Fuego y solamente fuego, porque vivir es arrojarnos al incendio de todas las certezas

SR – Simón Radowitzky / El ojo de la Görgöna

Nos estrellamos en una sonrisa incompleta porque después de una vida desgarrada, aprendimos a vivir en búsqueda. Las divagaciones suplantan la vida práctica, no me preocupa morir en los linderos del anonimato y el olvido. Mantenlo Underground. Gracias por abrir caminos, porque la libertad necesita de toda nuestra creatividad.

El pasado 31 de mayo de 2025 nos congregábamos a las puertas del Underground, sobre las 8:00PM. Habíamos tenido un fin de semana nublado, se sabe que, en La Paz el clima se nos mete en el corazón. La música inicia a cortar el aire, entre la respiración de lxs asistentes y la densa brisa de Vibra Fuzz. Eran las 9:00PM. Me tiemblan las manos, atrape un poco de aquel material, contraído sobre la búsqueda de la ruptura y la modelación de una puesta en escena casi al óleo. Es importate habitar los espacios alternativos, si queremos sostenerlos en el tiempo.

El calor nos reducía, salimos a respirar. Sobre la banqueta escuché una conversación: un conflicto clásico para nada ocioso: ¿Albert Camus o Sartre?, interrumpí: Emil Cioran. Reímos. La discusión en torno a la posibilidad del suicidio se torna un campo de batalla para quienes cubren de coraje la afirmación radical de la vida. Me di cuenta, que cuando logramos desacoplar la síntesis de cima y desesperación, respirar nos vuelve plenxs.

Nuevamente al fuego: Por Nuestras Viudas, su fuerza nos eleva al tiempo que te obliga a comer banqueta: el sonido de las calles. Recordé el callejón, 8 de octubre primera sección. Allí donde se enredan al fino detalle la música, la lucha, la fiesta y la complejidad de superar los propios límites, el conflicto del sujeto modelado por un mundo constituido por la dominación. Julían, Elohim, Luisman y Roberto, sostienen un sonido brutal que perfectamente puede resguardar costados Hardcorepunk y la vena Grunge. Cada golpe precisa de la perfecta constelación de música y palabra: primer aviso de incendio: Nada los puede detener.  

Abrirse paso, se comenta sobre el futuro, el calor siempre trae consigo la posibilidad de imaginar telarañas en el aire. Compartimos álbumes, hablamos del formato físico. El motivo, tanto como el cartel, suprimieron la linealidad de una vida rendida al oxido y la maquina: nos encontramos, lxs de siempre son para siempre. Abrazos, ponte al día ¿hijxs? ¿Dónde estabas? Una breve posesión de una débil luz que atraviesa varias décadas: la amistad.

¿Alguien quiere bajar al suelo? The Mexican Weirdoh´s, su estallido quiere ser la abolición de la gravedad, resulta curioso el cruce entre la reverberación, armonía y desastre al que nos arrojan, se concilia todo el mundo sobre movimiento, sonido y vibración. La música de Capitán Mantarraya, Gabriel y Lozoya, vuelta un símbolo de nuestra ciudad arrojado al cosmos, si alguien recoge ese mensaje sabrá llegar a buen puerto. En ella sostienen una capacidad impresionante para hacerse con toda la energía en el ambiente, parecen alimentar su ejecución de la fuerza de quienes nos exponemos a la perfecta aleación de guitarra, batería y bajo: y comprendí que la música es el lenguaje de lxs libres.

La calle tendida, se abre: la satisfacción de quebrar las dificultades para aprehender las derivas epistemológicas entre ciencia y filosofía. Una chica me contó que tuvo la compañía de su profesora para atravesar tal horizonte gélido. Fui feliz de saberlo. Recordamos un concierto meses atrás. Casi en lo que tarda un carcelero en quitarte el nombre: ¿Qué mediación haría posible la supresión del sufrimiento y la ausencia? Si un corazón roto me confiesa que echa de menos a un amigo, escucho atentamente. Suerte, espero que la distancia nunca se vea sellada por la desolación. Remanentes Foucaultianos: vigilar y castigar, despreciamos la vieja maquinaria represiva, pero nos negamos a renunciar a sus instrumentos. La amistad, que es una forma elevada del amor abrirá caminos siempre.

Una vez más: Los Malnacidos, si hay una forma más elegante de accidentarse no la he visto. Punk rock salvaje, una colisión de guitarras que atraviesan el lugar como cuchillos, Ricardo, Oscar y Armando, entienden que aquí nadie pasa del suelo, y si hace falta, se detiene el golpe con los dientes. En su ejecución se encuentran la densa mezcla de entrega, sangre, sudor, caos y precisión. Cada tema un himno a la velocidad: la demencial vida acelerada. Una vida sin mediaciones, el desastre no deja sitio para negociar el modo más divertido para abrirnos la cara. La cosa truena o no truena. Por el camino, sostienen todavía un viento despreocupado de escuela dionisiaca.

Por la calle, levantamos el rumor de una vida fragmentaria. Toca sostener la experiencia, la afirmación de nuestras vidas más allá de la tiránica bestia que produce al brutalizadx y luego lo arroja al desamparo. Si la música encuentra su razón de ser en un mundo como este, es porque quiere ser su negación.

Abajo los músculos en tensión: Datrebil. Los primeros golpes solo eran el aviso de la inevitable contracción de cielo y tierra: Sónica cerraba la noche: espacio y tiempo suprimidos: ningún dónde, ninguna parte. Si hubo siempre una banda capaz de sustraernos el espíritu y la furia, en la perfecta colisión entre grito, distorsión y melodía; quiero decir, en la palabra vuelta carne, en medio de la nada, un pentagrama difícil de atravesar, son los Sónica. Animal, la búsqueda como revés de la totalidad, y entonces lo minúsculo atraviesa la inmensidad: Sol 60. La tensión que supone romper el umbral de un siglo reducido a escombros, tiene que llevar consigo la esperanza, no podría ser de otra forma: quien se preocupa por la palabra, la cultiva para arrojarla a la promesa de comprender la oscura clave de la soledad, embrutecimiento, violencia y sangre: alguien la tuvo que limpiar. La grieta inicio en el suelo, colgada del aire alcanzaba el cielo. Ya nunca volvimos a respirar hasta que todo aquello se consumió: el edificio se vino abajo: fuego y solamente fuego. La destrucción libera, abre caminos.

Y comprendimos que le errática elevación de aquella noche, se ha vuelto eterna.

No, Nunca, Nada, Nadie podrá arrancarnos de los ojos el recuerdo. El sueño: repetirla a voluntad.

El Underground no ha muerto.