@alekzaguila

Estamos a escasos días de que se cumplan once meses desde que el gobernador envió la propuesta de Ley de Movilidad del Estado. Durante las últimas semanas ha resonado en diversos medios y canales, la poca celeridad con que el Congreso del Estado tomó cartas en este tan urgente asunto a tratar, que no es sino la herramienta básica para cumplir la premisa de que cualquier persona -pese a su condición- pueda llegar de un punto a otro sin correr riesgo alguno mediante una infraestructura pensada para las personas, que garantice a las mismas seguridad, funcionalidad y eficiencia.

En días pasados hemos leído o escuchado declaraciones del partido que defiende la entidad donde tachan a la cámara de diputadas y diputados de no trabajar en las modificaciones de la ley, mientras que el otro bando se defiende al decir que se han realizado 92 modificaciones y se continúa bajo revisión. 

La crítica que hacemos quienes trabajamos en la sociedad civil y la movilidad sustentable, es que la iniciativa no contempla de manera íntegra a quienes nos movemos en bicicleta o a pie. Se trata de un machote basado –por no decir copiado-, mismas faltas tipográficas y ortográficas incluidas, en la ley de movilidad de Quintana Roo y; que por tema principal regula la operación de plataformas digitales para el transporte particular (Uber, Didi, inDriver), además de otorgarle facultades al ejecutivo para darle cara al gremio de concesionarios del transporte público. Pero deja fuera a los sectores de la población que están por encima de la pirámide de movilidad. Esto se observa al solo encontrar cuatro artículos, de ciento treinta y cinco que componen la iniciativa, que establezcan una visión de cuidado a las personas peatonas. Mientras que para el tema de quienes nos movemos en bicicleta, no existe un solo artículo que aborde el tema de manera que nos otorgue seguridad sobre un rumbo seguro en el diseño de proyectos gubernamentales sólidos.

Sin embargo, es una realidad que la afirmación que hace Acción Nacional sobre que la ley está lista para pasarse es, cuando menos, una falacia. Su crítica llegó acompañada de la minimización de la importancia de involucrar a la ciudadanía en el proceso de diseño de dicha política pública, siendo justo lo que careció el proceso llevado a cabo por la oficina de gobernación del estado. No hay que olvidar que a la fecha sigue impune el descarado robo de $337,000 que estaban etiquetados para realizar los foros ciudadanos para la co-creación de la iniciativa de movilidad de mano de la ciudadanía y Organizaciones de la Sociedad Civil.

Asimismo, no se ha presentado un plan de movilidad del estado que pueda acompañar a esta iniciativa y sustentar de manera técnica un proyecto integral que realmente impacte de manera positiva en el cómo nos trasladamos por las calles. Y esa es otra de las consecuencias de pensar que solamente los vehículos automotores son el centro del diseño vial.

¿Qué es lo menos que puede aceptar la ciudadanía en este tema? La respuesta es sencilla: transparencia. Es importante que los cambios anunciados por la cámara legislativa sean presentados y dialogados entre grupos de interés de la sociedad organizada para que sea realmente exitosa y con un espectro amplio que cubra necesidades inmediatas e intervengan de manera urgente las problemáticas que afecta a los sectores más vulnerables. Mientras que el gobierno estatal y su partido deben de aceptar que no se hizo el trabajo necesario e incluyente para plantear esta iniciativa, por lo que es tiempo de abrazar una nueva estrategia más consciente de las necesidades de la otredad.

El segundo semestre del 2019 trajo consigo el banderazo inicial para las precampañas. Es desde este momento en que partidos políticos y personajes con aspiraciones -en funciones y desde fuera- comienzan a jugar la larga competencia de escalar al siguiente decil de la polaca. Sabemos que es cuando la ciudadanía más pierde y se convierte en el objeto de deseo de todos los proyectos electorales a través de acciones que no terminan por beneficiar a quienes habitamos las calles de la ciudad. Por lo que la organización ciudadana debe fortalecerse para hacer frente a estas viejas dinámicas de quienes navegan de muertito en el servicio público.

Es tiempo de romper los viejos modelos. Hoy toca que las personas que están en los puestos de toma de decisiones, se comprometan al trabajo íntegro y de deber ciudadano al que le deben el privilegio de incidir desde ese lado del sistema. Hoy toca que ciudadanxs nos organicemos en torno a un mejor país y una felicidad compartida.

Hoy toca ser más humanxs.