Antes de pasar a ejemplificar cómo la naturaleza que poseemos en la Bahía de La Paz se transforma en mercancía, quiero decir algo sobre el capitalismo. Y es que no me canso de repetir lo que escribieron los zapatistas en 2005 en la Sexta Declaración de la Selva Lacandona: “Al capitalismo lo que más le interesa son las mercancías, porque cuando se compran y se venden dan ganancias. Y entonces el capitalismo todo lo convierte en mercancías, hace mercancías a las personas, a la naturaleza, a la cultura, a la historia, a la conciencia. Según el capitalismo, todo se tiene que poder comprar y vender. Y todo lo esconde detrás de las mercancías para que no vemos la explotación que hace. Y entonces las mercancías se compran y se venden en un mercado. Y resulta que el mercado, además de servir para comprar y vender, también sirve para esconder la explotación de los trabajadores”.

Por su parte, en el pensamiento marxista domina la idea de que el valor de las mercancías está determinado por el tiempo de trabajo vivo y muerto  socialmente necesario para producirlas que se expresa en el mercado como valor de cambio, es decir como valor monetario, o sea como precio; dicho de otra manera: el trabajo vivo es el que se realiza al producir las mercancías y el trabajo muerto es el trabajo pasado materializado en los transportes, los edificios, las maquinas y la materia prima; en esta óptica no hay duda de que   la fuente del valor es el trabajo humano. Sin embargo, debo decir que no toda mercancía es producto del trabajo humano y es el caso de la naturaleza que el mercado capitalista la ha convertido en una mercancía: por ejemplo, el paisaje que se observa desde el malecón y desde las playas de la Bahía de La Paz no es producto del trabajo humano y sin embargo se compra y se vende; los delfines, el tiburón ballena, y los lobos marinos que se observan no son producto del trabajo humano y sin embargo se compra y se vende tan sólo su observación, etcétera.  Para eso el capitalismo ha inventado una actividad económica que llama Ecoturismo bajo el supuesto de que este beneficia a la población local definido por la Semarnat como “modalidad turística ambientalmente responsable consistente en viajar o visitar áreas naturales sin perturbar y con el fin de disfrutar, apreciar y estudiar los atractivos naturales del paisaje o cualquier manifestación cultural que pueda encontrase ahí. Se realiza de manera que promueva la conservación, tiene bajo impacto ambiental y propicia el involucramiento activo y socioeconómicamente benéfico para la población local”, pero nunca menciona, tampoco tienen que hacerlo,  que los principales beneficiarios son las  compañías capitalistas que lo promueven desde las tour operadoras globales o desde los macrodesarrollos turísticos e inmobiliarios  como  Puerta Cortés en Costa Baja y muchas otras pequeñas y medianas compañía capitalistas de menor alcance.

Esta definición es más bien un eufemismo pues el desarrollo capitalista que está empujando muy fuerte la clase política, los desarrolladores turístico-inmobiliarios y los urbanistas afines al poder, aunque de paso promueven el Ecoturismo, prefieren  ser promotores de un desarrollo capitalista del tipo Cabo San Lucas-San José del Cabo, que es un modelo depredador. 

Pocas son las personas de la localidad  que pasean por la bahía de La Paz  observando los delfines y los lobos marinos, mucho menos buceando al lado de un tiburón ballena, hacerlo es una práctica casi exclusiva para fines turísticos. Hay que precisar que la naturaleza se encarga de producirse así misma en una duración de tiempo física y biológicamente necesario.

Por ejemplo los colores del crepúsculo de los atardeceres por el Mogote o los amaneceres por el cerro atravesado, dicen los que saben que hay tres tipos de crepúsculos: el crepúsculo astronómico es el que se forma en el “periodo antes del amanecer y después de la puesta del Sol en el que el centro del disco del Sol se encuentra entre 12° y 18° por debajo del horizonte”, el crepúsculos náutico  es el que se forma en el “periodo antes del amanecer y después de la puesto del Sol en el que el centro del disco del Sol se encuentro entre 6° y 12° por debajo del horizonte. Comienza cuando las estrellas mas brillantes se vuelven visibles, y es el periodo en el cual el horizonte del mar permanece visible para observar las alturas de los objetos celestes”, y el crepúsculo civil que es el que se observa en el “período antes del amanecer y después de la puesta del Sol en el que el centro del disco del Sol se encuentra a menos de 6° por debajo del horizonte”; es el caso que las compañías capitalistas que utilizan a la naturaleza como mercancía  estudian muy bien las mejores vistas de la bahía, los tiempos del día y meses del año, y entonces  empiezan a ocupar el territorio y a construir su hoteles y conjuntos residenciales para el mercado capitalista, que tengan a la vista la variedad de colores entre el amarillo y el azul pasando por los naranja, morados y violetas, para eso están los arquitectos y los urbanistas afines a este tipo de proyectos.

Leonardo Casanorte, 2020.

El ejemplo más conocido de naturaleza convertida en mercancía por el capitalismo que más ha promovido en el mercado ecoturístico mundial es la Ballena Gris, pero ella no tiene como refugio la Bahía de La Paz, ella prefiere por su biología la Laguna Ojo de Libre, la Laguna de San Ignacio, Bahía Magdalena y cercanías;  para eso tienen que viajar 12 mil kilómetros desde los mares de Bering, Chukchi y Beaufort  en Alaska; no son pocas, en la temporada 2018-2019 llegaron desde el norte 830 ballenas de las cuales 268 eran ballenatos y 562 hembras adultas; mientras que otras  notas periodísticas dan cuenta que a mediados de enero habían arribado 54 ballenas de las cuales 38 eran hembras y 14 ballenatos, y se esperan la llegada de 800 ballenas durante esta temporada; que dicho sea de paso llegarán a comprar el avistamiento en el mercado ecoturístico, alrededor de 12 mil turistas, la mayoría de ellos extranjeros. 

Otro ejemplo de como la naturaleza se produce así misma en un tiempo biológicamente necesario para producirse y reproducirse es el caso del Tiburón Ballena que se observa en la parte poniente de la barra arenosa de El Mogote que tiene una longitud de 11.5 kilómetros y que según el plan de manejo  es uno de los peces más grandes del mundo pues llegan a medir hasta 20 metros con promedio de 12 metros, existe en aguas de 23 países y llegan a viajar hasta 13 mil kilómetros, aunque en México el habitat es estacional, y los que habitan en la Bahía de La Paz, son fundamentalmente juveniles  y las crías nacen con una longitud de 50 a 60 centímetros con un peso cercano al kilogramo, que son cuidadas por las hembras en el lugar de nacimiento. La zona de refugio del tiburón ballena abarca toda la costa poniente de El Mogote, la zona I en la parte central y la Zona II en el extremo sur y la zona III en la boca de acceso a la ensenada de La Paz que abarcan 22 mil 749 hectáreas. La Semarnat reconoce la vulnerabilidad no solo del Tiburón Ballena sino de su habitat, pues uno depende del otro y viceversa, y sin embargo les importa tener frente a las Zona de Refugio  un complejo turístico-inmobiliario conocido como Paraíso del Mar que pronto abarcará toda la barra arenosa del Mogote por otras compañías capitalistas, y en frente a la Zona II de refugio se encuentra el macroproyecto Costa Baja del grupo Puerta Cortés con su marina, sus hoteles, su zona residencial y su campo de golf;  amén del impacto que representan las embarcaciones  y turistas que avistan el Tiburón Ballena, que aunque está controlada por el plan de Manejo, esto no durará mucho tiempo, pues la temporada de avistamiento abarca muchos meses, por ejemplo en esta temporada inició en octubre de 2019 y concluye en mayo de 2020,inclusive.

El Sudcaliforniano, 2019

Más ejemplos de cómo la naturaleza se produce así misma en un tiempo biológicamente necesario para producirse y reproducirse son los Delfines que se desplazan por la ensenada y la bahía de La Paz. En los estudios originarios que se hicieron hace dos décadas, en él dicen los que saben que hay tres variedades de Delfines: el Jorobado, el Aleta Mocha y el Aleta Blanca, que se desplazan por la ensenada de ida y vuelta desde Punta Prieta hasta el Estero del Zacatal  y hasta la zona poniente del Mogote; esto no ha variado sustancialmente ya que no es casual que se vean muy seguido los delfines desde el malecón y acompañando invariablemente a las embarcaciones  que viajan hasta las islas de Espíritu Santo y Cerralvo; o bien la conocidas como Delfin Común de Rostro Corto y Delfín Naríz de Botella que se vararon cerca de Pichilingue a inicios de 2018, 54 en total, de los cuales fallecieron 21 de ellos, atendidos por la Profepa. Por eso, el dragado en años recientes y el que actualmente ha autorizado  la Semarnat a la Administración Portuaria Integral (API), no solo afectaría a la reproducción y recorrido de los delfines, sino de otras especies marinas, incluyendo los cultivos de callo de hacha y almeja frente al barrio del Manglito, así lo ha denunciado un colectivo de académicos; en concreto lo que dicen es que el <<”proyecto de dragado, construcción de un muelle, rehabilitación de los terraplenes y rampa de botado en la playa El Manglito>>, pone en riesgo a especies marinas protegidas y al sitio Ramsar humedales de El Mogote- Ensenada de La Paz”. A mi modo de ver, el muelle, la rampa y los terraplenes son solamente la fachada de lo que realmente está detrás de los dragados en la ensenada, el que se hizo en el 2018 y el que ahora se anuncia: un proyecto capitalista que intenta convertir a la ensenada de La Paz en una gran MacroMarina, como ya se puede ver con la que ha sido construida pocos a poco frente al nuevo hotel de varios pisos que se construye en Vista Coral; y resulta sospechoso además que en el Manglito en el predio del antiguo Hotel Los Cocos entre el Gran Baja y La Posada se anunció hace algunas semanas una complejo residencial exclusivo llamado Al Mar Residencial

Excelsior, Profepa, 2018

Otro ejemplo más de como la naturaleza se produce así misma en un tiempo biológicamente necesario es el Dorado y el Lobo Marino. En el caso del Lobo Marino tiene su refugio en la isla Espíritu Santo, se habla de varias decenas de ejemplares que tienen su vida reproductiva en los meses de junio, julio y agosto, se dice en un reportaje periodístico que tan solo en la isla de San Rafaelito existen alrededor de 140 ejemplares.   En cuanto al Dorado, dicen los que saben que el Dorado es una especien epipelágica que tiene su hábitat en mares tropicales y subtropicales, ecológicamente importante por tratarse de un depredador tope en el ecosistema pelágico, tiene corta vida y rápido crecimiento y llegan a alcanzar más de 190 centímetros y 30 kilogramos de peso, aunque en las costas sudcalifornianas el Dorado alcanza una talla de alrededor de 80 centímetros;  se encuentra todo el año en las costas de Baja California Sur y en el caso de la Bahía de La Paz se mueve desde Pichilingue a hasta el Califín pasando por el Quelele en la costa poniente de la barra arenosa de El Mogote. Esta y otras especies está reservada a la pesca deportiva, que aunque la practican los locales que tienen alguna capacidad económica para tener embarcaciones deportivas en realidad la mira esta puesta en los turistas extranjero, sin embargo ha causado revuelo una propuesta legislativa  que intenta liberar el Dorado, que a mi modo de ver es la expresión de una fuerte contradicción entre diferentes fracciones del capital, por un lado, están las compañías capitalistas que promueven la pesca comercial del Dorado y por otro las que promueven la pesca turístico-deportiva; obviamente que la clase política de todos los partidos que no se resisten a los cantos de sirena del mercado turístico, se oponen rotundamente a la liberación del Dorado. Por supuesto nadie ha pensado de que el Dorado que hasta ahora es una mercancía para el mercado turístico deje de serlo para que se convierta en una fuente de alimentación de la población, y que solo pueda ser capturado por las familias de pescadores ribereños y nunca más por la compañías capitalista. Esto no encaja en un proyecto capitalista.  

El Sudcaliforniano, 2019

Por lo anterior, sigo convencido que tienen razón los zapatistas, el capitalismo “todo lo convierte en Mercancía, hace mercancías a las personas, a la naturaleza, a la cultura, a la historia, a la conciencia”, o sea que al igual que el patrimonio cultural que lo abordaremos en otra ocasión,  la naturaleza se convierte en un valor de cambio, que cuando se vende produce ganancia. 

Como hemos visto, las mercancías aludidas no han sido producto del trabajo humano: el Paisaje, la Ballena Gris, los Delfines, el Tiburón Ballena, los Lobos Marinos, el Dorado y muchas otras especies  que tenemos en la ensenada y la bahía de La Paz, el capitalismo los ha convertido en mercancías, para un mercado turístico que cada vez más apunta a un desarrollo capitalista basado en hoteles, bares, restaurantes, marinas, embarcaciones deportivas, casinos, zonas residenciales y condominios, emulando el desarrollo capitalista del corredor Cabo San Lucas-San José del Cabo; y por lo tanto, pronto habrá una fuerte contradicción entre diferentes fracciones del Capital en la búsqueda de la ganancia capitalista, lo que se conoce como “fuego amigo”. Aquí lo importante es hacer conciencia anticapitalista que ayude a frenar la depredación, el despojo y la desigualdad, para cuando se agudicen las contradicciones, hacer lo que se pueda para construir algo diferente desde lo local y a pequeña escala.

La Paz, Baja California Sur, 14 de febrero de 2020.

Leonardo Casanorte, 2020.