Iván Gutiérrez

Lázaro Cristóbal Comala, compositor de contradicciones, desdichas y presagios. Hace unas semanas fuimos a buscarlo a Durango, para documentar la presentación de su álbum Belmont en el Teatro Victoria. Días antes de tocar en su ciudad natal (tras casi cuatro años de ausencia), nos encontramos en el Belmont, cantina bohemia de gente triste donde los mezcales se disfrutan mejor en soledad. Entre sorbo y sorbo fuimos explorando las aristas de este complejo músico, buscando los sentidos detrás del Belmont.  Sin más, dele play y sea bienvenido a este grandioso paseo de la mano de Lázaro Cristóbal Comala.

En tu nuevo álbum, Belmont, pusiste un sample de una canción de Nacho Vegas, Monomanía, al inicio de Faisanes, en lo que pareciera un homenaje a este compositor español…

Sí, extendí algo que ya había hecho Nacho Vegas. Monomanía es una canción en la que Nacho agarró la melodía de otra parte, que es básicamente lo que yo hice. Entonces mi forma de hacer Faisanes fue extender ese ejercicio. Le escribí a Nacho y le dije “oye, hice una canción robándome la melodía de Monomanía y es ésta, quisiera meter un sample de ahí”, y me dijo “sí, para eso son las canciones, yo también me las robo”. Y hasta cierto punto el tema de la canción es el mismo: es una extensión. Por lo mismo, siempre que canto Faisanes le pego Monomanía.

Un ejemplo de lo que te comento es que Nacho hizo lo mismo en Ciudad Vampira: tomó prestada la melodía de Devil Town, de Daniel Johnston. De hecho, en la versión del álbum, cuando empieza Ciudad Vampira, tiene al principio a una mujer cantando la canción de Johnston en catalán.

Hay dos canciones en el Belmont que hablan de otros creadores, Reynaldo Arenas y Pablo Perro, y pareciera que con estas canciones buscaras restituirles un poco de… ¿reconocimiento? a estos autores ¿Cómo nacen estos dos temas?

Reynaldo Arenas es de las primeras canciones que compuse, iba a entrar en el primer disco, pero no quedó. El sample que viene en esa rola es de un documental de cubanos exiliados. Compuse ese tema en ukulele, pero finalmente se terminó grabando con Daniel Vadillo, uno de los mejores pianistas de México, con quien también grabé Fin de Año y Líbano. Lo que pasa con escritores como Reynaldo Arenas o Roberto Bolaño es que admiro mucho su trabajo, pero admiro mucho más su vida, me llama mucho más lo tortuoso, lo perseguido, lo exiliado. Y bueno, Pablo Perro es un amigo de hace muchos años, ya tenía esa canción por ahí, y se la debía.

¿Pablo Perro está muerto?

No… está vivo. No me gusta mucho hablar de su vida actual, por respeto a la persona, pero puedo comentar que renunció totalmente a la música y anda dedicada a otras cosas.

Hay ciertos elementos en la portada del Belmont, algunos de ellos muy católicos, algo que ya se había visto previamente en otros de tus álbumes, ¿de dónde nace esa afición por los íconos religiosos?

Es muy curioso, porque todo ha sido coincidencia. Lo que pasa es que Belmont es un disco muy hermano de Canciones del Ancla, pero sin planearlo, simplemente así salió. Ambos son discos dobles y las portadas llevan aspectos religiosos, y son los únicos discos donde salgo yo en la portada. Esos elementos son coincidencia, nada estaba planeado, ni yo en la portada, ni el crucifijo del Ancla, ni la virgen ni nada… ahora pienso que tenía que ser así, discos que son como muy hermanos, también coincidieron en la portada. Y bueno, la portada del Belmont la sacamos en una hora, al día siguiente de que grabamos el video de Te Dije Cilantro, en la misma casa. Sí tiene elementos religiosos, una casa, una pared y yo, pero fue sin planearlo, sólo así salió.

¿Hay alguna canción que sea tu favorita en el Belmont, en lo que a tocar en vivo se refiere?

Sí… me gustó mucho haber compuesto La Inundación de 1905, cantarla y escucharla, se me hace una bonita letra, y Faisanes… lo que pasa es que la toco y me duele mucho, me pasó como a Sixto Rodríguez con “Causa”, una canción que se volvió premonición, en ella canta “perdí mi trabajo dos semanas antes de Navidad”, luego Sixto publica el disco en noviembre, y fue un fracaso absoluto, nadie lo compró, y la disquera lo corrió dos semanas antes de navidad; entonces la canción se volvió premonitoria. Lo mismo pasó con Faisanes, en el coro dice “aunque me tarde y ya no estés…”, y pues eso, me tardé y ya no está. Por eso las canciones son muy lindas, porque están vivas, no sabes qué va a pasar con ellas: las compones por algo y luego se vuelven otra cosa.

¿Cuál es la mayor lección (musical o existencial) que te ha dejado Belmont?

Hay muchos niveles. A nivel personal fueron muchos sueños cumplidos, por ejemplo, el que Nacho Vegas escuchara mi canción (Faisanes) y me dejara samplearlo. También el hacer canciones con gente que admiro desde hace mucho, desde adolescente, como Adrián Terrazas, los discos de Mars Volta son de los primeros que compré. Igual con Aarón Cruz, que participó como bajista en el Belmont, que está entre los dos mejores bajistas de México (por no decir el primero), y luego el hecho de que se haya grabado el disco (las maquetas) en dos días, es algo monumental.

También a los niveles familiares, no sólo por el hecho de que mi hijo sea un tema, sino porque mi hijo también participa: cuando se acaba el tema de Cristobal se escucha un pianito como al fondo, es él tocando. Igual, creo que Belmont es quizás el último disco…


¿Cómo? ¿El último álbum de Lázaro?

Sí…, porque ya no estoy componiendo, ni tengo intenciones de componer. Vendí mi guitarra por ahí de abril, y ya solo agarro una guitarra cuando voy a tocar. La última canción que compuse fue He visto demasiadas casas vacías en mi vida, y fue por una mentira, porque… Iba ir en abril al estudio en Ciudad de México para grabar, y faltaba una canción para completar las veinte.

Entonces le dije a Santiago, el productor, que una había quedado fuera pero que acababa de componer una nueva, que esa es la que íbamos a grabar a guitarra solamente. Yo me iba al otro día, pero era mentira, no había compuesto nada. El avión salía a las doce de la tarde, y la compuse como de tres a cinco de la mañana, y la grabé en el celular, y llegué a grabarla. Es una canción que le compuse a mi hermano. Fueron dos horas de composición, pero ya estaba todo cargado, ya la tenía como dándome vueltas. Y pues fue mentira, en el sentido de decir que ya tenía la canción, cuando en realidad la compuse esa noche.

En Un Manhattan dices que estás hecho de cristianos pendejos, en Líbano hablas del Dios de tus padres, y desde el arranque del álbum mencionas “El diablo ha hecho más por mí que Dios”, ¿de dónde nace este interés por el tema religioso?

Viene de que crecí en una familia cristiana, de cristianos protestantes. Lo de “el diablo ha hecho más por mí que Dios” es una metáfora, lo que pasa es que el cristianismo protestante de Durango está muy basado en el cristianismo gringo, que es muy capitalista, basado en algo que se conoce como el “Evangelio de la Prosperidad”, que te enseña que Dios te quiere con dinero, Dios te quiere sano, Dios te quiere con estudios, una casa, una familia, es el “American Dream”.

Cuando me separé de la iglesia, lo hice porque yo era toda la antítesis de eso: Dios me quería con una familia y mis padres estaban divorciados; Dios me quería sano y yo estaba enfermo; Dios me quería con trabajo y yo estaba desempleado. Era todo lo que no debería haber sido. Eso implicaba que yo estaba haciendo algo mal, que yo era lo que estaba mal. Y por eso me alejé.

Entonces El Diablo ha hecho más por mí que Dios es una metáfora de que… ya en recapitulación, no tener trabajo, en lugar de tener trabajo, te da más, porque te hace crecer; tener papás divorciados en lugar de una buena familia, te hace más maduro; de ahí va que todo lo malo te da más, que uno aprende más de los malos ratos que de los buenos: uno no aprende nada de estar feliz, uno no aprende nada de estar sano.

Y bueno, Líbano tampoco es religiosa, es más bien familiar, por eso dice “el Dios de mis padres”, porque una cosa es Dios y otra lo que te enseñan a ti. Líbano y Manhattan son canciones familiares, de antepasados. Y de cristianos pendejos pues sí, porque toda mi vida estuve rodeado de ellos.

¿Qué es para ti Dios?

No sé… la mayor parte de mi vida creí que era real, pero desde hace una década pienso que no existe: nada, cero. Como dice Nick Cave, “no creo en un Dios intervencionista”. Lo que pasa con Dios es que si no es intervencionista, no es nada, porque, ¿de qué sirve un Dios que no interviene? Digamos que sí existe, pero no interviene, ¿entonces para qué existe? Creo que Dios es una consolación: al final te da cáncer y sabes que te vas a morir, y acudes a él. Por eso mi Dios es el de Líbano, no es “el Dios”, sino el Dios de mis padres, con el que te educan.

En varias de tus canciones de Belmont se asoma una visión medio nihilista de la vida… incluso tienes una canción titulada Ciorán

Sí, es necesario hablarlo. Durango es de los estados donde más suicidios hay en todo el país, es enfermizo la cantidad de personas que se suicidan aquí, es un tabú… y es dolorosísimo. Y una de las cosas más tristes que se me hacen es que… una vez, en el trabajo que tenía, una de las chambas era revisar notas del periódico, y en una ocasión uno de mis compañeros que era diseñador, que casi nunca se expresaba para nada, me dijo sobre una nota, “lo que tiene que pasar por la cabeza y la vida un niño de 10 años para tomar la decisión de suicidarse…”.

El hecho de yo escribir esta clase de cosas, no es ni siquiera por una cuestión pasajera, sino que es un tema del estado, como hay músicos o compositores de Colombia que hablan sobre lo que pasa en sus entidades, el narco… una persona como Nacho Vegas que escribe sobre el contexto en el que vive, en su caso sobre cómo expulsan a la gente de sus casas. Entonces ya el pedo de temas como No me da la gana ser feliz, no viene tanto de una cuestión punk o una persona depresiva, tiene más que ver con el entorno, y el mío es el suicidio. No tiene nada que ver conmigo, sino el estado en el que vive el Estado. Y ya no estamos hablando solo de adolescencia o juventud, sino que llega un punto tan mierda en el que estamos hablando de infancia.

¿Has pensado cómo te gustaría morir?

No… no pienso en eso porque… no me quiero morir, pero… sí, colgado, eso… o un balazo, pero ahorita no tenemos acceso a pistolas, aunque sería lo más rápido. Medicamentos no, sí lo he intentado, pero con ellos me da ansiedad… o sea, si me meto veinte pastillas, primero me aviento a un carro antes de que hagan efecto, por la ansiedad de la espera. Entonces colgado, algo más seguro y definitivo.

La ansiedad es un tema constante en tus canciones, ¿cómo lidias con ella?

Con el alcohol… que no debería, porque hace daño a la larga. Lo que pasa es que es muy caro medicarse. Yo me medicaba, pero ahora que renuncié a mi trabajo y que tengo un hijo, llegó un punto en el que… la terapia y el medicamento, me costaban más que lo que  pagaba de renta, entonces el alcohol… te baja. Yo no tomo para estar pedo, lo hago más bien para llegar a estos niveles de alcohol en la sangre, en los que sigo siendo muy funcional, pero estoy más relajado. Me tomo una media y dos o tres mezcales y es como chocomilk, me da para seguirle, incluso me siento mejor persona. No para huir de problemas o terminar pedo y caerte, sino como una especie de apoyo.

Dios dos cosas que te gusten de Durango

Las cantinas y las calles. Yo soy mucho de caminar, me gusta caminar la ciudad. Si voy por mi hijo o a un mandado, en vez de tomar un taxi o algo, prefiero ir caminando.

 

 

¿Dos cosas que no te gusten de aquí?

La concepción que los artistas tienen del arte, bueno, el arte es una palabra que nunca me ha gustado, pero como la visión de los artistas. Y su índice tan alto de suicidios, es una enfermedad que existe en Durango.

¿Dirías que es un Estado triste?

Sí, total, porque es un estado… que se siente separado, todos nos sentimos así, como aislados, y eso lleva a la depresión, y a su naturalidad con el suicidio. Durango es un estado triste.