Mario Jaime

Para Leonardo Fernández “Nadieco” y Giovanni Manríquez:

dos conciencias…

“El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas”

Wittgenstein

Detrás del acontecimiento fluyen controversias, influencias, deseos, voluntades por el poder, el dinero, las mujeres, los efebos; saltar de la necesidad a una imposible libertad. Hambre de volverse Dios.

Psiconautas inconscientes, los rebaños somos sacrificados bajo “potencias” oscuras e intrigantes que casi nunca desvelamos.

Aislados, ladrando vocablos sin percatarnos el resabio de la magia, dibujando esquemas y abrazando modelos como si fuesen verdades.

Serios, diminutos ante telúricas fuerzas brutales e infinitas, el anhelo por entender nos lleva al pensamiento mágico y el delirio por correlacionarlo todo.

Confundiendo la ficción con la realidad vamos, pues los límites son difusos, enloquecen, vociferan desde geometrías aberrantes.

Algunos se refugian en el Verbo, discuten como Eusebio y Arriano sobre la naturaleza del Ser en Nicea; los obispos se dejan corromper bajo amenaza del emperador y condenan la lógica como herejía que funda y causa miles de muertes y suspiros. Enfrascados en discusiones sobre lo consustancial o las diferencias entre engendrado y creado basándose en masturbaciones mentales de Plotino, tales ardores causarán dolor y gente achicharrada.

Todo por algunas tierras, algunas monedas de oro. El placer. ¿Qué otra cosa busca aquel que invoca al diablo?

La distancia entre Orígenes y Einstein no es tan lejana. Aquel que daba su vida por defender la consustancialidad del Espíritu Santo como Logos tiene el mismo fuego que el físico que al resolver sus ecuaciones sueña con las supercuerdas.

Lo que defiende Alan Moore en “Ángeles fósiles” es la misma tesis que improvisa un brujo del neolítico.

Cada verso y cada símbolo han dado lugar a las estaciones espaciales. Y ese anhelo toma forma en las trampas de las arañas cribeladas y acribeladas; en la adicción por otras carnes y las cataratas de opiáceos y neuroexcitadores.

Imbricados entre la descripción matemática y el incienso detrás del cual la señora Meraz degüella a su nieto para ofrecerlo a la Santa Muerte, hay un vacío, un resplandor en donde anida el horror y la esperanza.

Los budistas tibetanos creen que Padma Sabhava nació de un loto. Tras una vida como príncipe se convirtió en un Buda perfecto. Visitó el Tíbet cuando tenía 1200 años de edad. Convirtió a los habitantes en el siglo VIII, domó a los dioses de la guerra. Hoy sigue vivo en la Montaña de cobre y gloria en Madagascar.

Padam posee la omnipotencia perfecta. La mente de un Buda conoce totalmente cada detalle del Absoluto. Ha evolucionado progresivamente a un estado de saber todo lo cognoscible superando cada estado de ignorancia de la conciencia limitada e imperfecta de los animales, los hombres y los dioses. Buda ha superado a los dioses. ¿Se puede comprender el Ser?

Una tarde nublada en la Facultad de Ciencias, un estudiante de física caminó hacia su novia en el pasillo, sacó una pistola, le dio un tiro en la cabeza y luego se suicidó. Han pasado veinte años. ¿Dónde quedó ese amor más allá de mi tatuaje en la memoria?

Borges supo algo cuando se percató de que era absurdo juzgar la lepra o a Calígula.

El más fiel paradigma de la condición humana es la nota roja, el más falso es la sección política. Sin embargo son lo mismo, debajo de la palabra umbría espera el lobo.

Cuando tres pillos murieron crucificados en el Gólgota, en ese mismo instante un delfín golpeaba a un pez globo para drogarse con sus toxinas y esos hechos tienen la misma trascendencia.

¿Sería ese delfín un ancestro de aquel “Peter” que se enamoró de Margaret Lovatt y se suicidó en su tanque por desamor?

Un delfín se ha suicidado por una mujer. He ahí el poder del sexo.

Eso lo supo Tsong Khapa que, imbuido por una tradición desde los Vedas revolucionó el Tantra y fue coronado como el mejor en 1419.

Cuando el patriarca Juan agonizaba de sed encerrado por los turcos en el sitio de Antioquia, las tortugas de carey devoraban sifonóforos y fisalias y esos hechos tienen la misma trascendencia.

Y ya cuando Arnauld de Choques torturaba monjes griegos para que le revelaran donde había escondido el patriarca la Santa Veracruz, los ácaros parasitaban el hocico de los vampiros y esos hechos tienen la misma trascendencia.

El torpe andar de las luciérnagas.

Tomada de Franco Alexis Landaeta Saavedra