Por Octavio Escalante:

Los neurolinguistas parecen haber comprobado la obsesión que una persona puede tener con un número, con un estilo de peinado o con una ideología desde hace décadas, llevándola incluso al cine con ese refrito de Shutter Island que se llama The Number 23 y que a todos mis antiguos amigos les parece raro que no haya habido una parodia citando la playera de Michael Jordan en los Chicago Bulls.

Por mi parte, nunca creí caer en una obsesión similar hasta que un conocido mío, con el que intercambiaba discos de Wu-Tang Clan fue detenido por tener consigo una cantidad suficiente de anfetaminas que fue determinada por las autoridades competentes como 875 dosis.

Cuando lo vi en las noticias recordé aquellos discos compactos de GZA/Genius Beneath The Surface que me pedía cada dos tres veces para ponerlo en su grabadora y que siempre me regresaba. Al leer la noticia, me pareció tan curiosa como para compartirla con quienes habíamos escuchado su labia en la colonia.

Poca cosa. Días después, encontré otra noticia. La de mi conocido había sido redactada el 24 de agosto de 2022 pero lo detuvieron en esta ciudad capital el 23 [¡alusión a la película!] y en mis andares por las escabrosas y dopantes plataformas de internet me encontré con la detención de una mujer, que tuvieron que denominar como Laura «N», curiosamente con 875 dosis de metanfetamina.

A mi conocido lo describieron como un tipo cuya «actitud fue su sentencia», no sé si por boletín de las autoridades o por el ingenio del redactor del periódico digital. Dijeron que lo hallaron en un automóvil, en la colonia Santa Rita, y que cuando descendió del vehículo dio su nombre sin problemas. Eso me suena tan cierto de él, porque lo conozco desde la secundaria e imagino que incluso sucedieron otros diálogos en los que se comió a los policías con puro verbo de los WK XV.

Pero eso no es lo curioso, lo detuvieron, con sus 40 años de edad encima, le quitaron el carro y la droga y lo llevaron con tus tíos los ministeriales.

Lo curios –y aquí es donde entra mi obsesión neurolinguística– es que al día siguiente detuvieron a alguien que identificaron como Laura «N», una mujer de 59 años, en la colonia La Rinconada, de La Paz, con 875 dosis de metanfetamina.

Según el reporte oficial se le hallaron esas dosis de chuki mientras estaba dentro de una Chevrolet Aveo, y también la llevaron con tus tíos y sus parientes los de la Investigación del Delito de Comercio de Narcóticos.

Todo quedó ahí, me puse a hacer unas papas fritas con salchipulpos [tienes que cortar la salchicha por la mitad y luego hacerle cuatro cortes a cada trozo, cuando se fríen se abren y parecen pulpos] y me puse a platicar con una amiga a la que llamo anguila eléctrica. Luego me dormí escuchando a los opinólogos de toda índole, iluminatis, 43, crisis energética mundial y todo eso.

Al día siguiente, el número 875 sigue en mi cabeza. Me puse a buscarlo en internet como si tuviera hambre, algo que me sacudía. Resulta que los resultados de google daban 875 dosis de metanfetamina sólo en la ciudad de La Paz.

El más reciente, a parte de los que ya había visto, era el de un hombre de 62 años que supuestamente había sido denunciado por «la ciudadanía» el 26 de noviembre de 2021, en la colonia Francisco Villa de la ciudad de La Paz y que también, como mi conocido, tuvo una particular actitud dentro de su automóvil por la irrelevante presencia de tus tíos que querían revisarlo. Le hallaron 875 dosis de metanfetamina y se lo llevaron al castillo.

Esto ya me parecía al menos interesante.

Así al seguir buscando, hallé que el más reciente del que he mencionado anteriormente, era un hombre detenido el 7 de julio de 2020, que casi tenía mi nombre: Octaviano «N» de 28 años, quien naturalmente «mostró nerviosismo ante la presencia de los agentes de la PGJE». Lo revisaron y tenía nada menos que 875 dosis de chuki.

Me puse a buscar el número 875 con dosis de metanfetamina en todo México. Me salieron muchísimas cosas sobre el Covidiota y sus vacunas, pero encontré otro caso, de otra persona detenida, también en esta ciudad de Baja California Sur.

Se trataba de un tal Antonio «N» de 34 años, al que agarraron en El Esterito (muy extraño) y también se lo llevaron con tus tíos en 2018.

Busqué en todos los periódicos de las zonas más estereotipadas de narco o narcomenudeo en México y al parecer una especie de algoritmo tiene la preferencia de lanzar sobre sus digitales detenidos esa cantidad de dosis, de torcidos en coches a cierta hora de la noche, o algo anda en el ambiente que lo controla todo, como un espíritu santo o un dios al que nos podríamos anclar.

O quizá una resolución matemática y perfectamente justificable en los hechos y datos biológicos –no sociológicos de ninguna manera– por los que mi obsesión sería curada de una vez por todas después de haber vivido dos días con ella; días en los que he visto quién más ha sido detenido o quiénes nacieron en el año 875 después de nuestro señor Jesucristo o qué dato histórico ocurrió durante esas 365 jornadas de vida medieval.

Hagan la prueba y me dicen si hallan una noticia con 875 dosis de metanfetamina que no sea en La Paz. Posiblemente siga apareciendo ese número –a como están las cosas– a partir del día de mañana