SR/El ojo de la Gorgona

Como advertíamos, una tarde preciosa con un sol dorado que nos mordía la cara. Las tablas tronaban contra el suelo, y con la comunidad del PK: llegó la abolición de la gravedad. Sosteniendo la unión de cemento y música, Dj Kolor. Difícilmente habría una forma más precisa de atravesar los picos de una tarde entre el oro y el cobre.

Tenemos pues, una sensación extraña en el estómago, entre los nervios y la presión de la multitud. Toda la negatividad del mundo, su lógica interna queda expuesta al sur de la ciudad: nosotrxs nos estrellamos, intentamos sustraernos de la brutalización: desacoplar nuestra subjetividad de la dominación, cuyas abstracciones actúan tiránicamente. Nos desgarramos a gritos.

En el segundo momento, Pensé a Lynn Margulis, también a Kropotkin. Bien, se abre paso la primera banda: Simbiontes, nos arrojan al inestable pero necesario lindero entre agresividad y melodía. Su entrega es pura rabia, la cuestión parece oscilar entre la posibilidad de un estallido completamente repentino, y la caricia inconfundible de la tranquilidad delante de nosotrxs. El sol se cuela por el rabillo del ojo. Se torna en acuarelas.

Una de las cuestiones más bonitas de la música a pie de calle, habita justo en la posibilidad de exponer los sentidos, entre el sol y los rojos ocres sobre nosotrxs, la gravedad se llena de grietas: había quienes atravesaban todo lo que está entre la tierra y el cielo a voluntad. Todo se constela: Entre el Spring Bastard Fest y el Skate Day: todxs celebrando la afirmación de la vida, en una ciudad arrodillada decidimos atravesarla.

Y si, la música permite la comprensión del proceso en el que tiempo y espacio se sustraen de los límites que nos atan a la obediencia y la reproducción de una realidad ridícula… Explota el escenario: Knull. Un sonido potente, en una relación de fuerza con el desencanto, una generación enfurecida que nos asiste, y nos empuja a la imposibilidad de distinguir entre música e incendio. Disfrutamos cada golpe en aquella densa aleación entre ruido y horizonte.

Una tarde que desborda encuentros, risas, abrazos, miradas cómplices. Por un día, toda una constelación indeterminada de meteóricos fragmentos se hace posible, se realiza en el tiempo y el espacio: una anticipación de todo lo que podemos ser. 

Precipitaciones: el sol se poza tras el horizonte. Los siguientes al timón: 51, una banda de rock alternativo, un costado Grunge imposible de ocultar. Su entrega impecable, cargada de fuerza hace posible despegar los pies del suelo, superar el vértigo del umbral nocturno que se abría para nosotros. Agrietaron el primer minuto de la noche, atando su música al aire.

La realidad se desborda, apenas y aguanta un golpe. Prefiguraciones, la comunidad alternativa se sostiene a partir de un impulso básico pero feroz: apoyo mutuo. Cada pequeño gesto sostiene al arte como dimensión de conocimiento y crítica, esto nos permite romper lo que es propio de la esclavitud y que nos constituye. Por alguna parte teníamos que empezar: nosotrxs mismos. Nos vimos a los ojos. Supimos entonces que compartíamos latidos.

Los cortes en el aire se vuelven impredecibles. La siguiente banda en actuar: Don Cardón. Horror Ska y un denso corrimiento hacía el hardcore y el punk. Su música recorre todo el lugar, lo constituye. Y si había un momento para comprender la oscuridad fue este. Una entrega precisa y estrepitosa. Solo una cosa se vuelve imposible: mantener los pies en el suelo, sin duda alguna una telaraña capaz de atrapar a cualquiera. El baile nos atraviesa.

La bahía y la banqueta se funden, y sobre dicho proceso, los cerros y el horizonte suspenden la vista a quienes se distraen con las cosas toscas: disonancias. Nos detuvimos a contar las gotas en el mar. No somos nada: agarrados al viento, en las comisuras de la carne y la locura se abalanzan a la nada. En su propuesta se concilia el pétalo y la espina: de las contradicciones inmanentes a lo indeterminado. La tensión entre melodía y agresividad, atraviesa a la poesía vuelta pulso, cuerpo y sangre. Se vuelve imposible separar música y furia. Nos sugieren la sospecha de aquello que nos devolverá a la hoguera: la rebelión es hija del amor.

La mirada se precipita a la caricia, pero la precede. En cierto modo la constituye. Lxs amigxs se encuentran. Si las fronteras saturan el mundo de las cosas, haremos lo posible por no rendirnos. No olvidarnos. Entendimos entonces, que buena parte de nuestros afectos se elevan con la música, liberándonos del tiempo, más bien, de su medida.

La temperatura se disloca: el aire comienza a recorrernos. Los murmullos elevan el momento preciso en el que irrumpe la promesa: Legión. Todo arde, y mientras el fuego pulveriza el mundo de las cosas por los costados, elegimos saltar de un lado al otro de la hoguera. El Death-Doom aquella noche quería ser la disolución del lindero entre el corazón y el abismo: allí donde mirada se estrella consigo misma, más allá del gélido espectáculo, en contradicción con la repetición absurda de lo cotidiano. Con el puño al cielo nos precipitamos sobre el dolor acompasado en la densa colisión de melodía y fuerza: la comprensión de una vida desgarrada. Allí es donde el Doom levanta a sus acólitos…

Como las lunas de júpiter, el limite absoluto de un orden decadente, pareciera ocultarse en pequeñas grietas que se encuentran tras un largo periodo de aparente e irreconciliable distancia.

Se abre el cielo: Toxic Ghost. Familiarizados con una dimensión de futuro que se cierra, el Trash metal pone de relieve el desastre, la destrucción propia de una regresión al límite del embrutecimiento. La velocidad necesaria para comprender que lxs libres no se suicidan, se accidentan. Todo se reduce bajo aceleraciones constantes, la fragilidad que quiebra y fragmenta a las cenizas. Para los Toxic Ghost no hay escenario. Lo cubren todo. No hay mediación posible, se arrojan de cráneo, navegan a la deriva.

La noche estaba puesta. Las calles tendidas. Nos arremolinamos frente al escenario, encima, por los costados. Recibimos el Debut de Ovario Poliquístico, quienes nos escupen sin dificultad: si nadie te representa agarra un instrumento y Hazlo Tú Mismx. Hardcore-Punk rasposo y rápido. Un regreso a la raíz, cuya fuerza nos eleva como el fuego al secarral. Letras al corte, como cuchillo comido de óxido, da igual si puñalada o infección, el caso es cortar de un solo golpe todo lo que estorba. La furia y la colisión, a nadie le gustan los jipis. Un rostro hundido en sangre, la velocidad se detiene con la cara si hace falta. Entre los remanentes de una constelación de generaciones que querían romperlo todo, se sabe que el punk ha muerto, pero habrá venganza: Gracias por venir y dar el último golpe a una noche maravillosa.

Nos vemos pronto.

Agradecimientos:

A las bandas y Baja Underground