Micheline Cariño

Cuando John Steinbeck y Ed Ricketts decidieron realizar la expedición o el viaje, según lo consideran bajo distintas circunstancias, no imaginaron la importancia que dicha hazaña tendría en el futuro. Esto no es extraño y concuerda tanto con la motivación del viaje, como con la personalidad de sus protagonistas. El deseo que les impulsó era alejarse de los problemas que enfrentaban, personales y profesionales, pero disfrutando lo que más felicidad les confería: pasar tiempo juntos en el mar. Además, colectarían especímenes para financiar su emprendimiento.

Al responder a la pregunta ¿en qué radica la importancia histórica de la expedición del Western Flyer? encuentro dos tipos de respuestas, unas intrínsecas a la obra y otras contextuales.

En relación a las características inherentes de la obra, tres aspectos llaman mi atención:

  1. Nunca pretendieron que fuera una gran expedición científica, sino una gran experiencia de vida. Tal desinterés por la fama es probablemente una de las principales causas por las cuales el viaje del Western Flyer ha sido tan célebre.
  2. Otra razón, es la originalidad del estilo narrativo desplegada por una de las mejores plumas estadounidenses, que al combinar poesía, ciencia, filosofía y antropología ofrece un relato extraordinariamente vívido.
  • Un tercer elemento es la voluntad de enfatizar el lugar de enunciación de sus autores, quienes en un acto de sinceridad rechazan de entrada cualquier aspiración a la objetividad en sus observaciones. Este hecho, muy poco común en científicos y autores de renombre, es, no obstante, congruente con la personalidad de John Steinbeck y Ed Ricketts. Así la “predisposición mental de la expedición fue ir plenamente abiertos. Ver lo que tenían que ver” p. 3.

A mi parecer, son también tres las respuestas contextuales que conceden importancia a la expedición del Western Flyer. Pero considero que la tercera es la que tiene mayor relevancia; por lo tanto, es la única en el que abundaré.

  • 1° Antes y después del viaje del Western Flyer, del siglo XVI al XXI, han sucedido una plétora de expediciones científicas y de viajes de exploración, desde la de Francisco de Ulloa en 1539, que descubrió que se trataba de un Golfo, hasta los viajes submarinos más recientes. Sin embargo, las características intrínsecas del libro, más los resultados científicos de la expedición, le conceden un lugar destacado en esa larga historia expedicionaria del Golfo de California.
  • 2° El viaje de John Steinbeck y Ed Ricketts cambió la toponimia del Golfo de California. Aunque a lo largo de la historia este mar mexicano ha recibido muchos nombres, a pesar de todo, conserva como oficial el que fue su primero. En este sentido, es importante destacar que la intención de John Steinbeck de llamar al Golfo de California Mar de Cortez fue que “sonara mejor y fuera más
  • excitante” (p. 2). Esto se relaciona con el lugar de enunciación de los viajeros. Viniendo de California, considerar al Golfo un homónimo disminuía la hazaña y vulgarizaba sus alcances. Pero si Steinbeck hubiera imaginado el uso subsecuente que se daría a la toponimia por él elegida, seguramente hubiera seguido llamándolo Golfo de California. Como hemos explicado en otro texto, el Mar de Cortés es un nombre que, por apelar al descubrimiento de un paraíso perdido, ha sido el eslogan de los desarrolladores inmobiliarios que han destruido nuestras costas y de las empresas que han turistizado nuestra economía. Hasta algunos gobernantes, lo emplean sin ser conscientes de las graves implicaciones político-económicas que engloba tal toponimia. Si bien la posición política de John Steinbeck fue controversial, generalmente estuvo del lado de los desposeídos y tuvo una especial sensibilidad para captar la generosidad ilimitada de quienes viven en la estrechez. Por ello, si ahora estuviera entre nosotros sin duda Sea of Cortez ya no le parecería un nombre carismático, como lo fue en 1940.
  • 3° Finalmente, en mi opinión, la trascendencia del viaje del Western Flyer se debe fundamentalmente a la época en la que fue realizado. 1940 representa un punto de inflexión en la historia ambiental del Golfo de California. Ese año marca el fin de la extracción perlera que dio fama a la región desde el siglo XVI y el inicio de la pesca comercial e industrial; situación que cambió drásticamente el nivel y el ritmo de vida en Sudcalifornia.

En el mismo tenor narrativo, centrado en las personas que habitan estas aisladas y hermosas costas peninsulares, y en buena medida motivado por el

viaje del Western Flyer y otros semejantes, Fernando Jordán, once años después realizó una expedición mucho más modesta, pero que involuntariamente completa los lienzos del paisaje y la sociedad descritos por Steinbeck.

Ambas expediciones marinas a las costas sudpeninsulares del Golfo, admiraron un tipo de vida que ha venido extinguiéndose desde los años 70 y su desaparición se ha acelerado en las últimas décadas. Esa región, única en el mundo, se caracterizaba por un ritmo lento y una paz contagiosa, y fue virtuosamente descrita en ambas obras que, a mi parecer, son tributos a una cultura que ha sido ignorada, invisibilizada, o peor aún menospreciada y mal entendida.

Los ojos sensibles y la mente abierta de ambos narradores nos permiten recrear la imagen de una ciudad de La Paz que aún era un puerto pesquero y comercial. Asimismo, nos informan sobre la cantidad de comunidades pesqueras que, desde Cabo San Lucas hasta Bahía de Los Ángeles, poblaban nuestras costas y practicaban una abundante pesca ribereña. La cultura de entonces era la de un pueblo abocado al mar, capaz de vivir de la pesca y en interfaz con los oasis y los pequeños ranchos serranos. Era un paisaje no urbanizado, por lo que daba la impresión de ser prístino y estar vacío. Era un mar tan diverso y abundante que, en 1960, Jaques Yves Cousteau lo llamó “el acuario del mundo”; pero en el cual, 20 años atrás, John Steinbeck ya advertía sobre su destrucción a causa del saqueo de la pesca industrial.

Las imágenes del mar y la tierra que nos brinda The Log of the Sea of Cortez dan cuenta de un lugar cuyo tipo de vida tradicional se ha perdido por completo en sitios como Los Cabos, y que se está perdiendo en otros, como La Paz, La Ribera, El Sargento-La Ventana y Loreto, pero que aún subsiste con gran dificultad en una multitud de pequeñas comunidades costeras. Comunidades cuya importancia en nuestras vidas no apreciamos en su justo valor. El esfuerzo de hombres y mujeres de pesca nos alimenta cotidianamente, garantiza la cultura culinaria regional y nos otorga identidad; y esto aún ahora cuya actividad enfrenta cada día más dificultades. Afortunadamente, estas localidades cuentan con un importante contingente de activistas que estamos empeñados en defender nuestra identidad, nuestro territorio y Nuestro mar.

En este contexto, de lucha por resignificar la vida tradicional y original de las comunidades costeras y serranas de Sudcalifornia, es que la visita del Western Flyer se convierte en una aliada que puede contribuir a enfrentar, junto con las y los luchadores sudcalifornianos, las amenazas del desarrollismo, de la especulación inmobiliaria, de la turistización, de la corrupción, de la apatía y de la codicia ilimitada.

Nuestro mar, aquel que maravilló a John Steinbeck y a Ed Ricketts necesita ayuda para seguir siendo el lugar único y fascinante que maravilló a estos viajeros y dio origen a la hermosa saga del navío que hoy celebramos.