Este martes 3 de mayo se dictó una conferencia magistral en la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS) por el historiador francés Christian Duverger, conocedor de la figura de Hernán Cortés, de la que –dijo– es necesario hacer una revaloración para reconstruirla de una manera más humana.

La conferencia llevó por título «Hernán Cortés. Fundador de la Nueva España y descubridor del Mar del Sur», en la que se expuso la importancia de la influencia de la educación universitaria con la que contó el conquistador (Universidad de Salamanca) para determinar su visión del mundo.

Duverger afirma que la búsqueda de Cortés era el mestizaje de la Nueva España sin que ello implicara la destrucción de sus templos, creencias religiosas e intercambios, exceptuando, según dijo, los sacrificios humanos. Agregó a su argumento el apoyo que pueblos indígenas dieron al extremeño durante la Conquista y lo reafirma como hombre de estado cuyo proyecto era la fusión de las dos culturas enfrentadas.

Ante esta mirada supuestamente positiva que hace de Cortés, Duverger contrasta la manera en que se ha intentado «satanizar», la figura de este hombre por los propios conquistadores, quienes eran muchos de ellos enemigos suyos en ese tiempo y por culpa de los cuales fue llevado a juicio de residencia en la Nueva España por el Rey Carlos V.

El investigador comentó que parte de su trabajo es exponer diversas visiones, con pruebas o indicios de pruebas para generar nuevo conocimiento y que los nuevos investigadores puedan tener acceso a otra mirada.

Y sí que ha llevado a cabo ese esfuerzo por revisar la historia. En febrero de 2013 presenta en la Ciudad de México su libro Crónica de la eternidad, en el que defiende que no habría sido Bernal Díaz del Castillo el autor de La historia verdadera de la conquista de la Nueva España, sino el propio Hernán Cortés.

Durante más de diez años de investigación ha recabado pistas e indicadores que lo llevan a dicha conjetura, según lo expone en sus libros. Una de los indicadores que maneja es que un soldado raso como decía serlo Bernal Díaz del Castillo no parece ser el indicado para describir con tanta soltura y erudición una crónica escrita décadas después de los hechos relatados.

Después de hacer los debidos descartes en cuanto a quién pudo haber sido «el fundador de la novela latinoamericana» –como diría Carlos Fuentes– Duverger concluye que no pudo ser otro que Hernán Cortés, aventurero renacentista.

En su teoría, Cortés contrata a López de Gómara para que conforme su crónica de acuerdo a todos los archivos que el conquistador le habría entregado.

Dicha obra la identifica Duverger con la de Gómara, la cual fue prohibida, permaneciendo el manuscrito original oculto por un par de décadas hasta que durante la sublevación de los tres hijos de Cortés en México frente a los herederos de los conquistadores saca a la superficie el texto, que sería enviado de nueva cuenta a América por los hijos de Cortés para que funcionara como documento de legitimación de los criollos; cuestión que a todas luces no resulta y el texto es enviado entonces a Guatemala, donde Francisco Díaz del Castillo, hijo de Bernal Díaz, aprovecharía para desarrollar la idea de la autoría de su padre convirtiéndolo en un héroe y así quedando él como «hijo de héroe», mejorando su posición social.

Duverger defiende que el carácter mestizo de la cultura mexicana es parte de una concepción de mundo por parte de Hernán Cortés distinta a la de las masacres ocurridas en el Caribe.

Quien quiera indagar en esta revisión de la historia de la Conquista de México y de la figura de Cortés, tendrá que sumergirse en al menos dos libros que conforman una especie de biombo en el que se retrata este paisaje, distinto, digamos, del que se nos enseña en la propia Universidad como parte de la literatura latinoamericana y ya no se diga como parte de la historia de nuestro país.

Los libros son Hernán Cortés. Más allá de la leyenda; y Crónica de la eternidad.

En cuanto a la polémica que generan estas nuevas brechas sobre la interpretación del pasado, tenemos pocas nociones. Pero sobre la festividad de la «fundación de La Paz», en la que se enmarcó la conferencia de Duverger, vemos cómo ese hecho pretendidamente histórico ha sido reinterpretado el día de ayer en el malecón con una combinación carnavalesca, mística y esotérica, generando diversas opiniones, seguramente no tan contundentes como las que padece un historiador que intenta metódicamente combatir a los archivos, a las academias, a las conveniencias y a los paradigmas reinantes.