Por Octavio Escalante A.K.A. Cochito de Balandra

Y también acompañarte al baño cuando orines, escuchar ese canto de tu hilo santo con el gesto en mi cara remedando a los catrines. Me provocas espanto, eres novela versátil como la que escribió aquel manco de Lepanto y no hay asalto que no merezca de mí una que otra que quieras llevarte de mí, cómo lo conseguí no tiene precio, tu beso para mí viene muy recio y yo sería un necio si no me arrimara por temor a tu desprecio.
no vengo de un vientre quiero que lo sepas vengo de una puta sepultura el olor de su tierra no sutura pero de vez en cuando una ruptura con una mujer dura me sirve de acupuntura
podría echarme de una vez en la diversidad de las culturas pero prefiero indagar un poco más en toda esa diablura de gemas que tiene tu cintura
si me concedieran un deseo, deseo lo que veo aunque no siempre lo creo pero entiéndeme que puedo ser un reo o un trofeo y si cayera muerto –yo sé que no se puede por lo que veo– no habría otro manjar que la xxxxxxxxx pa que sea mi mausoleo
porque no moriré tarde o temprano, la muerte está a la mano, la vivo todo el tiempo cuando me casco la polla pensando en tu boca en tu cabello, y renazco al día siguiente al menos hasta verano
ya quiero introducirme en ti, en ese bar de bohemios donde a la entrada hay una mano que se frota el timbre, y yo llego borracho a querer venirme, porque estoy lleno de calambres por usted que amenazan con partirme
ya casi la vomito, pero voy a aguantarme el grito infinito sin sonido cuando esté tendido, y una vez me venga con tibieza y borbotones en la boca y destruido, me comas la carnita como un buitre.
Y sin embargo, no soy como los potros que cometen el amor como si fuese un crimen, tú que me conoces de dos meses acá ya sabes que mi próxima rima trata de ese lugar donde algún día hubo un himen.
Que no escatime, quien quiera ser atado en un poblado lleno de paletos alebrestados que gritan: que lo quemen por ser poeta.
Ahí estaré gozando del pasado que probé y al final librado de la grandiosa migraña que tragué. Y dónde estarás tú, yo no lo sé, he tomado un tren hacia este avismo y no te avisé pero siempre seré ese ser que de tu cuerpo comió todos los sismos, dame por favor aquel lamento del que los dos hablamos con una pequeña biblioteca a un lado del lavabo. Los platos rotos, los libros salpicados de los gritos y el sofá una delicia pa nosotros.
Pero dilo mañana por la tarde, ahora estoy un poco ebrio con mi amigo pa librarme del tedio y aunque te extraño un putero y te prometí lo contrario sigo buscando el número correcto pa ver si consigo
algún remedio.