De acuerdo con datos que la Secretaría de Economía (SE) exhibía como públicos hasta 2015, Baja California Sur (BCS) se encuentra entre las 6 entidades de México con mayores reservas de uranio. Según estimaciones de la dependencia, en la media península yace el 92.93 por ciento de todo el uranio cuantificado en México, al sumar 151 mil toneladas de las 162 mil 491 que hay en el país.

Gracias a la información de la SE, es posible notar que las zonas de BCS localizadas como fuente de uranio se relacionan directamente con áreas orientadas a la explotación de fosforita o fosfatos. Es el caso de San Juan de la Costa, en La Paz, donde operaba Grupo Fertinal con Roca Fosfórica Mexicana (Rofomex), ahora parte de Petróleos de México (Pemex); y Santo Domingo, en el municipio de Comondú, donde la SE localiza una asignación minera de fosforita a la empresa Exploraciones Oceánicas.

Ésta última, Exploraciones Oceánicas, es filial de la compañía estadounidense Odyseey Marine Exploration, que en 2015 interpuso una demanda de 20 millones de dólares contra el periodista Carlos Ibarra y la Cooperativa de Producción Pesquera Puerto Chale, acusándolos de obstaculizar el aprovechamiento de recursos; y que este mismo año, 2019, presentó una querella por 3 mil 500 millones de dólares ante una corte internacional contra el Gobierno de México por no fallar a su favor, bajo el pretexto de violaciones al Capítulo XI, dedicado a inversión, del antiguo Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

En el libro Uranium Deposits of the World. USA and Latin America, de Franz J. Dahlkamp, se cataloga la zona serrada de La Giganta, también en Comondú, conocida como Tembabiche, así como a San Hilario y San Juan de la Costa, como depósitos de uranio; esto desde el año 2010, cuando se publicara dicho estudio. Los otros estados con reservas, según la SE, son Nuevo León, con 5 mil 75 toneladas; Chihuahua, con 2 mil 789; Sonora, con mil 664; Durango, con mil 267; y Oaxaca, con 696 toneladas. Otras entidades que figuran en los documentos de la SE son Coahuila, Tamaulipas, Zacatecas y San Luis Potosí, aunque con cantidades no precisadas.  

De acuerdo con la Ux Consulting Company (UXC), fuente oficial de SE y una de las pocas compañías en el mundo con la capacidad de calcular oficialmente los precios del uranio en el mercado, como consecuencia del accidente de Fukushima, en marzo de 2011, los proyectos de reactores en todo el mundo se retrasaron y algunos reactores nuevos se cancelaron, provocando que los precios del metal radioactivo cayeran. Sin embargo, a lo largo de 2016 el suministro global de uranio, para las plantas ya establecidas, aumentó y los inventarios de servicios públicos y proveedores aumentaron a medida que disminuían los requerimientos globales de reactores.

La UXC prevé que la generación nuclear de China crezca a un ritmo acelerado y que India acumule reservas estratégicas debido a su falta de recursos de uranio nacionales, lo mismo que los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita. En 2015, la compañía calculaba un precio de 35.80 dólares por libra de uranio. Hoy, hasta el 24 de junio de 2019, última fecha de actualización, el precio del uranio es de 24.55 dólares por libra. Esto significa que las reservas de BCS alcanzarían un precio de 8 mil 172 millones 646 mil 290 dólares en el mercado.

Cabe recordar que el principal uso del uranio es como combustible para reactores nucleares, los cuales producen el 3 por ciento de la energía generada por el ser humano en el mundo. Al igual que todos los elementos con pesos atómicos superiores al del hierro, el uranio se origina de forma natural durante las explosiones de las supernovas. El proceso físico determinante en el colapso de una supernova es la gravedad, y gracias a los valores tan elevados de gravedad que se dan en las supernovas es que se generan capturas neutrónicas que dan lugar a átomos más pesados, entre ellos el uranio.

La mayoría de los tipos de uranio se excretan naturalmente al entrar en contacto con el cuerpo, sólo el 0.5 por ciento es absorbido cuando se ingieren formas insolubles, como el óxido de uranio, mientras que la absorción de los más solubles, como uranilo de iones, puede ser de hasta un 5 por ciento. Al contacto con el cuerpo, particularmente inhalándolo o bebiéndolo, pues no se absorbe a través de la piel ya que las partículas alfa liberadas por el uranio no pueden penetrarla, y entrar en el torrente sanguíneo, el uranio tiende a la bioacumulación y la estancia durante muchos años en los tejidos óseos debido a la anidad de uranio para los fosfatos.