con cada paso, cimbraron las entrañas de un sistema que las invisibiliza, en una entidad en la que siguen padeciendo a diario. Una violencia sistemática. El #8M es un recordarito para garantizar los derechos de las mujeres en BCS como el derecho decidir sobre su cuerpo.

El rótulo que llamó la atención fue uno que señalaba a la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) de BCS. Acusaban a la dependencia de intimidación, acoso laboral y violación de derechos humanos. También hubo señalamientos contra integrantes de la iglesia católica, exdiputados y, en el Cecyt, advirtieron que dicha institución protegió a acosadores y pedófilos.

Las compañeras hicieron suyo el malecón, pese a la Feria de Servicios para las Mujeres que instaló el Gobierno de BCS en el kiosco del malecón, el cual, lucía solitario,  los funcionarios dejaron sus carpas para grabar la manifestación. Uno de los cantos fue dedicado al titular del Poder Ejecutivo: “Carlos Mendoza no seas indiferente, se matan a las mujeres en la cara de la gente”. Los rostros de algunos hombres en guayabera se desencajaban cada vez que la frase era repetida.

Foto: Leonardo Castorena

Llegaron hasta la paloma con el pañuelo verde. Unas jóvenes encapuchadas salieron del tumulto y destaparon sus botes de aerosol para llenarla con mensajes que reflejaban la realidad del México feminicida. Recordaban las violaciones e impunidad que suceden en BCS. Como el caso Yes, brutalmente golpeada por su violador. Rayaron la estatua para mostrar su enojo, su cansancio, su indignación por la falta de interés a los abusos que padecieron en algún momento de su vida.

Hoy 8 de marzo del año del 2020, niñas, mujeres jóvenes, adultas, lesbianas, trans, indígenas, afrodescendientes, de todas las clases sociales y de todos los ámbitos laborales remunerados y remunerados de La Paz, Baja California Sur nos hemos unido una vez más a un grito global frente a las autoridades corruptas, impunes, antiderechos y patriarcales; de frente a los medios de comunicación e instituciones gubernamentales y educativas que continúan reforzando una construcción social por demás estereotipada, machista y represora, a quienes les decimos ¡YA BASTA!.

Declararon las organizadoras del 8M en La Paz.

Curiosamente, al finalizar la concentración una mujer se acercó a la paloma.  Sacó de su bolsa unos guantes, un trapo y thinner. Inició una pequeña discusión criticando la acción, lo que se exacerbó en redes sociales, pero cuando comenzó a limpiar las pintas, sin saberlo, era un intento de borrar los cientos de casos que existen en BCS.  Se veía como un desesperado intento de volver “a la normalidad”; no se vayan a espantar los turistas con la verdad.