Pablo Chiw

Hace unas semanas fui a comprar el mandado a Soriana Forjadores, en la entrada se me prohibió el acceso, el motivo; mi hijo de 6 años. El niño no puede pasar, me dijo la empleada de seguridad, al mismo tiempo una señora de la tercera edad vestida con el uniforme del supermercado me dijo que se lo dejara a ella, ahí me lo cuidaba.

Pedí que le hablaran al gerente, llegó el jefe de seguridad y me repitió prácticamente lo mismo, pero me dio un dato muy importante; protección civil nos prohibió el acceso de menores al supermercado.

Entre lo ridículo y lo deprimente

Justo antes de intentar entrar a Soriana, acababa de ir al Bancoppel que está a un lado y allí no hay ningún problema de que entre con mi hijo, de alguna manera los genios de protección civil determinaron que el virus se aloja entre las frutas y verduras, pero no lo hace entre la ropa, zapatos y perfumes que venden en el negocio de al lado.

Llamé a protección civil

La gente seguía pasando y quienes traían a sus infantes escuchaban la misma letanía y se regresaban, la viejita se ofrecía amablemente a cuidar a los chamacos. Algunas personas dejaron allí a los infantes, pero la mayoría se regresó.

Hablé con Luis Antonio Romero, le dije la situación y me dijo; “Estamos haciendo esto para proteger a usted y a su hijo”, pero yo tengo otra opinión.

Imposiciones discriminatorias y clasistas

La discriminación es una forma de violencia hacia un grupo de personas por motivos específicos, principalmente género, color de piel y clase social. En este caso se trató de imposición desde la autoridad que perjudica a madres y padres solteros en su libertad para acceder a artículos de primera necesidad, en este caso alimentos.

¿Qué opción tiene el padre o la madre que sólo se tiene a sí mismo para cuidar de sus infantes?

Dejar al infante solo en casa, imagínate un choque del tutor en el trayecto, un robo a la casa, el infante incendia el cuarto.

Dejar al infante con la viejita que desinfecta el carrito, en un Estado donde existen redes de prostitución infantil para el turismo sexual internacional, ¿Qué entrenamiento tiene la señora para responder en caso de que alguien le arrebate al menor? ¿Qué capacidad tiene la señora para cuidar a dos o tres chiquillos que no le conocen mientras sigue desinfectando los carritos?

Dejar al infante en el auto, expuestos a los robacoches, al sol extremo en tiempos de canícula, la deshidratación y la muerte, si son traviesos, que se bajen y anden corriendo por el boulevard.

 Quien no tiene a nadie más, la opción más segura es entrar al supermercado con sus hijos, aún y en semáforo rojo, con sus debidas protecciones, máscara, careta, que se queden arriba del carrito si es posible pero la ley no puede producir más riesgos de los que pretende evitar.

Tengo familia, pero no quiero dejar a mis infantes con ellos

Pudiera ser una decisión criticable, sin embargo, es importante recordar un dato. México es el país más violador de infantes en todo el mundo y la mayoría de las violaciones y abusos los perpetúan familiares de la víctima. Señor Romero de protección civil, usted no está protegiendo a mí, ni a mis hijos negándome la posibilidad de entrar al supermercado a comprar los alimentos.

Es una medida clasista, afecta principalmente a quienes tienen menos recursos económicos, ¿espera protección civil que surta mi despensa en la tiendita de la esquina? No me molesta la idea, pero las tienditas son mucho más caras, estamos en tiempos de crisis económica y esperan que un grupo de personas ya de por sí en desventaja por su condición de papá o mamá soltera tengan que pagar aún más para poder comer.  Eso, no es proteger, es violentar.

¡Qué le hables al Gerente!

Finalmente llegó el gerente, le expliqué la situación, le dije que ya había hablado con protección civil, le hice ver que era una medida discriminatoria y ya había mandado la queja a la Conapred (la magia de tener una computadora en la mano). El gerente llamó a su superior y me dejaron pasar, compré la despensa y me fui.

La Conapred me dio la razón

Al día siguiente, la Conapred se contactó conmigo, le expliqué lo ocurrido y la licenciada estaba tan horrorizada como yo “¿Dejar a los niños encargados con la señora que limpia los carritos?” “¡Eso pone más en riesgo a los infantes que el mismo virus!” Fue tan bonito hablar con alguien que compartía razonamientos lógicos y coherentes. Le dije que quería denunciar a protección civil y me recomendó que me dirigiera a la Comisión Estatal de los Derechos Humanos.

En la Comisión Estatal de Derechos Humanos, me dijeron prácticamente que estaba bien pendejo.

Le platiqué la situación a la señorita y en tono muy pedagógico me clarificó “a ver, a usted nadie lo está discriminando, pues es una ley, habría discriminación si a usted no lo dejan entrar, pero a otra persona si, nosotros debemos pensar en el bien de la mayoría, no de unos cuantos”. La Comisión Estatal de los Derechos Humanos diciéndome que los derechos de las minorías no importaban tanto como el de las mayorías.

Estoy en desacuerdo

Le dije a la señorita, hay leyes que son en si mismas discriminatorias, hay actos legales que son violatorios de los Derechos Humanos, el holocausto fue legal. Es muy peligroso que una instancia creada para ser contrapoder se convierta en altavoz del discurso oficial. Su existencia es entonces fútil. Después de escuchar mis argumentos, cambió el tono de la conversación y me dijo que, en realidad, lo que ella quería decir es que estaba haciendo el proceso de manera incorrecta, que primero necesitaba llevar un escrito a protección civil y me tenían que acusar, si ellos no me respondían entonces la Comisión Estatal de Derechos Humanos si podía intervenir.

Pero si puedes ir al Cine, Iglesias y al Gym.

Estamos frente a la amenaza más peligrosa en la historia reciente de la humanidad, un virus que ha resultado más mortal que todas las bombas nucleares juntas, un virus que cada día aprende las debilidades de nuestro sistema inmune y se transforma para sacarnos ventaja. Estamos frente a un momento histórico que determinará el rumbo de la historia de la humanidad y tenemos al volante de nuestro Estado a personas que cuyas capacidades parecieran haber sido superadas por las circunstancias. Yo no sé a quien protegen en Protección Civil, pero a la ciudadanía no es, mucho menos a la ciudadanía más vulnerable, más pobre.

Privatización Sanitaria de la Playa y el Malecón

No me malinterpreten por favor, el virus es peligroso y mortal, aún así vamos a tener que tomar decisiones que implican riesgos, la responsabilidad de Protección Civil es la de entender la complejidad de la emergencia, brindar información y recursos para que nosotros, la sociedad pueda tomar las mejores decisiones basadas en nuestras circunstancias individuales. Se tiene que trabajar, se tiene que comprar alimentos, se tienen que ejercitar los cuerpos, se debe salir de las cuatro paredes de una casa de Infonavit y debemos encontrar las maneras en que esto sea posible y lo más seguro posible.

Prohibir el acceso a las playas a la ciudadanía y permitirlo a los turistas que contratan un servicio turístico es una privatización sanitaria de facto, el pretexto pandémico pareciera haberse acoplado perfectamente a los mecanismos neoliberales de exclusión y despojo. Al contrario, las autoridades deberían ser sensibles al terrible sufrimiento fincado sobre miles de familias acinadas en casas de interés social, por lo tanto, buscar maneras de aliviar tal sentencia mediante estrategias que posibiliten el contacto con la naturaleza, el entretenimiento y el esparcimiento, necesidades humanas fundamentales.

Al final de cuentas se trata de distancia social y en el Estado de Baja California Sur tenemos la bendición de contar con miles de kilómetros cuadrados de playas paradisiacas, sierras, monte, desierto y dos mares que nos custodian ¿En verdad protección civil entiende imposible que se pueda salir a la naturaleza y mantener la sana distancia? ¿En verdad protección civil entiende que es más seguro optar por los gimnasios, las iglesias, los cines y clausurar los millones de hectáreas de naturaleza?

Yo me he vuelto muy malpensado con los años y veo en tales medidas, la mano negra del empresariado blanco.