Por Gilberto Piñeda Bañuelos

El 3 de mayo de 1535 todos los niveles de gobierno (federal, estatal, municipal, delegacional y subdelegacional) consideran que es la fecha de fundación de la ciudad de La Paz, de ahí los festejos del mes de mayo de cada año. Y es que en la historia oficial se tiende a emular la ocupación y el despojo del territorio al mundo indígena por parte de la corona española a lo largo del siglo XVI, XVII y XVIII y así se ve reflejada en la Toponimia que ahora conocemos: tenemos una isla que se llama Cerralvo, nombre dado por Francisco de Ortega en 1632 en honor del virrey Rodrigo Pacheco y Osorio, Marqués de Cerralvo; otras islas llamadas Espíritu Santo y  San José,  tenemos calles que se llaman Salvatierra, Jaime Bravo, Juan de Ugarte, Clemente Guillén y Padre Kino, en honor de los padres jesuitas;  tenemos una bahía que se llamó primeramente de la Santa Cruz; tenemos un barrio que se llama Pedregal del Cortés, el propio nombre de la California es ajeno, se trata de un legado de literatura española, con  Las Sergas de Esplandián, que fue un libro de caballería de Garci Rodríguez de Montalvo  publicado antes de la ocupación española a la California…  en fin. Es como si la historia de la ciudad de La Paz empezara con la construcción de la ciudad en el siglo XVI, pero no es así. En realidad la fundación de la ciudad donde ahora se encuentra fue hasta en las primeras décadas del siglo XIX, aunque quiso ser pueblo misional en la primera mitad del siglo XVIII.

Como toda historia, la historia de La Paz es un continuo contradictorio y hojaldre, en todo caso podemos dividir esa historia, antes y después de la ocupación española de la península de la California, donde por cierto el despojo fue gradual pues tardó casi dos siglos para concretarse (1535-1748); a partir de este momento empieza otra historia, la de los pueblos civiles y de los nuevos pueblos que podemos llamar nuestros nuevos pueblos originarios, la población ranchera; y a partir de finales del siglo XIX es otra historia, la del capitalismo sudcaliforniano cuando surgen las grandes compañías capitalistas, los poderosos comercios locales de La Paz, la Casa Ruffo que después se llamó La Perla de La Paz y la Torre Eiffel de la familia González, las compañías extranjeras de plata en San Antonio (Progreso Mining Co.) y de cobre en Santa Rosalía (Compagnie du Boleo); en otras palabras para efectos prácticos, hay una historia geológica millonaria, una historia humana milenaria y una historia local del capitalismo centenaria.

Hasta hace poco años, los arqueólogos habían fechado la presencia humana en la península entre hace 7 mil 500 y 10 mil años antes del presente (aap), sin embargo, hay varios sitios arqueológicos que se han estudiado recientemente en el sitio de La Paz por los investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Alfonso Rosales y Harumi Fujita como son El Conchalito, el cerro de la Calavera, El Tecolote-El Pulguero; la Sierra de Cacachilas rumbo a Los Planes hacia La Ventana y El Sargento; y las islas Espíritu Santo y Cerralvo, donde se han encontrado nuevos vestigios arqueológicos de todo tipo que han sido fechados y se ha encontrado que en diferentes lugares de la línea costera La Paz-El Tecolote-El Pulguero hubo población humana hace 10 mil años ap; en la sierra de Cacachilas hace 8 mil 500 años ap y en la Isla Espíritu Santo entre 10 mil 970 años ap y 11 mil 284 años ap. Se sabe además que hace 8 mil 500 años la Isla Espíritu Santo estaba conectada con la contracosta hacia El Tecolote-El Pulguero, lo cual explica en parte su poblamiento.

La propia Harumi Fujita dice que las pinturas rupestres que se encuentran en varios lugares del sitio de La Paz, en especial en la sierra de Cacachilas representa un sitio ceremonial como culto a la montaña donde aparecen figuras zoomorfas y geométricas que son las dominantes y solo dos figuras antropomorfas; mientras que los estudios realizados por Alfonso Rosales y Harumi Fujita identifican las costumbres funerarias  muy propias de los pobladores indígenas  en El Conchalito, por ejemplo ellos señalan que «El peculiar entierro seccionado consiste en que el cuerpo está separado a la altura de la vértebra lumbar, aunque mantiene una relación anatómica y no se observa la marca de corte. Esto nos permite pensar que el cuerpo fue enterrado en dos fases. Primero, el cuerpo se enterraba al momento de la muerte. Posteriormente, se exhumaba el cuerpo y se desarticulaba a la altura de la vértebra lumbar, cuando estaba en avanzado estado de putrefacción. El cuerpo separado, sobre el que se esparcía arena y concha, se enterraba de nuevo, ahora sobre el piso de una fosa previamente regado con concha, ceniza y arena. En algunos entierros los cuerpos están desarticulados en numerosas partes, con arreglos más complicados. Otros llevaban objetos asociados como herramientas de hueso, ornamentos de madreperla o pequeños caracoles del género Olivella».

La población indígena acostumbrados a vivir gracias a la pesca, la caza y la recolección, no conocían ni la agricultura ni la ganadería y nunca tuvieron edificaciones fijas, salvo las que les proporcionaba la propia naturaleza como las cuevas en los cerros; por otra parte, al momento en que inició el despojo de su territorio y la condena de muerte del mundo indígena, no eran unos cuantos indios Californios, eran cientos si no es que miles, los que vivían en toda esta amplia zona de costa, islas, planicies y montañas del sitio de La Paz, todos ellos, invariablemente, se movían alrededor de los lugares donde había agua, en la zona se hablaban lenguas distintas entre los que habitaban en las islas y los que vivían en la costa, el valle y las montañas, los primeros hablaban la lengua pericú que así le llamaron los colonizadores y los segundos hablaban la lengua guaycura, o sea que el sitio de La Paz era una zona de frontera.

¿Que pasó con esos cientos o miles de indígenas que vivían en el sitio de La Paz al momento en que llegaron los padres Jaime Bravo y Juan de Ugarte al sitio donde ahora se encuentra la ciudad de La Paz en 1720 a fundar la Misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz?

Para empezar, la Misión que se empezó a levantar (embarcadero, habitaciones, templo, talleres, huertos, corrales, canales de riego, pozos)  se instalaron en una parte muy cerca donde brotaba el agua dulce para tomar y para regar (se piensa que en la parte baja de la loma al sur del gran arroyo central era donde abundaba el agua); lo que propició invariablemente el alejamiento del lugar de la Misión de cientos o miles de indígenas que los llevaron poco a poco a  su extinción, no había pasado un siglo y ya no había indígenas guaycuras ni pericúes en La Paz: habían sido, no solo despojados de su territorio sino  condenados a muerte desde el 3 de mayo de 1535 cuando Hernán Cortés intentó ocupar la península de La California.

El propósito de Hernán Cortés era el propósito de la corona española, acumular riqueza y territorios como parte de ese proceso de acumulación originaria de capital que se estaba dando en Europa entre los siglos XVI y XVIII basado en el despojo y la rapiña,  era como la buena nueva del capitalismo europeo que lo vimos nacer a finales del siglo XVIII y alcanzar su florecimiento a finales del siglo XIX junto al capitalismo de los Estados Unidos.

En aquel tiempo amasaron fortuna y se llevaron las perlas, la plata y el cobre de la península de Baja California, pero dejaron el oro, no se lo pudieron llevar, porque la tecnología de la época no se lo permitió y la fuerza de trabajo era muy escasa; sin embargo, en el presente, pareciera que hay una nueva acumulación originaria de capital basada en el despojo del territorio para llevarse el oro de La Paz y para apropiarse del paisaje en las zonas costeras; en un capitalismo moderno, donde las compañías mineras utilizan tecnología basada en el tajo a cielo abierto, y las compañías hoteleras e inmobiliarias,  igual que en el pasado intentan acabar con el agua por los millones de metros cúbicos de agua que necesitan para desarrollarse, y en el caso de la  minería a tajo abierto que obligadamente utiliza cianuro y libera arsénico y metales pesados y elementos radioactivos, condenan a muerte  a las  siguientes generaciones de paceños y paceñas, que estarían desde ahora en serio peligro por la contaminación de los mantos freáticos.

Han pasado casi cinco siglos desde la llegada de Hernán Cortés y seguimos en la misma: despojo, apropiación del agua, contaminación y muerte. Algo hay que hacer para impedirlo.

La Paz, Baja California Sur, 3 de mayo de 2019.