Por Octavio Escalante:

Desde los años 70 del siglo pasado se tienen registros sobre la mercadotecnia que ha contagiado también el área de las drogas fuertes. Un claro ejemplo es el de New Jersey, en el que uno de los pupilos de los más grandes capos de la generación pimp se convirtió en el primer traficante a gran escala de la heroína, arriesgando millones de por medio al ir directamente a las arcas de Vietnam con el producto apenas sin procesar, para traerlo en ataúdes de los soldados estadounidenses, supuestamente muertos en su deber, pero cuyas cajas cargaban kilos de lo que se vertería por varios estados de la costa este de Estados Unidos.

Esa práctica ha sido replicada desde hace dos décadas o al menos quince años por diferentes cártes en México hasta nustros días. Y lo que era la blue magic de New Jersey heredó tantos logos en el país que ahora se ha transmitido incluso a las tortillas de harina, con una evidente causa en la guerra del granero del mundo, del que el propio Estados Unidos, como en Vietnam, quiere hacer su negocio redondo.

Batman (y no Kalimán) es el que sella estas tortillas, no por que tenga una máquina de hacer tortillas y mucho menos porque las haga a mano, sino porque comienza a controlar los kilos de harina como si fuese opio gratinado en primera escala o (saquen) cocaína sin corte.

por lo pronto, esto se toma a broma, casi como un nuevo elemento de afición para los adictos a ese mundo repetitivo de los superhéroes. Pero por la parte de atrás, a la que sólo algunos nos asomamos con un gusto jugoso, el asunto sugiere una situación global que hoy en día, en La Paz, como muchas otras drogas, se manifiesta en las tortillas de harina con un simple y simpático logo de Batman.

Esto viene anunciándose por lo menos desde hace seis meses, así como el de la escasez de la cerveza cuya causa es la misma, al menos para algunas marcas. Quizá no tenga nada que ver el logo de unas tortillas de harina que andan circulando por ahí con la autoría de Bruce Wayne, pero sí tiene que ver la carencia de los elementos fundamentales con lo que se avecina, a lo que incluso unos se deleitan en citar la frase surgida en la Segunda Guerra Mundial, a propósito del ejército alemán que se atrevía a invadir Rusia: Viene el invierno.

Disfrutemos, bebamos y bebamos al día siguiente, como dice Isaías en un tono condenatorio, pero en este caso cabe recalcar que habrá que aprovechar de lo que tenemos hoy y, como sugerencia apenas aficionada, guardar no las tortillas de harina, sino la harina misma.