En una mezcla entre película de acción y la más triste realidad mexicana, el día de ayer se presentó en Puerto San Carlos un acontecimiento que sacudió por poco más de una hora a vecinos y autoridades, luego de que un individuo aplicara violencia en el domicilio de su expareja y amenazara con matarla.

Además, la tuvo secuestrada por media hora –o más bien, en su poder– cuando llegaron las autoridades después del aviso de los vecinos que se percataron por el escándalo.

Esta persona amenazó con un cuchillo a la mujer y luego, amagándola, la ató y la metió dentro de una tina. Ya sin poder hacer mucho más, a la mujer presuntamente le dijo que la mantendría secuestrada, para asesinarla después.

No obstante, el forcejeo previo que alentó a los vecinos fue suficiente para hacer un llamado a emergencias y que elementos de la policía llegaran casi inmediatamente a detenerlo.

Pero la sorpresa fue que, ya que el hombre tenía retenida por la fuerza a su expareja y con supuestas intenciones de asesinarla, ésta inmediatamente se convirtió en una especie de rehén, mientras un profesional para este tipo de casos hacía todo su esfuerzo para lograr, sin heridos ni pérdidas humanas, el proceso de rescate.

El dilema es que si entraban a la fuerza los elementos de la policía, el sujeto podría reaccionar de cualquier manera; así que se hizo labor de convencimiento para que se entregara. Proceso que duraría más de una hora.

Finalmente, el hombre terminó entregándose.

Fue detenido, esposado y remitido, sin que las autoridades revelaran la identidad de este agresor y tampoco la de la víctima.