Las sumas se entregaron durante gobierno de Mendoza Davis. Sin embargo, API-BCS presenta cuentas de 7 MDP a la actual administración

Tanto la empresa New Fortress Energy (NFE) como Aquamayan Adventure pagaron entre las dos un total de 280 millones a la paraestatal Administración Portuaria Integral (API) de BCS. Una importante suma en calidad de «guante» o garantía, cantidad que hasta el momento brilla por su ausencia, el menos en las cuentas que la API presentó al gobierno de Víctor Castro Cosío.

Y brilla por su ausencia según las cuentas que presentó la API al nuevo gobierno del estado: 7 millones de pesos, lo cual es ridículamente inferior a lo percibido en 2019, 2020 y 2021. Primero, 43 millones 887 mil 578 pesos por concepto de cuota única por el servicio de remolques y por el mismo rubro en 2020 una cantidad de 40 millones 334 mil 167 pesos por convenio de cesión parcial con la empresa NFE (New Fortress Energy) Pacífico Lap S de RL de CV, de la terminal de gas en el puerto de Pichilingue.

El director Narciso Agúndez Gómez mencionó que ese pago es «como una puja, como una subasta», al referirse a este mecanismo utilizado por compañías que han logrado acordar contratos de cesión parcial de derechos, pagando estas sumas millonarias sin siquiera haber construido nada aun.

El director de API-BCS agrega que en la primera etapa se dieron 223 millones, en la segunda 46 millones, sumando 280 millones. Mencionó que New Fortress paga una contraprestación mensual fija de 842 mil pesos.

En el caso de Aquamayan, del muelle de cruceros, la «garantía» fue de 46 millones 400, que se traduce en una cuota fija de 1 millón 926 mil pesos al mes.

Es crucial para ir completando este crucigrama, recordar que la firma de contrato para la cesión parcial de derechos de la terminal de cruceros se firmó durante la todavía administración de Carlos Mendoza Davis, el 26 de noviembre, mismas fechas en las que se reciben los 40 millones de pesos entregados por la empresa Aquamayan, para API-BCS, cuando su director fue José López Soto.

Punta Prieta y Pichilingue comienza a oler, de pronto, a dinero pagado para la reparación de automóviles a oscuros sujetos que ni talleres tienen. Pero, una vez más, hay que echar mano de la paciencia y esperar los resultados de las auditorías.