El titular de la Procuraduría General Judicial del Estado, Daniel de la Rosa Anaya, afirmó que se han realizado operativos en la zona del arroyo El Piojillo y toda la colonia Agua Escondida justamente la semana pasada, antes de las detonaciones que hirieron a estos menores en pierna y pómulo.

Circula un video tomado desde el campo de béisbol donde jugaban los niños de 5 y 9 años, en el que se escuchan los disparos y se ve a los concurrentes intentando guarecerse. El sitio, si bien es un espacio de convivio familiar, está dentro de una zona que ha sido utilizada como lugar de ejecuciones o para deshacerse de cuerpos por parte del crimen organizado en más de dos ocasiones.

El procurador reiteró la versión de que se trata de «balas perdidas», presumiblemente de un arma corta, pero sin tener noticias o compartir noticias sobre víctimas de una posible balacera cercana. Aunque testigos afirman que dos sujetos a bordo de una camioneta azul bajaron de ésta y accionaron el arma, para luego irse del lugar. Un dato que no se incluyó en el primer comunicado de las autoridades. Al contrario, se dijo que una vez entrevistados los testigos se llegó a la conclusión de que eran «balas perdidas».

Se intenta sostener esta versión con el tecnicismo de que «no iban dirigidas a los menores». Por ahora, lo que se indaga es si los sujetos que dispararon hacia la gente en el campo de béisbol intentaban agredir a alguien en particular.

Con disparos implicados no puede haber una versión más amable que otra, pero sí más compleja. Si los agresores intentaban ejecutar a alguien, evidentemente fallaron. Pero si el objetivo era disparar a las familias o a quien se encontrara ahí para «hacer ruido», para «enviar un mensaje» sin que importara a quién llegaban esas balas, la PGJE tiene mucho más que investigar que un intento de homicidio en Agua Escondida.

Daniel de la Rosa Anaya adelantó que se estará informando conforme vaya el avance de las investigaciones, y aseguró que «de ninguna forma» se trata de enfrentamiento entre grupos criminales, pese a que no se tiene el calibre de las balas, ni la identidad.