Carlos G. Ibarra

El sábado pasado ocurrió en el Jack Bar una reacción equiparable a una fusión nuclear con el regreso de Sónica. La energía producida en este concierto juro podría alimentar una ciudad pequeña. Ya sé, suena panochero. En mi defensa puedo decir que no encontré otra forma de describir a todas esas personas orbitando libres entre sí como átomos movidos al ritmo de rolas que siguen fracturando el espacio y el tiempo.

La historia de de 25 años de Sónica está llena de sobresaltos. El nombre surge como tal en 1997, pero es hasta 1998 que comienzan a proyectarse participando en foros importantes de Guadalajara y Ciudad de México. En 2019 tuvieron que detenerse.

Después de un 2022 con buenos shows, el 2023 comenzó muy interesante para la escena musical independiente de Baja California Sur. Más de 200 personas se dieron cita en el Callejón Artesanos de diferentes generaciones para escuchar a Armajeron, Por Nuestras Viudas y el ansiado regreso de Sónica.

La primera vez que escuché a Sónica fue en un casete que llegó desde La Paz a finales de los noventas a Guerrero Negro. Una grabación que El Lucían trajo del Colectivo Playeras Negras. Una colección de bandas como Las Atómicas, Rustik Punk, Patos Albinos, entre otras. Me voló la cabeza. Morras y morros como yo haciendo música. Gracias a eso y otras cosas más, influyeron en mi para contar/cantar historias a través de la música.

Por Nuestras Viudas.

El sábado 7 de enero de 2023 abrió Armajeron que aparecieron enmascarados, con el sonido inigualable de la guitarra del Jero Ahumada y las baterías bailables del Armando García. Siguieron la poderosa máquina de Por Nuestras Viudas que a pesar de algunas fallas técnicas sacaron un punk que me hicieron recordar aquellas legendarias bandas españolas de letras cargadas de crítica social.

A eso de la media noche subieron Ramses Rivera (bajo), Omar García (guitarra), José Gómez (batería) y Jorge Álvarez (voz y guitarra). Esta alineación estuvo de 2014 al 2017 luego del fallecimiento de Luis su baterista en 2013. Los primeros golpes de una batería sincopada, gruñidos de guitarras y un bajo sosteniendo todo ese hermoso ruido. Se trataba de la nueva rola “Deer”.

Hubo varios momentos interesantes conforme avanzaba la noche. El primero fue cuando Koky (Jorge Álvarez) pidió a la raza dejar al “viejo amarrado” para dejarse ir con la coreografía de cuerpos estrellándose entre sí. Así ocurrió. No había nada mejor que ese momento. Por unas horas fuimos de nuevo unos morrillos sin dolor de rodilla.

Dejamos de estar domesticados para ser animales aullando a la luna llena. En un mundo enfermo este tipo de eventos nos devuelven la esperanza a la música hecha en Baja California Sur que no tiene nada que pedir a otras escenas del país. Sónica estrenó dos rolas más “Vísperas de casi todo” y “Wako”. Por supuesto, los presentes cantamos “Nace, florece, enférmate y muere”.

Mientras el slam estuvo con todo. Varios cayeron al piso. Yo no quise arriesgarme y preferí al final del concierto ir al baño. Mi segunda ballena, esta vez con hielo, y una vejiga me obligaron. Cuando caminaba al baño vi pasar como por séptima vez una unidad de la Policía Municipal de La Paz con dos marinos atrás con sus pinshis armas. “Como si fuéramos delincuentes”, dije en mis adentros. “¿No tendrán ganas de patrullar zonas que sí requieren de su seguridad?”, después me pregunté entrando al baño.

Ta estaba concentrado en lo mío cuando alguien me preguntó: “¿Tengo sangre?”. El chorro se contrajo y tuve voltear a ver. Era un sujeto que me enseñaba la cabeza o la nuca: “Este…no”, contesté extrañado. Luego se fue.