SR- Símon Radowitzky – El ojo de la Görgona

Resulta sumamente complicado imaginar algo diametralmente opuesto al tiempo ordinario, aplastado bajo el imperativo productivo y la repetición, la repetición, la repetición y el castigo. Viernes 16 de mayo de 2025, El underground bar mantiene actividades, y puertas abiertas para quienes intentan, en su justa medida, sustraerse del tiempo vacío. Y si no se sustraen, por lo menos se estrellan con él.

No podemos abrirnos paso, sin lo siguiente: la noche viene con las hogueras, y con estas últimas, la posibilidad de que un callejón normalmente inhabitable se trasvase en la negación del mundo que reduce todo a cosas. Abierto a discusiones de todo tipo, hay quien se reúne a compartir cine, otrxs a discutir a Marx, y otrxs más, a tocar música. Una alternativa, la oasisidad teñida de Rojo. Apropiarnos radicalmente de nuestro tiempo es apropiarnos de nuestras vidas. Gracias por sostener un espacio abierto para la comunidad de la furia y la periferia.

Entramos, Karla Nasty: un estallido de actitud y aire limpio, una fina línea entre melodía y fuerza. Una de las virtudes que hay que celebrar de esta banda, es la forma tan divertida de realizar sus ejecuciones, se les ve disfrutando cada golpe. Quienes nos encontrábamos dentro, caímos inevitablemente en aquel vaivén de tensiones casi florales. Yo que llevo muerto bastante tiempo, y que, además, morí de un infarto, no podía no entregar mi corazón a la música. Es así. Revolver es mi canción favorita. Una propuesta estética en la que lo pequeño resulta sostenerlo todo.

Una irrupción de unos minutos en lo que se prepara la banda sorpresa, y salimos a respirar. En la calle, la gente enredándose en la conversación. La palabra se vuelve carne. “Yo no creo en el arte”, me dijeron. Pensé, ¿el arte es idéntica a la experiencia estética? Más aún ¿la experiencia estética estaría reducida al arte en todo caso? Quizá esto último, tenga que ver con los momentos en los que colisionamos con la realidad del mundo de las cosas para salirnos, aunque solo sea en una breve, pero plena posesión de nuestro aliento. “Vamos a escuchar dentro”, y corrimos. Agitamos decir: situacionismo, punk, Penny Rimbaud: ¡CRASS!

La contracultura ya no basta. Buscamos la anti-forma.

De regreso, y Dr. Tritón apareció, la banda sorpresa. Me gustan menos las sorpresas que a Ramón Lorenzo Falcón. Disculparán mis distracciones. Dr. Tritón presentaba por primera vez un tema compuesto durante su primera visita a la ciudad de La Paz, lleva por título “Miramar”. ¿Es esta otra forma de retrotraernos y recordarnos que el tiempo no es idéntico a la unidad de su medida? Un sonido Surf potente saturaba las paredes mientras el espacio entre los asistentes parecía contraerse, lo mismo que el tiempo en aquella discontinuidad planteada por la banda. Una ejecución precisa y limpia.

Afuera, las personas discutiendo, planeando el siguiente paso en algún proyecto, recuperar alguna canción que sigue a media escritura, esperando a la palabra precisa. Abrazos, lxs de siempre son para siempre.

Dentro, nuevamente: Armajeron. Mentiría si trato de poner su propuesta en un estuche, tengo la impresión de que justamente su intención es salir de este tipo de tentaciones. A momentos, la fuerza incontenible de la batería de Armando y la explosión de la guitarra de Jero, te apretaba el estómago. Hasta donde entendí, el proyecto entra en pausa.

No había tenido oportunidad de escucharlos en directo, por lo que resulta particularmente incomodo saber que habrá que esperar antes de volver a tener otra oportunidad de disfrutar de su música. Ironizaron encima de la industria cultural mientras se dejan ir sobre los instrumentos rompiendo todo. El baile de Alf, Club tortura, Odisea 2020. 13 Golpes. No dejen de escuchar todo lo que tienen publicado. No hay falla.

En los rincones, la gente tramando colaboraciones. La vida a veces se vuelve fragmentaria. Había quien no cabía en la felicidad por ser aquello su primer taquín. Las artistas, los tatuajes, la pintura, la lucha y las contradicciones. El dolor de quienes no consiguen reconciliarse con su propia fragilidad puesta de relieve por un aluvión de incongruencia. Quien esté libre de pecado que arroje la primera piedra, dicen quienes se reúnen para adorar santos, acá estamos un poco más solxs.

La polémica filosófica suplanta lo concreto en mis vanos intentos por aprehender lo que realmente pasó. Sirvan estas líneas para divertirnos, o en todo caso… Quemarlo todo.

Grave/Mal, se sintió como un golpe en la cabeza. Ritmos densos y estallidos por todas partes. Arrastraban todo entre la confusión y la incapacidad de descifrar lo que seguía. Hasta los márgenes de todo. Si antes decíamos que la contracultura ya no basta, acá una muestra de que es posible agrietar los remanentes de la dominación que sobreviven en donde se la niega. Y la posibilidad de comprender que esto no es la derrota absoluta, porque si lo existente no nos funciona, solo nos queda quemarlo todo.

Grave/mal, se eleva sobre navajas y gritos: Esquizofrenia el capital quiere más: una lógica autotélica que adquiere autonomía tiránica, constituida por todo aquello que al mismo tiempo somos. La buena noticia es que si la producimos podemos dejar de hacerlo. La música publicada por el duo de Tran(s)ce-punk puede ser visitada en dos albums, Disco muerte y Todo acaba. Algunos de sus temas son Cuerpos singulares y Quema todo. Cada tema se sentía como un corte, el continuum volaba por los aires. En buena media, su actividad se sostiene de la negación absoluta de la muerte, acompañada de letras cargadas de furia. Resulta inevitable recordar el carácter destructivo que plantea Walter Benjamin:

El carácter destructivo solo sigue una consigna: hacer sitio; solo una actividad: despejar. Su necesidad de aire fresco y de espacio libre es más fuerte que cualquier forma de odio. (…) El carácter destructivo está siempre dispuesto a ponerse manos a la obra. (…) Y no siempre con áspera violencia; a veces lo hace incluso con una violencia refinada. Puesto que en todos lados ve caminos, él mismo está siempre en la encrucijada. (…) Reduce a escombros todo lo que existe, y no por el gusto de los escombros, sino por el camino que pasa a través de ellos. (Benjamin, 2018:91-93)[1]

Fuimos en la dicha, conscientes de nuestra acción en medio de los acontecimientos.

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[1] Walter Benjamin (2018) Iluminaciones. Taurus. Madrid, España a