El caso de Isabella, una adolescente de 14 años víctima de abuso y manipulación por parte de dos adultos, ha evidenciado las graves deficiencias y la violencia institucional en el sistema judicial de Baja California Sur, tanto de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) y los tribunales.

Tras descubrir mensajes alarmantes entre Isabella y los presuntos agresores, su familia interpuso denuncias en febrero y marzo de 2024 contra Jesús Iván “N”, profesor de inglés, y Luis Daniel “N”, músico cercano al entorno familiar. Sin embargo, en lugar de obtener justicia, la adolescente ha sido revictimizada durante el proceso.

En su primera declaración, de más de tres horas, se le sometió a preguntas moralistas sobre su vida personal, minimizando las acciones del profesor al no cumplir “todos los agravantes legales”. Respecto a Luis Daniel “N”, las inconsistencias incluyeron la desaparición de la carpeta de investigación por tres meses.

El proceso ha sido marcado por retrasos, negligencia y maltrato institucional. Psicólogos asignados fueron retirados arbitrariamente, y las declaraciones de Isabella fueron tergiversadas, reflejando juicios de valor en lugar de registrar sus palabras fielmente.

A 9 meses de las denuncias, no se han citado a los presuntos responsables ni concluido las investigaciones preliminares. Isabella ha sufrido aislamiento social y educativo, y la falta de sensibilidad institucional la ha expuesto a un desgaste emocional profundo.

Isabella y su familia exigen justicia. Este caso pone en evidencia la urgencia de reformar los mecanismos de atención a víctimas en Baja California Sur, garantizar la protección de menores y evitar que la burocracia perpetúe la impunidad.

A continuación la denuncia:

DENUNCIA PÚBLICA DE ABUSO A ADOLESCENTE

A LA SOCIEDAD EN GENERAL:

RELATORÍA DE LOS HECHOS:

LA PAZ, BAJA CALIFORNIA SUR

El mes de diciembre de 2023, el papá de Isabella, mi hija, notó una conducta anormal en ella con respecto al uso de su celular y su tendencia a aislarse, así que se mantuvo al pendiente las siguientes semanas, hasta que en febrero de 2024, luego de llamarle la atención en repetidas ocasiones al no hacer caso para sentarse a comer por estar en el móvil, decidió retirárselo. Más tarde, al revisar su mensajería, encontró dos chats alarmantes: el primero, con su profesor de inglés de los primeros dos años de secundaria (para entonces ella se encontraba en 3º), Jesús Iván “N”(38 años); el segundo, con el saxofonista Luis Daniel “N” (29 años), quien frecuentaba mi círculo musical.

Nuestra hija contactó al profesor Jesús Iván “N” vía Messenger, a quien le expresó su vulnerabilidad emocional y él, de manera inicial, aparentemente respondió de forma sobria, sugiriendo que debía hablarlo con nosotros. Sin embargo, posterior a ello, le hizo llegar desde una cuenta privada en Instagram un link para unirse a un chat de Telegram. Como nuestra hija no contaba con la aplicación, la descargó para comenzar a comunicarse por ese medio con él, mismo que Jesús Iván “N” configuró para que las conversaciones se borraran cada 24 horas. El contacto se volvió cada vez más frecuente, hasta que finalmente llegaron a tener un par de encuentros. Para ello el profesor Jesús Iván “N” pasaba por ella a la vuelta de la casa, cuando su papá tenía que salir por trabajo (yo me encontraba en una estancia académica fuera del país). En dichos encuentros el profesor realizó contacto s3xual con nuestra hija.

El caso de Luis Daniel “N” fue distinto. Él frecuentaba mi círculo de trabajo, pues es saxofonista y yo cantante. Conoció a nuestra hija en un evento particular de nuestra familia y amistades en el mes de noviembre de 2023. Ese día yo me percaté de una conducta extraña en mi hija en los cinco minutos de que conversaron, por lo que me acerqué y decidí no dejarla sola lo que restó del convivio. Pero aproximadamente un mes después, él la buscó en Instagram y la contactó, comenzando una conversación por dicho medio, para después migrar a Whatsapp, en donde intercambiaron contenido s3xual explícito. Él constantemente buscaba indagar en dónde tomaba clases de música, la cuestionaba si las tomaba a solas con el profesor y le ofreció brindarle clases él mismo. En varias ocasiones le mencionó sobre lo divertido y emocionante de lo prohibido y le propuso llevársela sin permiso a la playa, para luego mofarse del escándalo que podría armarse si los descubrieran y saliera una nota periodística denunciando que un reconocido saxofonista se robaba a menor de edad (refiriéndose a sí mismo). También le envió un vídeo teniendo s3xo con una ex novia suya. Cuando nuestra hija le expresó que no podía seguir viéndolo porque sintió que no estaba bien, él le insistió y le dijo que lo que sentía en el estómago era normal, para luego enviarle de nuevo el video e instarla a verlo completo. Cabe agregar que todo el contenido que él compartía se lo enviaba a nuestra hija en modo “ver una sola vez”.

Una vez que su papá me informó sobre esta situación, acordamos que iría a interponer las denuncias pertinentes.

Mi hija Isabella ha sido revictimizada en las declaraciones. La primera, realizada el 4 de marzo, con una duración de 3 horas, se realizó con una agente del Ministerio Público y una psicóloga. A su padre lo dejaron estar presente con la condición de no interferir y bajo amenaza de que si hacía alguna intervención se le sacaría de la sala. En dicha declaración se le hicieron preguntas no relevantes para el caso, de carácter moral, indagando acerca de sus antecedentes s3xuales previo a conocer al acusado, acerca de sus relaciones afectivas, su conocimiento de la situación amorosa del profesor Jesús Iván “N” y cuestionando, con tono de juicio moral, si las conversaciones con los presuntos culpables habían sido simultáneas, así como sus sentimientos hacia ellos.

Terminando la declaración, la agente del ministerio y la psicóloga declararon que aunque la acción de su ex profesor no era correcta, en conjunto con los antecedentes de ella, al no ser “virgen”, y las pruebas con que se contaba, no eran suficientes para calificar de “delito” lo cometido por Jesús Iván “N”, ya que, según alegaba la agente, debían cumplirse con todos los agravantes de la “lista” en la ley para que se considerase así. Se le citó nuevamente el 9 y 10 de abril para volver a declarar, pero en esta ocasión se videograbó, con la finalidad de tener el archivo en caso de ser solicitado por el abogado defensor.

Respecto a la denuncia contra Luis Daniel “N”, se presentaron diversas inconsistencias. La más importante es el notable atraso en la investigación, debido a la aparente desaparición de la carpeta durante 3 meses. La denuncia se realizó el 7 de febrero. El 9 de abril, el padre de Isabella preguntó a una funcionaria que estaba de guardia en el Ministerio Público sobre el avance del caso. Ella respondió literalmente: “[…] fueron a tomar las denuncias y nos las pasan a nosotros, y nosotros tenemos un libro interno en el cual hacemos la designación al Ministerio Público. En los libros internos de nosotros no están esas determinaciones y no, o sea, no está a quién se le dio y allá no hay un acuse de recibido. Entonces necesito checar con ella qué fue lo que pasó con esa carpeta ¿sale? Para poderle dar una información correcta”.

El 30 de abril, luego de buscar asesoría con diversas personas, conseguimos que le asignaran a mi hija el primer abogado de oficio, por parte del Instituto Sudcaliforniano de la Mujer, en el Centro de Justicia para las Mujeres. El 2 de mayo recibimos una notificación para que mi hija fuera a comparecer para el caso de Luis Daniel “N”, lo cual hizo el 8 de mayo. El mismo día de la comparecencia, el Instituto Sudcaliforniano de la Mujer le asignó otro abogado, pues al anterior se le había terminado su contrato, según lo que afirmaron. El 23 de mayo se nos entregó una copia de la carpeta de investigación. Para entonces, nuestra hija ya contaba con apoyo psicológico, pero se le retiró por órdenes directas del MP, ya que se realizaría el procedimiento de la declaración y pruebas psicológicas para el caso de Luis Daniel “N”. La justificación de quitarle dichas herramientas de apoyo emocional fue que, si dentro de las pruebas no se detectaba un proceso de trauma, entonces su declaración sería inválida al no mostrar daños.

En esta ocasión, como nuestra hija ya había experimentado negligencia y juicios morales en la declaración del otro caso, ya contaba con un antecedente y exigió directamente a las autoridades, en repetidas ocasiones, que no tergiversaran sus palabras, expresando también los momentos en los que sentía que estaba siendo juzgada y revictimizada. Solicitó las modificaciones en la redacción de su declaración, ya que las funcionarias asignadas escribían su interpretación de lo dicho por la menor y no las palabras textuales que había declarado.

Han pasado 9 meses desde que se realizaron las denuncias y es fecha que no han terminado las investigaciones previas para hacer llegar los citatorios a los presuntos responsables. El proceso de las denuncias ha sido lento, torpe y agotador. Cabe agregar que nuestra hija tuvo que ausentarse de la escuela, alejarse de sus amistades y aislarse de su entorno por miedo al juicio social y a enfrentarse a sus perpetradores.

No se han tenido actualizaciones sobre ninguno de los dos casos.

LA VOZ DE ISABELLA:

Nuestra hija está siendo valiente, muy valiente, cuando debería estar siendo feliz…

𝑆𝑜𝑦 𝐼𝑠𝑎𝑏𝑒𝑙𝑙𝑎, 𝑡𝑎𝑚𝑏𝑖𝑒́𝑛 𝑓𝑢𝑖 “𝐿𝑖𝑧𝑧𝑦”, 𝑢𝑛𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑢𝑑𝑖𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑑𝑒 14 𝑎𝑛̃𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑒𝑑𝑎𝑑 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑢𝑟𝑠𝑎𝑏𝑎 𝑠𝑢 𝑢́𝑙𝑡𝑖𝑚𝑜 𝑎𝑛̃𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑒𝑐𝑢𝑛𝑑𝑎𝑟𝑖𝑎; 𝑢𝑛𝑎 𝑐ℎ𝑖𝑐𝑎 𝑠𝑜𝑛𝑟𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑑𝑖𝑠𝑓𝑟𝑢𝑡𝑎𝑏𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑑𝑖́𝑎𝑠 𝑒𝑠𝑐𝑜𝑙𝑎𝑟𝑒𝑠 𝑦𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑜𝑑𝑖́𝑎 𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑠𝑢𝑠 𝑎𝑚𝑖𝑔𝑎𝑠; 𝑢𝑛𝑎 𝑐ℎ𝑖𝑐𝑎 𝑠𝑜𝑐𝑖𝑎𝑏𝑙𝑒 𝑦 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑜𝑛𝑠𝑎𝑏𝑙𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 ℎ𝑎 𝑑𝑖𝑠𝑓𝑟𝑢𝑡𝑎𝑑𝑜 𝑦 𝑑𝑖𝑠𝑓𝑟𝑢𝑡𝑎𝑟𝑎́ 𝑒𝑠𝑡𝑢𝑑𝑖𝑎𝑟. 𝐼𝑛𝑡𝑒𝑔𝑟𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑠𝑜𝑐𝑖𝑒𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑎𝑙𝑢𝑚𝑛𝑜𝑠; 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑜𝑛𝑠𝑎𝑏𝑙𝑒, 𝑠𝑜𝑐𝑖𝑎𝑏𝑙𝑒 𝑦 𝑎𝑚𝑖𝑔𝑎𝑏𝑙𝑒; 𝑢𝑛𝑎 𝑔𝑟𝑎𝑛 𝑝𝑒𝑞𝑢𝑒𝑛̃𝑎 𝑚𝑢𝑗𝑒𝑟 𝑐𝑜𝑛 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑎𝑠 𝑖𝑛𝑞𝑢𝑖𝑒𝑡𝑢𝑑𝑒𝑠 𝑦 𝑢𝑛 𝑔𝑟𝑎𝑛 𝑐𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛. 𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑐𝑎𝑚𝑏𝑖𝑜́, 𝑑𝑒𝑗𝑒́ 𝑑𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑠𝑡𝑎𝑟 𝑎𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜́𝑛, 𝑑𝑒 ℎ𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑙𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑏𝑒𝑟𝑒𝑠, 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖́ 𝑎 𝑚𝑖𝑠 𝑎𝑚𝑖𝑔𝑜𝑠, 𝑑𝑒𝑗𝑒́ 𝑑𝑒 𝑖𝑟 𝑎 𝑙𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑒𝑙𝑎…

𝑀𝑒 𝑒𝑛𝑎𝑚𝑜𝑟𝑒́ 𝑑𝑒 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟𝑎𝑠 𝑦 𝑚𝑎𝑛𝑖𝑝𝑢𝑙𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠, 𝑑𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑓𝑎𝑙𝑠𝑎 𝑠𝑜𝑛𝑟𝑖𝑠𝑎 𝑦 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑜𝑙𝑎𝑑𝑎𝑠 𝑐𝑎𝑟𝑖𝑐𝑖𝑎𝑠; 𝑢𝑛 𝑎𝑚𝑜𝑟 𝑠𝑖𝑛𝑡𝑒́𝑡𝑖𝑐𝑜 𝑦 𝑐𝑎𝑙𝑐𝑢𝑙𝑎𝑑𝑜, 𝑢𝑛 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 𝑑𝑢𝑝𝑙𝑖𝑐𝑎 𝑙𝑎 𝑒𝑑𝑎𝑑, 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑡𝑜𝑚𝑜́ 𝑐𝑜𝑛 𝑡𝑎𝑛𝑡𝑎 𝑙𝑖𝑔𝑒𝑟𝑒𝑧𝑎 𝑙𝑎𝑠 𝑝𝑎𝑙𝑎𝑏𝑟𝑎𝑠 “𝑡𝑒 𝑎𝑚𝑜”, ¿𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒́? 𝑃𝑎𝑟𝑎 𝑠𝑎𝑡𝑖𝑠𝑓𝑎𝑐𝑒𝑟 𝑠𝑢𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑣𝑒𝑟𝑠𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑠𝑒𝑜𝑠. ¿𝐶𝑜́𝑚𝑜 𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑢𝑛 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑎𝑑𝑢𝑙𝑡𝑜 𝑠𝑒 𝑓𝑖𝑗𝑎𝑟í𝑎 𝑒𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑛𝑖𝑛̃𝑎? 𝑈𝑛 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑎𝑠𝑖 𝑙𝑒 𝑡𝑟𝑖𝑝𝑙𝑖𝑐𝑎 𝑙𝑎 𝑒𝑑𝑎𝑑 (38 𝑎𝑛̃𝑜𝑠) 𝑎 𝑠𝑢 𝑎𝑙𝑢𝑚𝑛𝑎. 𝑈𝑛 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑛𝑜, ¡𝑈𝑛 𝑚𝑜𝑛𝑠𝑡𝑟𝑢𝑜! 𝑈𝑛 𝑑𝑒𝑝𝑟𝑒𝑑𝑎𝑑𝑜𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 𝑓𝑢𝑒 𝑒𝑛𝑣𝑜𝑙𝑣𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑡𝑒𝑙𝑎𝑟𝑎𝑛̃𝑎 𝑑𝑒 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟𝑎𝑠 𝑦 𝑝𝑟𝑜𝑚𝑒𝑠𝑎𝑠:

-𝐿𝑜𝑣𝑒 𝑦𝑎’ 𝐿𝑖𝑧𝑧𝑦

𝑆𝑜𝑙í𝑎 𝑒𝑥𝑐𝑙𝑎𝑚𝑎𝑟 ¿𝐿𝑜 𝑝𝑒𝑜𝑟?, 𝑛𝑜 𝑑𝑎𝑟𝑚𝑒 𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝑠𝑢 𝑠𝑢𝑐𝑖𝑜 𝑗𝑢𝑒𝑔𝑜, 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑙 𝑝𝑟𝑜𝑏𝑙𝑒𝑚𝑎 𝑛𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑓𝑢𝑖 𝑦𝑜. ¡𝑁𝑜 𝑒𝑠 𝑚𝑖 𝑐𝑢𝑙𝑝𝑎! 𝐸́𝑙 𝑛𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑚𝑒 𝑎𝑚𝑜́ 𝑦 𝑠𝑜́𝑙𝑜 𝑚𝑒 𝑢𝑡𝑖𝑙𝑖𝑧𝑜́ 𝑦 𝑚𝑜𝑙𝑑𝑒𝑜́ 𝑎 𝑠𝑢 𝑔𝑢𝑠𝑡𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑠𝑢𝑠 𝑝𝑟𝑜𝑚𝑒𝑠𝑎𝑠 𝑣𝑎𝑐𝑖́𝑎𝑠 𝑎𝑝𝑟𝑜𝑣𝑒𝑐ℎ𝑎́𝑛𝑑𝑜𝑠𝑒 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟; 𝑢𝑠𝑎́𝑛𝑑𝑜𝑚𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑢 𝑚𝑢𝑛̃𝑒𝑐𝑎, 𝑠𝑢 𝑗𝑢𝑔𝑢𝑒𝑡𝑒; 𝑠𝑜𝑙𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎𝑙𝑔𝑜 𝑎 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑟𝑒𝑐𝑢𝑟𝑟𝑖́𝑎 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑙𝑒 𝑑𝑎𝑏𝑎 𝑙𝑎 𝑔𝑎𝑛𝑎 𝑦 𝑚𝑎𝑛𝑡𝑒𝑛𝑖́𝑎 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒𝑡𝑒𝑛𝑖𝑑𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝑠𝑢𝑠 𝑚𝑒𝑙𝑜𝑠𝑎𝑠 𝑝𝑎𝑙𝑎𝑏𝑟𝑎𝑠.

𝑄𝑢𝑒 𝑡𝑒 𝑔𝑢𝑠𝑡𝑒 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑚𝑎𝑦𝑜𝑟 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒 𝑠𝑒𝑟 𝑎𝑙𝑔𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑢𝑐𝑒𝑑𝑎 𝑦 𝑒𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑒 𝑑𝑒𝑙 𝑝𝑟𝑜𝑐𝑒𝑠𝑜 𝑦 𝑐𝑢𝑟𝑖𝑜𝑠𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑎𝑑𝑜𝑙𝑒𝑠𝑐𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑒𝑙 ℎ𝑒𝑐ℎ𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑎𝑙𝑖𝑟 𝑐𝑜𝑛 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑚𝑎𝑦𝑜𝑟 𝑛𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑏𝑖𝑒𝑛, 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑎𝑙𝑔𝑜 𝑏𝑢𝑒𝑛𝑜 𝑦 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑜 𝑚𝑒𝑛𝑜𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑑𝑒𝑏𝑒𝑟𝑖́𝑎 𝑟𝑜𝑚𝑎𝑛𝑡𝑖𝑧𝑎𝑟. 𝑁𝑜 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑗𝑢𝑒𝑔𝑜, 𝑒𝑠 𝑎𝑙𝑔𝑜 𝑑𝑒𝑙𝑖𝑐𝑎𝑑𝑜 𝑦 𝑟𝑖𝑒𝑠𝑔𝑜𝑠𝑜; 𝑒𝑠 𝑠𝑎𝑙𝑡𝑎𝑟𝑠𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑔𝑟𝑎𝑛 𝑒𝑡𝑎𝑝𝑎 𝑑𝑒 𝑡𝑢 𝑎𝑑𝑜𝑙𝑒𝑠𝑐𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎.

“𝑁𝑜 𝑚𝑒 𝑐𝑎𝑐ℎ𝑎𝑟𝑎́𝑛”, 𝑝𝑒𝑛𝑠𝑎𝑟𝑎́𝑠. 𝑃𝑒𝑟𝑜, ¿𝑟𝑒𝑎𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑠𝑜 𝑒𝑠 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑖𝑚𝑝𝑜𝑟𝑡𝑎? ¿𝑄𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑠𝑒 𝑑𝑒𝑛 𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝑒𝑙𝑙𝑜? 𝑇𝑢́ 𝑙𝑜 ℎ𝑎𝑠 𝑑𝑢𝑑𝑎𝑑𝑜 𝑦 𝑡𝑒 ℎ𝑎𝑠 𝑐𝑢𝑒𝑠𝑡𝑖𝑜𝑛𝑎𝑑𝑜 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑠𝑎𝑠. 𝑌 𝑑𝑒𝑠𝑝𝑢𝑒́𝑠, 𝑙𝑎𝑠 ℎ𝑎𝑠 𝑖𝑔𝑛𝑜𝑟𝑎𝑑𝑜.

𝑆𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑒𝑠𝑎 𝑖𝑛𝑐𝑒𝑟𝑡𝑖𝑑𝑢𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑒𝑛 𝑡𝑢 𝑒𝑠𝑡𝑜́𝑚𝑎𝑔𝑜, 𝑒𝑛 𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑜𝑐𝑎𝑠𝑖𝑜́𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑒 𝑣𝑒𝑠 𝑜 𝑙𝑒 𝑒𝑠𝑐𝑟𝑖𝑏𝑒𝑠, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑠𝑖𝑔𝑢𝑒𝑠 𝑎ℎí. ¿𝑅𝑒𝑎𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑡𝑒 𝑎𝑚𝑎𝑟𝑎́ 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑜 𝑡𝑒 𝑑𝑒𝑗𝑎𝑟𝑎́ 𝑒𝑛 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑡𝑜 𝑦𝑎 𝑛𝑜 𝑠𝑒𝑎𝑠 𝑢𝑛𝑎 𝑛𝑖𝑛̃𝑎? ¿𝑅𝑒𝑎𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑑𝑒𝑗𝑎𝑟𝑎́ 𝑠𝑢 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑒𝑛𝑎𝑚𝑜𝑟𝑎𝑟𝑠𝑒 𝑑𝑒 𝑡𝑖?

𝐸́𝑙 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑑𝑒𝑝𝑟𝑒𝑑𝑎𝑑𝑜𝑟 𝑦 𝑒𝑛 𝑐𝑎𝑠𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑜 ℎ𝑎𝑦𝑎𝑠 𝑑𝑢𝑑𝑎𝑑𝑜 𝑦𝑜 𝑡𝑒 𝑙𝑜 𝑑𝑖𝑔𝑜: ¡𝑁𝑜 𝑣𝑎𝑙𝑒 𝑙𝑎 𝑝𝑒𝑛𝑎!

𝐵𝑢𝑠𝑐𝑎 𝑎𝑦𝑢𝑑𝑎, 𝑎𝑠𝑖́ 𝑒𝑚𝑝𝑖𝑒𝑧𝑎 𝑡𝑜𝑑𝑜, 𝑐𝑜𝑛𝑣𝑒𝑟𝑠𝑎𝑛𝑑𝑜. 𝑁𝑜 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑝𝑟𝑜𝑐𝑒𝑠𝑜 𝑓𝑎́𝑐𝑖𝑙, 𝑠𝑒𝑟𝑎́ 𝑙𝑎𝑟𝑔𝑜 𝑦 𝑑𝑒𝑗𝑎𝑟𝑎́ 𝑠𝑢 𝑚𝑎𝑟𝑐𝑎, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑣𝑖𝑣𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑎𝑝𝑟𝑒𝑛𝑑𝑖𝑧𝑎𝑗𝑒.

𝐷𝑜𝑙𝑒𝑟𝑎́ 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑎𝑙𝑔𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑢𝑛𝑐𝑎 ℎ𝑎𝑠 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖𝑑𝑜 𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠. 𝑈𝑛 𝑑𝑜𝑙𝑜𝑟 𝑒𝑚𝑜𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑙 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑡𝑟𝑎𝑛𝑠𝑓𝑜𝑟𝑚𝑎𝑟𝑎́ 𝑒𝑛 𝑓í𝑠𝑖𝑐𝑜 𝑦 𝑎𝑟𝑟𝑎𝑠𝑎𝑟𝑎́ 𝑐𝑜𝑛 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑟𝑒𝑒𝑠 𝑦 𝑎𝑚𝑎𝑠.

𝑇𝑒 𝑐𝑢𝑒𝑠𝑡𝑖𝑜𝑛𝑎𝑟𝑎́𝑠 𝑠𝑖 𝑒́𝑙 𝑎𝑢́𝑛 𝑡𝑒 𝑎𝑚𝑎 𝑦 𝑠𝑜́𝑙𝑜 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑚𝑎𝑙𝑒𝑛𝑡𝑒𝑛𝑑𝑖𝑑𝑜. 𝐷𝑒𝑠𝑒𝑎𝑟𝑎́𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑜𝑑𝑜 ℎ𝑎𝑦𝑎 𝑠𝑖𝑑𝑜 𝑢𝑛 𝑠𝑢𝑒𝑛̃𝑜, 𝑠𝑜́𝑙𝑜 𝑢𝑛 𝑚𝑎𝑙 𝑠𝑢𝑒𝑛̃𝑜, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑎𝑠í, 𝑒𝑠 𝑙𝑎 𝑟𝑒𝑎𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑, 𝑠𝑜𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑡𝑟𝑖𝑠𝑡𝑒𝑠 ℎ𝑒𝑐ℎ𝑜𝑠… 𝑇𝑜𝑚𝑎𝑟𝑎́ 𝑡𝑖𝑒𝑚𝑝𝑜 𝑟𝑒𝑐𝑢𝑝𝑒𝑟𝑎𝑟𝑠𝑒, 𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑙𝑜 ℎ𝑎𝑟𝑎́𝑠.

𝑁𝑜 𝑒𝑠 𝑡𝑢 𝑐𝑢𝑙𝑝𝑎, 𝑛𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑙𝑜 𝑓𝑢𝑒. 𝑁𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎́𝑠 𝑠𝑢𝑐𝑖𝑎 𝑦 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑜 𝑚𝑒𝑛𝑜𝑠 𝑣𝑎𝑙𝑒𝑠 𝑚𝑒𝑛𝑜𝑠 𝑝𝑜𝑟 ℎ𝑎𝑏𝑒𝑟 𝑠𝑖𝑑𝑜 𝑢𝑛𝑎 𝑝𝑟𝑒𝑠𝑎.

𝑅𝑒𝑎𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑙𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑜 𝑡𝑒 ℎ𝑎𝑦𝑎 𝑠𝑢𝑐𝑒𝑑𝑖𝑑𝑜. 𝐿𝑜 𝑙𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑎𝑚𝑏𝑎𝑠.

𝐼𝑠𝑎𝑏𝑒𝑙𝑙𝑎, ¿𝑠𝑖 𝑡𝑎𝑛 𝑠𝑜́𝑙𝑜 ℎ𝑢𝑏𝑖𝑒𝑟𝑎𝑠 𝑙𝑒𝑖́𝑑𝑜 𝑒́𝑠𝑡𝑜 𝑒𝑛 𝑒𝑠𝑒 𝑒𝑛𝑡𝑜𝑛𝑐𝑒𝑠, 𝑡𝑜𝑑𝑜 ℎ𝑎𝑏𝑟í𝑎 𝑐𝑎𝑚𝑏𝑖𝑎𝑑𝑜? 𝑁𝑜 𝑙𝑜 𝑠𝑒́, 𝑛𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑙𝑜 𝑠𝑎𝑏𝑟𝑒́, 𝑝𝑒𝑟𝑜 ℎ𝑎𝑟𝑒́ 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑖𝑛𝑔𝑢𝑛𝑎 𝑐ℎ𝑖𝑐𝑎 𝑡𝑒𝑛𝑔𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒𝑟 “𝐿𝑖𝑧𝑧𝑦” 𝑑𝑒 𝑛𝑢𝑒𝑣𝑜, 𝑎𝑙 𝑚𝑒𝑛𝑜𝑠 𝑛𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑠𝑢𝑠 𝑚𝑎𝑛𝑜𝑠.”

“A mi hija nunca le va a suceder”, “en casa siempre hablamos abiertamente”, “yo tengo a mis hijos bien cuidados”, “si le pasó eso es culpa de sus padres por no estar al pendiente”, “eso pasa cuando tienen padres muy liberales”, “estas juventudes no son como antes”.

Cuando he leído comentarios en redes sociales en publicaciones relacionadas a acoso, abusos, desapariciones, principalmente de niñas y adolescentes, invariablemente pienso lo fácil que nos resulta como sociedad posicionarnos con tal superioridad moral, que nos sentimos capaces de decir a las demás personas cómo deben criar a sus hijas. Y es que en medio de un evento trágico para las familias, lo único que nos parece apropiado es causarles aún más daño y demostrarles que no pertenecen a esta sociedad, que merecen ser expulsadas de ese imaginario pulcro y aspiracionista de su entorno.

𝐷𝑢𝑟𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑑𝑖𝑐𝑖𝑒𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑑𝑒 2023 𝑡𝑢𝑣𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑎𝑐𝑡𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑜𝑡𝑟𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑐𝑎𝑟𝑎 𝑒𝑛𝑔𝑎𝑛̃𝑜𝑠𝑎, 𝑝𝑎𝑙𝑎𝑏𝑟𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑑𝑖𝑐𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎𝑠, 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑝𝑒𝑙𝑖𝑔𝑟𝑜𝑠𝑜. 𝑈𝑛 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑒𝑛 𝑠𝑢𝑠 30 𝑎𝑛̃𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑒𝑑𝑎𝑑 𝑏𝑢𝑠𝑐𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑢𝑛𝑎 𝑟𝑒𝑙𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑐𝑜𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑛𝑖𝑛̃𝑎 𝑎 𝑙𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑒 𝑑𝑢𝑝𝑙𝑖𝑐𝑎𝑏𝑎 𝑙𝑎 𝑒𝑑𝑎𝑑. 𝐴𝑙𝑔𝑜 𝑟𝑒𝑝𝑢𝑔𝑛𝑎𝑛𝑡𝑒.

-𝐷𝑒𝑏𝑒𝑟í𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑒𝑠𝑐𝑎𝑝𝑎𝑟 𝑎 𝑙𝑎 𝑝𝑙𝑎𝑦𝑎 𝑗𝑢𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑛 𝑢𝑛𝑜𝑠 𝑎𝑚𝑖𝑔𝑜𝑠

-𝑆𝑖 𝑦𝑜 𝑚𝑒 𝑠𝑢𝑖𝑐𝑖𝑑𝑎𝑟𝑎 𝑠𝑒𝑟í𝑎 𝑎𝑞𝑢í.

𝐸𝑠𝑐𝑎𝑝𝑎𝑟, 𝑠í. ¿𝐸𝑠𝑐𝑎𝑝𝑎𝑟 𝑑𝑒 𝑐𝑎𝑠𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑒𝑛𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑟𝑚𝑒 𝑐𝑜𝑛 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑒𝑛 𝑢𝑛𝑎 𝑝𝑙𝑎𝑦𝑎 𝑎 𝑚𝑖𝑡𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑛𝑎𝑑𝑎? 𝑈𝑛𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎 𝑞𝑢𝑒 ℎ𝑎𝑏𝑟𝑖́𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑓𝑒𝑠𝑎𝑑𝑜 𝑡𝑖𝑒𝑚𝑝𝑜 𝑎𝑡𝑟𝑎́𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑢𝑚𝑖́𝑎 𝑛𝑎𝑟𝑐𝑜́𝑡𝑖𝑐𝑜𝑠 𝑒 𝑖𝑛𝑠𝑖𝑛𝑢𝑎𝑏𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑢𝑚𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝑒́𝑙. 𝐴𝑙𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 𝑒𝑠𝑐𝑟𝑖𝑏𝑖́𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝑠𝑢𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑎𝑠 “𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑖𝑛𝑜𝑐𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠” 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑠𝑎𝑏𝑒𝑟 𝑐𝑜́𝑚𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎, 𝑞𝑢𝑒́ ℎ𝑎𝑐𝑖́𝑎, 𝑐𝑜𝑛 𝑞𝑢𝑖𝑒́𝑛 𝑚𝑒 𝑟𝑒𝑙𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑏𝑎, 𝑐𝑢𝑎́𝑙𝑒𝑠 𝑒𝑟𝑎𝑛 𝑚𝑖𝑠 𝑐𝑟𝑒𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎𝑠 𝑦 𝑝𝑒𝑛𝑠𝑎𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑚𝑢𝑛𝑑𝑜, 𝑚𝑖𝑠 𝑒𝑥𝑝𝑒𝑟𝑖𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎𝑠 𝑠3𝑥𝑢𝑎𝑙𝑒𝑠. 𝑁𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑜 𝑙𝑒 𝑖𝑛𝑐𝑢𝑚𝑏𝑒 𝑎 𝑛𝑎𝑑𝑖𝑒 𝑚𝑎́𝑠 𝑞𝑢𝑒́ 𝑎 𝑚𝑖́.

𝑈𝑛𝑎 𝑠𝑒𝑛𝑠𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑠𝑖 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑢𝑣𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑟𝑢𝑗𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑚𝑖 𝑒𝑠𝑡𝑜́𝑚𝑎𝑔𝑜 𝑒𝑛 𝑠𝑢 𝑝𝑢𝑛̃𝑜. 𝐷𝑒 𝑖𝑛𝑐𝑜𝑚𝑜𝑑𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑦 𝑟𝑒𝑚𝑜𝑟𝑑𝑖𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜.

𝑈𝑛 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑟𝑒𝑔𝑜𝑑𝑒𝑎 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑚𝑢𝑛𝑑𝑜, 𝑏𝑎𝑗𝑜 𝑠𝑢 “𝑛𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒” 𝑦 𝑠𝑢 𝑝𝑟𝑜𝑓𝑒𝑠𝑖𝑜́𝑛. 𝐴𝑙𝑔𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑢𝑦 𝑝𝑟𝑜𝑛𝑡𝑜 𝑙𝑒𝑠 𝑖𝑚𝑝𝑎𝑟𝑡𝑖𝑟𝑎́ 𝑐𝑙𝑎𝑠𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑚𝑢́𝑠𝑖𝑐𝑎 𝑎 𝑎𝑑𝑜𝑙𝑒𝑠𝑐𝑒𝑛𝑡𝑒𝑠. 𝑈𝑛𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠 𝑐𝑎𝑝𝑎𝑧 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑎𝑟𝑡𝑖𝑟 𝑣𝑖𝑑𝑒𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑒́𝑙 𝑦 𝑠𝑢 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑗𝑎 𝑚𝑎𝑛𝑡𝑒𝑛𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑐0𝑖𝑡𝑜, 𝑎 𝑢𝑛𝑎 𝑚𝑒𝑛𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑒𝑑𝑎𝑑. 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑖𝑚𝑎𝑔𝑖𝑛𝑎𝑟 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒́𝑙 ℎ𝑎 ℎ𝑒𝑐ℎ𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑒𝑙 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑒𝑛𝑖𝑑𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑦𝑜 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑎𝑟𝑡𝑖́ 𝑒𝑛 𝑚𝑖 𝑖𝑛𝑡𝑖𝑚𝑖𝑑𝑎𝑑 ¿𝐸𝑠𝑡𝑎𝑟𝑎́ 𝑓𝑙𝑜𝑡𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑒𝑛 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑟𝑛𝑒𝑡?, ¿𝐶𝑢𝑎́𝑛𝑡𝑎𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑠 𝑠𝑎𝑏𝑒𝑛 𝑑𝑒 𝑙𝑜 𝑜𝑐𝑢𝑟𝑟𝑖𝑑𝑜 𝑦 𝑛𝑜 ℎ𝑎𝑛 𝑑𝑖𝑐ℎ𝑜 𝑛𝑎𝑑𝑎? ¿𝐶𝑢𝑎́𝑛𝑡𝑎𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑠 𝑠𝑜𝑛 𝑐𝑜́𝑚𝑝𝑙𝑖𝑐𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑒́𝑠𝑡𝑒 ℎ𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒?

𝑈𝑛𝑎 𝑐𝑎𝑟𝑝𝑒𝑡𝑎 𝑑𝑒 𝑖𝑛𝑣𝑒𝑠𝑡𝑖𝑔𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒𝑠𝑎𝑝𝑎𝑟𝑒𝑐𝑖𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑠𝑒𝑚𝑎𝑛𝑎𝑠 𝑦 𝑢𝑛 𝑐𝑎𝑚𝑏𝑖𝑜 𝑑𝑒 𝑎𝑏𝑜𝑔𝑎𝑑𝑜 𝑒𝑠𝑝𝑜𝑛𝑡𝑎́𝑛𝑒𝑜; 𝑝𝑜𝑙𝑖𝑐í𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 ℎ𝑎𝑛 ℎ𝑒𝑐ℎ𝑜 𝑢𝑛𝑎 𝑖𝑛𝑣𝑒𝑠𝑡𝑖𝑔𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒𝑏𝑖𝑑𝑎; 𝑢𝑛𝑎 𝑖𝑛𝑠𝑡𝑖𝑡𝑢𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑝𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑚𝑖 𝑡𝑟𝑎𝑏𝑎𝑗𝑜 𝑝𝑠𝑖𝑐𝑜𝑙𝑜́𝑔𝑖𝑐𝑜 𝑢𝑠𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑒𝑥𝑐𝑢𝑠𝑎:

-𝑆𝑖 𝑛𝑜 𝑚𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎 𝑑𝑎𝑛̃𝑜 𝑝𝑠𝑖𝑐𝑜𝑙𝑜́𝑔𝑖𝑐𝑜 (𝑡𝑟𝑎𝑢𝑚𝑎) 𝑒𝑛 𝑐𝑎𝑠𝑜 𝑑𝑒 𝑢𝑛 𝑗𝑢𝑖𝑐𝑖𝑜, 𝑛𝑜 𝑠𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑠𝑖𝑑𝑒𝑟𝑎𝑟𝑎́ 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑎𝑙𝑔𝑜 𝑣𝑒𝑟𝑖́𝑑𝑖𝑐𝑜.

𝑆𝑖𝑚𝑝𝑙𝑒𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎𝑙𝑔𝑜 𝑑𝑒𝑠𝑎𝑔𝑟𝑎𝑑𝑎𝑏𝑙𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑑𝑒𝑏𝑒𝑟í𝑎 𝑑𝑒 𝑡𝑒𝑟𝑚𝑖𝑛𝑎𝑟 𝑦 𝑛𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑠𝑢𝑐𝑒𝑑𝑒𝑟. 𝑈𝑛𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎 𝑐𝑎𝑝𝑎𝑧 𝑑𝑒 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑎𝑟𝑡𝑖𝑟 𝑎 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑢𝑎𝑡𝑟𝑜 𝑣𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑠𝑢𝑠 𝑒𝑥𝑝𝑒𝑟𝑖𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎𝑠 𝑠3𝑥𝑢𝑎𝑙𝑒𝑠 𝑦 𝑛𝑜 𝑠𝑜𝑙𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 ℎ𝑎𝑏𝑙𝑎́𝑛𝑑𝑜𝑙𝑎𝑠. 𝑈𝑛𝑎 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎 𝑚𝑎𝑛𝑖𝑝𝑢𝑙𝑎𝑑𝑜𝑟𝑎 𝑦 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟𝑜𝑠𝑎.

𝐴 𝑚𝑒𝑛𝑢𝑑𝑜 𝑚𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑔𝑢𝑛𝑡𝑜 ¿𝑞𝑢𝑒́ ℎ𝑎𝑏𝑟í𝑎 𝑝𝑎𝑠𝑎𝑑𝑜 𝑠𝑖 𝑦𝑜 𝑚𝑒 ℎ𝑢𝑏𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑎𝑝𝑎𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑒́𝑙 𝑎 𝑒𝑠𝑎 𝑝𝑙𝑎𝑦𝑎?, ¿𝑠𝑒𝑔𝑢𝑖𝑟í𝑎 𝑎𝑞𝑢í 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑎𝑟 𝑚𝑖 ℎ𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎 𝑦 𝑝𝑟𝑒𝑣𝑒𝑛𝑖𝑟 𝑎 𝑜𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑐ℎ𝑖𝑐𝑎𝑠 𝑑𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑠𝑢𝑗𝑒𝑡𝑜?, ¿𝑚𝑒 ℎ𝑎𝑏𝑟𝑖́𝑎 𝑑𝑟𝑜𝑔𝑎𝑑𝑜?, ¿𝑞𝑢𝑖𝑧𝑎́𝑠 𝑚𝑒 ℎ𝑎𝑏𝑟í𝑎 𝑡𝑖𝑟𝑎𝑑𝑜 𝑎𝑙 𝑚𝑎𝑟 𝑒𝑛 𝑑𝑜𝑛𝑑𝑒 𝑒́𝑙 ℎ𝑎𝑏𝑖́𝑎 𝑚𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑑𝑜 𝑞𝑢𝑒́ 𝑠𝑒𝑟í𝑎 𝑐𝑎𝑝𝑎𝑧 𝑑𝑒 𝑠𝑢𝑖𝑐𝑖𝑑𝑎𝑟𝑠𝑒? 𝑁𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑙𝑜 𝑠𝑎𝑏𝑟𝑒́. 𝐴𝑔𝑟𝑎𝑑𝑒𝑧𝑐𝑜 𝑛𝑜 𝑠𝑎𝑏𝑒𝑟𝑙𝑜 𝑦, 𝑚𝑖𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑠𝑖𝑔𝑎 𝑣𝑖𝑣𝑎, 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑝𝑎𝑐𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑎𝑦𝑢𝑑𝑎𝑟, 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑖𝑟𝑒́ 𝑡𝑜𝑚𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑐𝑎𝑟𝑡𝑎𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑎𝑠𝑢𝑛𝑡𝑜, 𝑦𝑎 𝑞𝑢𝑒, 𝑎𝑝𝑎𝑟𝑒𝑛𝑡𝑒𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒, 𝑒𝑙 𝑠𝑖𝑠𝑡𝑒𝑚𝑎 𝑗𝑢𝑑𝑖𝑐𝑖𝑎𝑙 𝑛𝑜 𝑒𝑠 𝑐𝑎𝑝𝑎𝑧 𝑑𝑒 ℎ𝑎𝑐𝑒𝑟𝑙𝑜.”

Hija querida,

No hay nada de qué avergonzarse. Yo también fui una “Lizzy”, pero con otro apodo, y puedo asegurarte que muchas más lo fuimos. Yo también fui la adolescente curiosa, que quería experimentar y descubrir su s3xualidad, que se dejaba “encandilar” por esa figura de madurez de hombres adultos que solían decirme lo madura que era para mi edad, lo mayor que parecía y cómo no era como las otras chicas.

La vergüenza es para ellos, para los adultos abusadores: sanos hijos del patriarcado que se sienten con el poder para aprovecharse, que se saben respaldados por un sistema que los encubre y protege, como lo hemos visto estos últimos nueve meses de denuncias, de revictimización, de declaraciones mal guiadas, de negligencia por parte de las y los servidores públicos; de la apatía del entorno. De carpetas de investigación desaparecidas y funcionarios que recomiendan llevar una vida “normal” y exponerte a seguir compartiendo espacio y convivencia con tu violentador; así como exigencias de mantenernos calladas para “no afectar la investigación”.

La vergüenza es para ellos: abusadores, potenciales violadores, manipuladores; que no actúan en consecuencia a su madurez y responsabilidad. La vergüenza es para el sistema que debería procurar la justicia y en su lugar nos abandona.

Esto no se trata de una cosa individual o de ensalzar protagonismos, se trata de algo colectivo, de lo que estamos viviendo como sociedad y lo que estamos haciendo al respecto: juzgar a la víctima, culpar a las familias, criticar la educación o acciones de las afectadas, en lugar de señalar y denunciar a los culpables; y por otro lado, lo que estamos dejando de hacer: las omisiones, el mirar a otro lado, callar, ignorar, lavarse las manos.

Ésto se acaba aquí, hija. Mamá y papá estamos contigo, y sabemos bien que mucha más gente que te ama, está aquí para contenerte y apoyarte. ¡No más silencio! ¡La justicia es social y comunitaria o no es justicia! Ésto es una denuncia pública contra Jesús Iván “N”, profesor de inglés de la Escuela Secundaria Técnica No. 17 y guitarrista de la banda “Lost No Name”, por los presuntos delitos de CIBERACOSO S3XUAL CON AGRAVANTES y contra Luis Daniel “N”, saxofonista galardonado en los Premios a la Juventud 2024 de Baja California Sur e integrante del Programa Educativo CREA de la Orquesta Nacional de Jazz de México, por presuntos delitos de CIBERACOSO S3XUAL CON AGRAVANTES.

Como padre y madre de Isabella te lo decimos a ti, Jesús Iván, tu obligación como profesor y adulto, debió ser dar parte a las autoridades escolares, así como a nosotros, y en lugar de eso, aprovechaste la oportunidad para buscar la vía de contactarla en secrecía y abusar de ella; y también te lo decimos a ti, Luis Daniel, te abrimos las puertas de nuestro hogar y te brindamos nuestra confianza, y con ese discurso de sobriedad que manejas ante el mundo, buscaste a nuestra hija para corromperla y manipularla, y luego, te dedicaste a compartir, como si fuese un logro o trofeo, sus fotos íntimas con tu grupito de amistades.

Este es un llamado a la sociedad en general, a la comunidad musical, a la comunidad artística, a la comunidad académica, a las colectivas feministas, a las asociaciones por los derechos de las mujeres, infancias y adolescencias:

¡ALTO AL ENCUBRIMIENTO DE ABUSADORES! ¡ALTO A LA DIVULGACIÓN DE CONTENIDO ÍNTIMO!

Si has sabido de esta situación antes de haber leído esta denuncia y no has hecho nada al respecto, déjanos decirte que ERES CÓMPLICE.

NI UNA NIÑA MÁS, NI UNA ADOLESCENTE MÁS. ¡JUSTICIA SOCIAL!