Circula en redes sociales la carta de una compañera del Dr. Kadota Payán, uno de los muertos por la enfermedad SARS-COv2, en un hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). El texto narra cómo trabajan el personal médico en las instituciones de salud de Baja California Sur: el miedo, la falta de protección, indiferencia gubernamental, son las principales características de la gente.

Carta:

Anónimo

Quise mantenerme en silencio ante la muerte de nuestro colega, compañero y amigo.
Leí la rabia, indignación, dolor, enojo y pesar en cada uno de mis amigos.

Lloré detrás de una careta, unos googles y una incómoda mascarilla que debo traer durante 50 horas y cambio cada 8 horas. Pero cuando supe de tu muerte no pude darme el lujo de quitarla porque no había más, así que el mar de emociones lo viví detrás de ese plástico que cubre todo mi cuerpo.

Me duele mucho tu muerte, me duele más pensar tu dolor antes de partir, me da rabia saber que has partido no por tus antecedentes patológicos, me duele lo arbitrario de tu muerte, casi en abandono, lejos de tu familia, lejos de todo.

No sé ni porque nos indignamos aún de lo que puedan decir las autoridades, si ya vimos que estamos solos en esta lucha, solos sin apoyo de nadie, solos queriendo que seamos héroes y ante nuestra muerte solo se digan palabras bonitas que no consuelan nada.

Porque nadie quiere morir aunque se desplieguen mil textos diciendo lo grandioso que somos.

Nos queremos vivos, nadie va a cuidar de nosotros, todos sabemos poco o nada de este asesino, pero sabemos mucho de él gobierno, las autoridades, los directivos, las delegaciones que no nos proporcionan ni lo mínimo indispensable para esta lucha
¿Que se espera de nosotros? Sacrificio total, eso esperan, que nos pongamos la capa de héroes y salgamos a pelear contra el coronavirus y al morir, solo hablar bonito de ti.

Prefiero ser políticamente incómoda e incorrecta en vida; pero no me voy a callar, ahora menos que nunca, ahora que así como Murió Kadota, tengo la certeza que perderemos muchos más amigos, y despierta uno pensando: ¿seré yo el próximo?

Pocos tenemos listo todo para morir, pocos no le tememos a la muerte, ya en otra dimensión esta vida poco importa. Pero qué tal los que se quedan, nuestros hijos, padres, hermanos, familia.

No somos héroes, somos personas, con mucho miedo, pero con el valor de ponernos en primera línea a pesar del miedo y las carencias.

Hemos renunciado a nuestros seres queridos, por cuidar a sus seres amados, en unos días y durante muchos muchos días que parecerán eternos, todos vamos a vivir el dolor en primera fila.

No tenemos insumos para cuidarnos, no hay un plan hospitalario para afrontar esta pandemia, los trabajadores de salud han ido cayendo uno a uno y esto aún no empieza, no hay medicinas, ventiladores, camas, especialistas para manejar equipo, ni equipo para atenderlos.

Así como pasó con Omar va a pasar con muchas personas, no podremos atenderlos sin equipo de protección y los vamos a ver morir nada más.

Por favor, por piedad, por miedo, solo quédense en su puta casa.

Lo hiciste bien amigo, hace pocos días tú y yo hablábamos que todos pasaríamos por ahí, pero que esperábamos terminar todos los que empezamos, no tuviste suerte, ni ayuda, aun siendo parte del escuadrón de lucha.

Te vamos a llevar en el dolor, en el recuerdo y justo eso, nos va a recordar que solo somos personal de salud, que no estamos inmunes y que muy seguramente más de nosotros vamos a morir en esta guerra. Nadie quiere ser el próximo, si la gente no entiende lo que nos espera. Amigas, amigos médicos, enfermeros, camilleros, químicos, todos los que estamos aquí, recuerden a Kadota, todos podemos morir, así que cuidémonos de más, dejemos a la sociedad que haga lo que quiera sino entienden una simple indicación. Yo los exhorto a no bajar la guardia, a protegernos, a exagerar, a nunca entrar a pelear, sino tenemos con qué.

Fuiste grande amigo, eres grande, en donde estés sé que ya no hay dolor, miedo ni incertidumbre, fue un gusto coincidir contigo en esta vida.