Arrojarse a lo desconocido
SR – Simón Radowitzsky
Me cuesta hablar. Es la advertencia de Direlly, quien lidera un espacio abierto a la comunidad alternativa, una variedad indeterminada de grupúsculos que no contaban con foros abiertos para sus formas de expresión y encuentro. Nuestra tarea es sostener un nicho oscuro, oculto en un rincón todavía no integrado de forma absoluta, por una ciudad arrodillada bajo el capital inmobiliario.
En una conversación compactada espaciotemporalmente, nos cuenta que se ha vuelto urgente rescatar el foro que constituye el Underground. Así, el próximo sábado 31 de mayo, se celebrará un concierto de recaudación, dicho acontecimiento es una apelación a la solidaridad de la comunidad. El evento contará con el soporte de las siguientes bandas: Por Nuestras Viudas, Los Malnacidos, The Mexican Weirdoh´s, Vibra Fuzz y por supuesto, Sónica. La apertura de puertas nos requiere a las 8:00pm, la música irrumpe a las 9:00pm.

Ahora bien, no es la primera vez que uno de los principales foros alternativos de la ciudad, por no decir el único, que se ha convertido en refugio, hogar y promotor de la contracultura, amenaza con agotarse. Direlly tomó la dirección del espacio en un momento en el que parecía perderse. Cerraba el Jack Bar, ella decidió aferrarse y resistir: “darle un giro” que permita la exposición de las propuestas que no encontraban un espacio capaz de recibirlas. A ella le preocupa particularmente, sostener “lo raro, lo diferente”. Un momento de crisis personal, como una grieta se abría paso en medio del voraz desierto que la une a la constelación histórica del punk. Tras 16 años de colaborar con una conocida tienda de rock, en el umbral pospandemia y tras haberse fracturado el peroné practicando roller derby, pensó: “estoy a tiempo de seguir mi corazón, de intentar algo nuevo”. Con casi nada, por no decir ninguna experiencia en torno a la actividad que lleva consigo un bar dedicado a la música y la cultura alternativa, pero con el corazón lleno de fuego en la mano, resiste y recuerda:
En la secundaria comencé a escuchar bandas como Blink 182, Korn me impactó muchísimo, Nofx, Bad Religion, The Clash, Sex Pistols. Todo comenzó a cambiar cuando tuve en mis manos un disco quemado con canciones de bandas como Piperrak, Kortatu, EUKZ y Ska-P. Acá es cuando supe que el Punk no era una etapa, nunca se nos quitó.
Arrojarse a lo desconocido es el modo el que su palabra abre camino. Tomando en cuenta que todo a su alrededor intentaba determinarla. “Deberías hacer algo que conozcas”. Se ríe, y a pesar de las dificultades pregunta: “¿Qué? ¿Esto es difícil?” Su aire de ironía recuerda a la risa de lxs punkies: sangre entre los dientes.
La palabra florece dicen en Chiapas: se retrotrae a su relación más tierna con la música, su madre pidiéndole que le diera al botón de grabar en el momento preciso, atrapar la vida cuando la radio permitía capturar una canción especifica. Su padre y la música disco. La colección de cassettes grabados en casa. En cierto modo, el Underground, que a veces parece tener nombre propio, es una forma de encontrarse, de recuperarse en un momento de búsqueda, sin que esto suponga una salida meramente individual, sino que, al mismo tiempo, es compartida con la comunidad de la furia y la periferia, y que a muchxs nos permitió reencontrarnos. Cuando niña, tomó clases de piano y guitarra, “se me dificultaba, pensé que no era buena para los instrumentos, aunque hace nos meses, probé con la batería y me gustó mucho, me sentí muy bien, es difícil quitarse ese tipo de limites autoimpuestos.”
“No había muchas morras en la música”, reflexiona, mientras recuerda a la banda Kittie. Uno de sus primeros ejercicios como organizadora hace más de 10 años, fue un concierto de Mexican Weirdoh´s en plena banqueta de la Belisario. Para 2023 impulso la organización del Girls Rock Camp que sigue pendiente, esto fue un espacio dedicado al aprendizaje y la composición de música rock para niñas, proyecto en el que compartió con Tania Green, quien es una de las mujeres que han cuidado y florecido música donde parecía no brotar nada. Recordamos el festival Placeres Caníbales y a nuestra queridísima Adriana Velázquez. Ellas patearon la puerta, y durante muchos años han participado de muchísimas maneras en la formación de la escena. Direlly explica:
Esto es la cúspide, o la culminación de toda una vida rara, de la lucha de ir siempre con las ovejas negras, de no ser lo que la sociedad te impone: trabajar en una oficina del gobierno, no sé. Les juro que creo en resistir, en mantener un espacio alternativo para la cultura alternativa, muchos años he trabajado por eso, porque creo en ello. Somos poca gente, y esto es a lo que me estoy enfrentando en el under, digo somos, porque soy parte de la comunidad que habita el espacio.
Lo raro. Aquello que no es fácil de encontrar, o porque es casi inexistente, o porque existe en su peculiaridad: extraordinario, poco común, poco frecuente. Reflexionamos sobre la perdida de la imaginación y la capacidad de sorprendernos, de apreciar algo desconocido. Pareciera que, para poder mantener un espacio, hay que reducirlo a objeto, colocar a las bandas como música de fondo de la misma conversación en bucle. Le gustaría apoyar a las bandas locales a salir a tocar fuera, ahora no es posible, quien sabe después. De momento la taquilla es para quien la trabaja. El escenario es el centro del espacio.
La voz siempre encuentra el modo de aferrarse al viento de poniente, discurre sobre las dificultades, rodeándolas, esperando poder comprenderlas completamente, atravesarlas, superarlas. “No sé mandar, me gusta estar haciendo cosas todo el tiempo, me gusta que todo salga bien, pero entiendo que siempre hay algo que va salir mal.” Los obstáculos no han sido pocos, y las formas de afrontarlos tampoco han sido las mejores, la medida del éxito y la culpa son dos cosas que hay que desmantelar. Recuerda con particular tristeza las complicaciones del ultimo Chivofest. Se cuestiona sobre lo aprendido: la incapacidad para pedir ayuda, entre la bruma, se pregunta si hay quienes comprenden que el espacio quiere ser habitado, significado por la actividad común y el encuentro, en una ciudad que de muchas formas nos escupe a los márgenes:
La comunidad siempre me reitera que resistir es el camino correcto. Muchas veces es difícil, pero es importante. Resistencia, aferrarnos. El under no es para hacerme rica, es porque necesitamos un espacio donde lxs compas puedan habitar, aunque a veces me sienta sola. No hay negocio, somos ovejas negras, si quisiera dinero hubiera intentado un negocio convencional, -ironiza- Una palapa de mariscos con tkt. Nuestro lema es resistencia. Sé que la palomilla es solidaria.
La lógica que somete el espacio a su reducción mercantil, supone al mismo tiempo las contradicciones a las que se enfrenta la contracultura en un espacio como el under, en el que, dicho sea de paso, habitan compas de todas partes, y que encuentran allí un refugio, un fragmento de su comunidad, porque la comunidad de lxs sin comunidad, como dice un buen amigo, no tiene nación, pero constituye el cosmos: como espora radiante de ilusiones viaja nuestra vieja idea… susurra una vocecita despeinada. Me contaron que un obrero del futuro de nombre Vladimir explicaba lo siguiente cuando le preguntaron: ¿Por qué te gusta tanto estar en el callejón del meado? Porque allí está la gente que quiero.
¡Todxs al under el sabádo 31 de mayo!