Daniela Reyes / Causa Natura Media
El oasis del pueblo de Todos Santos en el noroeste de México es un espacio de alto valor para la comunidad local, sin embargo, desde hace cinco años se encuentra en un proceso de deterioro acelerado a causa del sector inmobiliario turístico y agrícola. En su defensa, la comunidad propone crear un parque público.
Desde la parte alta del pueblo se aprecia un bajío lleno de palmeras y algunas huertas paralelas a un cuerpo de agua que desemboca en La Poza, una laguna costera. Al paisaje los todosanteños lo llaman El Valle del Pilar, en honor a la Virgen del Pilar que es la santa patrona del pueblo, pero también El Palmar, recientemente designado por la academia como un oasis.
Baja California Sur es el estado más árido de México y el único con oasis, que representan menos del 1% de la superficie total de la entidad. Los oasis son sistemas ecológicos compuestos por un cuerpo de agua y áreas de vegetación instaladas en zonas áridas creadas para facilitar la agricultura en el desierto.
“El oasis permitió la sostenibilidad regional en un ambiente de escasez hídrica y tiene un factor social muy importante compuesto por entes y practicantes tradicionales que se encargaban de distribuir equitativamente los recursos para asegurar el bienestar de todos en un ambiente caracterizado por el aislamiento y la aridez”, señaló Teresa Egea, asesora en sostenibilidad y paisajista.
El oasis de Todos Santos es uno de los humedales más importantes de la entidad pero, de acuerdo a un estudio de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS) publicado en 2020, se encuentra en un proceso de deterioro debido al turismo, la agricultura y eventos naturales extremos.
“El archipiélago de oasis sudcaliforniano está interconectado. Es un sistema a lo largo de toda la península de Baja California. El de Todos Santos es el segundo oasis con mayor agrobiodiversidad de todos los archipiélagos. Además, es el oasis más erosionado y en mayor peligro de extinción”, señaló Egea.
El estudio mostró con imágenes satelitales que la extensión del oasis disminuyó un 51.2% en 17 años (de 2002 a 2019), mientras que la laguna La Poza disminuyó un 63% y el paisaje natural un 21.7%.
En ese mismo periodo, el uso de suelo agrícola incrementó en un 86.59% y el uso de suelo urbano un 43.57% como se aprecia en el mapa comparativo donde a medida que aumenta el crecimiento urbano, disminuye la cobertura vegetal del oasis y se reduce la extensión de La Poza.

Imagen antigua del oasis de Todos Santos. Fuente: Archivo Histórico Pablo L. Martínez
Las veredas del agua: Propuesta de Parque Público
Como asesora en sostenibilidad, Egea llegó a vivir a Todos Santos en 2017. Estudió el oasis y lo integró a los diseños para los que fue contratada. Sin embargo, los desarrolladores no entendían la importancia del oasis y, en lugar de conservarlo, buscaban borrarlo con sus proyectos.
“Me canso de tener que lidiar con asesorías y con propuestas a desarrolladores y a personas extranjeras que me contratan con unos objetivos de integración y de compromiso con la comunidad, pero que no entienden mi asesoría porque no están integrados y porque realmente sus prioridades son otras. Tienen esta tendencia a llegar y borrar toda la historia, y de segregar a la población local, que cada vez es más desplazada de lugares privilegiados e históricos hacia lugares sin recursos”, señaló Egea.
Desde su expertiz, decidió emprender una propuesta de solución: un plan de ordenamiento territorial que pone al centro la identidad cultural, la memoria histórica y los recursos naturales, materializado en el proyecto Las veredas del agua.
El proyecto propone conservar el área del oasis que es de 5.2 kilómetros cuadrados y rehabilitarlo como un parque público. Incluye un ecosendero que lo recorre y reconecta los elementos clave del territorio para propiciar que las personas vuelvan a caminar las veredas del agua del oasis.
“Al caminar el territorio la población vuelve a tener conciencia del lugar, lo cual es clave para entender la historia y la cultura. Se crean conexiones entre las diferentes poblaciones locales que están muy desconectadas”, señaló Egea.
El proyecto considera crucial crear un mercado público donde se pueda vender lo producido en las huertas locales, para empujar una transición de la agricultura industrial a una tradicional de valor local.
La idea de hacer un parque público en el oasis ya rondaba desde hace tiempo entre la población pero Egea la fundamentó a través de entrevistas e investigación. Así creó una primera propuesta conceptual que recibió una mención honorífica en la categoría de planeación territorial en la Bienal Latinoamericana de Arquitectura de Paisaje 2024.
Actualmente, el proyecto se encuentra en la fase de construir alianzas a nivel local para crear el diseño técnico del proyecto de forma participativa.
“Lo ideal es crear una gobernanza local con todos los sectores. La sociedad civil diseña, las empresas apoyan a nivel financiero, la academia guía el proceso y el gobierno aprueba. No se puede hacer sin uno de estos actores”, señaló Egea.
En alianza con la organización Proteger Todos Santos, el próximo 20 y 21 de junio, se presentará el proyecto en un evento público a la comunidad donde a través de mesas de trabajo podrá formar parte de su diseño.
Propuestas como el parque público han cobrado relevancia entre la población residente después de que se hicieran públicos dos megaproyectos turísticos e inmobiliarios cerca y en el oasis: The Palmoral by Santa Terra y Cabo Santos, a los que la comunidad se ha opuesto a través de manifestaciones y recolección de firmas.
El crecimiento urbano y, particularmente, este tipo de proyectos comprometen al acuífero del que se abastece la comunidad residente y del que se alimenta el oasis, señaló Diego Ramírez, director de Proteger Todos Santos.
“El problema del aumento de la densidad poblacional es precisamente que el agua que se extrae para abastecimiento doméstico, comercial y agrícola lo sacan del acuífero Todos Santos y ese acuífero es precisamente el lugar en donde está el oasis. Su deterioro se debe en gran medida al entubamiento del agua. Muchos de los árboles se empiezan a secar porque ya no reciben agua que ahora va dentro de un tubo”, señaló Ramírez.
El estudio de la UABCS definió al acuífero del Oasis de Todos Santos como sobreexplotado debido a una reducción de los niveles de agua y al aumento de la salinidad cerca de la costa.
Antes los manantiales corrían continuamente durante todo el año, pero desde el 2007 el caudal es limitado la mayor parte del año, a excepción de los cortos periodos de ciclones tropicales, señala el estudio de la UABCS.
Para Ramírez, el crecimiento urbano para proyectos de alta densidad ha transformado lo que era un paisaje histórico, creado para la producción de alimentos, en un lugar privilegiado y usado para la especulación inmobiliaria.
Eso se ve reflejado por ejemplo en el Programa Subregional de Desarrollo Urbano del pueblo donde en la última actualización que tuvo cambió de zona de palmares y huertas a aprovechamiento paisajístico.
“La palabra implica muchas cosas porque ahora tiene una connotación más enfocada al turismo, a diferencia de palmares y huertas que su definición era producir comida, entonces pierde también la esencia y se convierte ahora en un concepto más apegado al desarrollo turístico simbólicamente”, señaló Ramírez.
Antes los todosanteños acudían al oasis a nadar, lavar ropa, jugar, hacer fiestas, por lo que tenía un alto valor social que se ha ido perdiendo. Actualmente, la mayoría de las huertas se han perdido y poco a poco la propiedad privada ha ido cerrando el acceso al arroyo que corre en el oasis.
“El parque sería como una forma de volver a usar esos espacios, y como una manera también de protegerlo, porque ya no estaría abandonado”, señaló Ramírez.
Cuando los jesuitas llegaron a Baja California Sur, cambiaron el paisaje al crear estos oasis alrededor de las misiones, pero eso implicó el desplazamiento y extinción de los pueblos originarios. Ramírez teme que si se vuelve a cambiar ese paisaje que ha permitido la supervivencia por tanto tiempo en una región árida, esta vez implique la extinción de saberes tradicionales y de la herencia cultural.
“Tenemos muy poco tiempo con las amenazas inminentes de los desarrollos. Ese corredor biológico y socioambiental que constituye el oasis, lo quieren convertir en un corredor turístico. Este momento es clave para evitar ver en frente de nuestros ojos transformarse un lugar que es patrimonio de la humanidad en un corredor turístico en el que poco a poco el oasis desaparecerá del todo”, señaló Egea.
*Este artículo se publicó originalmente en Causa Natura Media.